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El traductor. Estación Sur



Su vida eran los libros. Daba igual el género, su mundo comenzaba y concluía en las páginas de un libro, inevitablemente. En los últimos días le habían enviado decenas de libros, unas veces amigos y otras las editoriales directamente. Entre ellos, dos libros cuyo traductor era la misma persona. Se trataba de «Erasmo, Tomás Moro. Melancthon», de Desiré Nisard y «La muerte de las catedrales y otros textos», de Marcel Proust, ambos traducidos por Máximo Higuera. Habitualmente no le damos importancia a la figura del traductor, pero sí que la tiene, ya lo creo. El texto original está escrito tal y como lo concibió su autor, pero el traductor viene a ser otro autor, un creador también, aunque lo sea de una obra ya creada. El traductor crea y recrea cuanto halla en el texto original, le da vida, otra vida tal vez, pero vida al fin y al cabo. Esta y no otra es la grandeza de la traducción, pues no hay que situar al traductor en el ámbito simple de la reproducción. El traductor, el buen traductor literario profundiza en los textos hasta conseguir de ellos la calidad que los lectores merecen. Es un trabajo arduo y constante, en el cual el traductor deja lo mejor de sí mismo para difundir con garantías la obra traducida.


Podríamos decir que los libros que traemos hoy a este espacio son muy oportunos. Los tiempos que corren, desgraciadamente, no son buenos. De tal manera que, ante la escasez de ideas y pensamiento con el que somos azotados diariamente, hallar la fuerza de tres grandes humanistas, como lo fueron Erasmo, Moro y Melancthon, a través del estudio de sus vidas por quien fuera Decano de la Universidad Católica de París y miembro de la Academia Francesa, Desiré Nisard (1806-1888) es un hecho relevante, de la misma manera que lo es adentrarse en la sugerente prosa de Proust. En ambos casos la traducción requiere una mirada distinta, capaz de viajar a los más recónditos espacios de la palabra. Lo habitual en ese bello universo de la edición de libros es el reconocimiento al autor del texto, al diseñador, al editor, pero casi siempre se soslaya la ardua y extraordinaria labor del traductor. La grandeza del libro toma otro cariz, adquiere más valor, por así decirlo, cuando se trata de una traducción, pues el traductor a fin de cuentas es como un artesano, un orfebre que engarza una pieza tras otra hasta concluir en una verdadera obra de arte.




El traductor. Estación Sur



Su vida eran los libros. Daba igual el género, su mundo comenzaba y concluía en las páginas de un libro, inevitablemente. En los últimos días le habían enviado decenas de libros, unas veces amigos y otras las editoriales directamente. Entre ellos, dos libros cuyo traductor era la misma persona. Se trataba de «Erasmo, Tomás Moro. Melancthon», de Desiré Nisard y «La muerte de las catedrales y otros textos», de Marcel Proust, ambos traducidos por Máximo Higuera. Habitualmente no le damos importancia a la figura del traductor, pero sí que la tiene, ya lo creo. El texto original está escrito tal y como lo concibió su autor, pero el traductor viene a ser otro autor, un creador también, aunque lo sea de una obra ya creada. El traductor crea y recrea cuanto halla en el texto original, le da vida, otra vida tal vez, pero vida al fin y al cabo. Esta y no otra es la grandeza de la traducción, pues no hay que situar al traductor en el ámbito simple de la reproducción. El traductor, el buen traductor literario profundiza en los textos hasta conseguir de ellos la calidad que los lectores merecen. Es un trabajo arduo y constante, en el cual el traductor deja lo mejor de sí mismo para difundir con garantías la obra traducida.


Podríamos decir que los libros que traemos hoy a este espacio son muy oportunos. Los tiempos que corren, desgraciadamente, no son buenos. De tal manera que, ante la escasez de ideas y pensamiento con el que somos azotados diariamente, hallar la fuerza de tres grandes humanistas, como lo fueron Erasmo, Moro y Melancthon, a través del estudio de sus vidas por quien fuera Decano de la Universidad Católica de París y miembro de la Academia Francesa, Desiré Nisard (1806-1888) es un hecho relevante, de la misma manera que lo es adentrarse en la sugerente prosa de Proust. En ambos casos la traducción requiere una mirada distinta, capaz de viajar a los más recónditos espacios de la palabra. Lo habitual en ese bello universo de la edición de libros es el reconocimiento al autor del texto, al diseñador, al editor, pero casi siempre se soslaya la ardua y extraordinaria labor del traductor. La grandeza del libro toma otro cariz, adquiere más valor, por así decirlo, cuando se trata de una traducción, pues el traductor a fin de cuentas es como un artesano, un orfebre que engarza una pieza tras otra hasta concluir en una verdadera obra de arte.




Los intocables. Estación Sur

      No sé si se acordarán, amigos lectores, de una serie de televisión denominada así: «Los intocables», producción norteamericana emitida por TVE allá por los años 60, y protagonizada por Robert Snack, en el papel de Eliot Ness, agente incorruptible, al igual que sus compañeros. En este caso de «Los intocables» eran los policías quienes luchaban incansablemente contra la mafia y el crimen organizado. Ahora, en estos tiempos de tremenda crisis, se han cambiado las tornas, y quienes realmente deberían protegernos de los actos delictivos son los que propician estos actos.
«Los intocables» son, después de más de treinta años de democracia, una sola y única casta: la política. Todos los que viven de la política, sin exclusión de ningún tipo. Ellos, los políticos, por desgracia, son nuestro verdadero problema, nuestro más grande tormento, la primera y única causa de esta crisis que amenaza con la destrucción total de los derechos fundamentales de los ciudadanos. La política española se ha instalado en la mentira y el pensamiento único para arruinarnos la vida. No se puede entender, bajo ningún concepto, que se atente contra la libertad de expresión de forma tan reiterada, contra las leyes y el sentido común, y sigan siendo «intocables» quienes así actúan.
La lista de acciones llevadas a cabo por estos políticos irresponsables, prepotentes e insolidarios sería interminable. Las más altas instituciones, la Constitución como norma de normas y el Estado no sirven ya, no son referentes de nada, pero al mismo tiempo nada se quiere cambiar, y ellos, los políticos, en su afortunada realidad, quieren seguir siendo «Los intocables»: aforados, para ralentizar o eludir la ley, benefactores de privilegios (pensiones, seguridad social, etc.), pluriempleados (consejeros de empresas, registros de la propiedad, organizaciones políticas, conferenciantes, etc.); ¿qué les diferencia del resto de los españoles?, ¿acaso están hechos de otro material distinto? Ellos legislan y ejecutan las leyes y detentan el poder absoluto, pero para beneficio propio, mientras exigen sacrificio a sus conciudadanos para salir de esta crisis.
Ninguno propone equidad y justicia, la aniquilación definitiva de las diferencias y los desequilibrios, de los privilegios y, sobre todo, de la corrupción. Pues, si no, amigos lectores, ¿de qué iban a vivir ellos?, ¿cómo iban a hacerlo con sus profesiones de antaño, en el caso de tenerlas, ellos, «Los intocables»?
  Para DIARIO DE ALMERÍA.

Los intocables. Estación Sur

      No sé si se acordarán, amigos lectores, de una serie de televisión denominada así: «Los intocables», producción norteamericana emitida por TVE allá por los años 60, y protagonizada por Robert Snack, en el papel de Eliot Ness, agente incorruptible, al igual que sus compañeros. En este caso de «Los intocables» eran los policías quienes luchaban incansablemente contra la mafia y el crimen organizado. Ahora, en estos tiempos de tremenda crisis, se han cambiado las tornas, y quienes realmente deberían protegernos de los actos delictivos son los que propician estos actos.
«Los intocables» son, después de más de treinta años de democracia, una sola y única casta: la política. Todos los que viven de la política, sin exclusión de ningún tipo. Ellos, los políticos, por desgracia, son nuestro verdadero problema, nuestro más grande tormento, la primera y única causa de esta crisis que amenaza con la destrucción total de los derechos fundamentales de los ciudadanos. La política española se ha instalado en la mentira y el pensamiento único para arruinarnos la vida. No se puede entender, bajo ningún concepto, que se atente contra la libertad de expresión de forma tan reiterada, contra las leyes y el sentido común, y sigan siendo «intocables» quienes así actúan.
La lista de acciones llevadas a cabo por estos políticos irresponsables, prepotentes e insolidarios sería interminable. Las más altas instituciones, la Constitución como norma de normas y el Estado no sirven ya, no son referentes de nada, pero al mismo tiempo nada se quiere cambiar, y ellos, los políticos, en su afortunada realidad, quieren seguir siendo «Los intocables»: aforados, para ralentizar o eludir la ley, benefactores de privilegios (pensiones, seguridad social, etc.), pluriempleados (consejeros de empresas, registros de la propiedad, organizaciones políticas, conferenciantes, etc.); ¿qué les diferencia del resto de los españoles?, ¿acaso están hechos de otro material distinto? Ellos legislan y ejecutan las leyes y detentan el poder absoluto, pero para beneficio propio, mientras exigen sacrificio a sus conciudadanos para salir de esta crisis.
Ninguno propone equidad y justicia, la aniquilación definitiva de las diferencias y los desequilibrios, de los privilegios y, sobre todo, de la corrupción. Pues, si no, amigos lectores, ¿de qué iban a vivir ellos?, ¿cómo iban a hacerlo con sus profesiones de antaño, en el caso de tenerlas, ellos, «Los intocables»?
  Para DIARIO DE ALMERÍA.

Los demás días. Antonio García Soler

Llama la atención este poemario, «Los demás días», de Antonio García Soler.
No es fácil hallar en los tiempos que corren estilo, precisión, solidez y sentimiento poético tan profundo y riguroso como el que expresa García Soler en estos versos. La espera ha sido larga –casi treinta años, según nos dice Francisco Domene, autor del prólogo, refiriéndose al tiempo que ha silenciado su poética García Soler. 

Empero, hay que señalar que este es precisamente uno de los rasgos que ponderan y caracterizan al poemario, me refiero a los «silencios», a esos que el poeta acude para componer sus versos, a los que le proporcionan la armonía suficiente para indagar sobre la existencia humana, su existencia, además de descubrir sus propias limitaciones y las que bullen a su alrededor. Primero interioriza para después contextualizar, aplicar sus leyes, su filosofía de la vida, la que fluye y confluye en algún lugar del cosmos. García Soler no es poeta de circunstancias, sino de esencias.
 
 Observa, medita y labora sin prisas, dejándose acariciar por la brisa marina o el aire gélido de las montañas, abriéndose paso en un frondoso bosque o abismándose desde el más elevado acantilado. Evocador unas veces y otras soñador no atiende a modas o modismos; al abrigo de sus soledades construye el solar de su poética con verdadero temple y perseverancia, mostrándonos así una poesía esencial, leve y profunda al mismo tiempo, en la que los versos son alas de mariposa o tentáculos que amordazan. Mas por encima de todo y para todo, la palabra exacta y no otra fulge sobre el albo papel, ensueña la realidad, vivifica lo amorfo y destila silenciosa belleza.
 
En su búsqueda de la verdad el poeta siente la amarga derrota o la discreta conquista, y sabe que en las cosas sencillas –tal vez por ello el uso del verso menor- se halla el camino, esa luz que guía y salva al poeta de la tortuosa oscuridad. Coincido con el también poeta y prologuista Francisco Domene cuando dice: «Los hombres como él no necesitan la luz de las hogueras, porque tienen luz interior», y así es. Por ello el poeta recurre a la memoria para evocar otros días y otros mundos; necesita del recuerdo para construir el presente, también el futuro.

Variedad temática: el amor, recuerdos de infancia, los sentimientos aprehendidos, los signos y símbolos que acompañan al poeta en su camino, en su trayecto vital. «Los demás días» son el todo y la nada, la esencialidad del poeta que observa el paso del tiempo y medita serenamente sobre la existencia, trascendida en el yo que se rebela: «La vida iba también / en broma / a ratos impares». La memoria en la raíz misma de la tierra: «Tierra / sola / con nosotros», pero nada supera a los silencios que el poeta descubre desde la más íntima y apreciada soledad. Con ellos –los silencios- abre y cierra las puertas y las ventanas; deja que entre el aire fresco de los días, desde el primero al último, hasta convertirlos en «Los demás días», que podría resumirse en el poema titulado Página 52, cuando escribe: «Como renglón en blanco, añadir solo este otro silencio».

Nos deja Antonio García Soler un libro de poemas equilibrado y sólido, hondo y sincero, esencial. Es «Los demás días» un poemario necesario por hallarse en él enteramente, en su desnudez completa, el poeta y el hombre, y viceversa.



Título: Los demás días
Autor: Antonio García Soler
Editorial: Instituto de Estudios Almerienses

Los demás días. Antonio García Soler

Llama la atención este poemario, «Los demás días», de Antonio García Soler.
No es fácil hallar en los tiempos que corren estilo, precisión, solidez y sentimiento poético tan profundo y riguroso como el que expresa García Soler en estos versos. La espera ha sido larga –casi treinta años, según nos dice Francisco Domene, autor del prólogo, refiriéndose al tiempo que ha silenciado su poética García Soler. 

Empero, hay que señalar que este es precisamente uno de los rasgos que ponderan y caracterizan al poemario, me refiero a los «silencios», a esos que el poeta acude para componer sus versos, a los que le proporcionan la armonía suficiente para indagar sobre la existencia humana, su existencia, además de descubrir sus propias limitaciones y las que bullen a su alrededor. Primero interioriza para después contextualizar, aplicar sus leyes, su filosofía de la vida, la que fluye y confluye en algún lugar del cosmos. García Soler no es poeta de circunstancias, sino de esencias.
 
 Observa, medita y labora sin prisas, dejándose acariciar por la brisa marina o el aire gélido de las montañas, abriéndose paso en un frondoso bosque o abismándose desde el más elevado acantilado. Evocador unas veces y otras soñador no atiende a modas o modismos; al abrigo de sus soledades construye el solar de su poética con verdadero temple y perseverancia, mostrándonos así una poesía esencial, leve y profunda al mismo tiempo, en la que los versos son alas de mariposa o tentáculos que amordazan. Mas por encima de todo y para todo, la palabra exacta y no otra fulge sobre el albo papel, ensueña la realidad, vivifica lo amorfo y destila silenciosa belleza.
 
En su búsqueda de la verdad el poeta siente la amarga derrota o la discreta conquista, y sabe que en las cosas sencillas –tal vez por ello el uso del verso menor- se halla el camino, esa luz que guía y salva al poeta de la tortuosa oscuridad. Coincido con el también poeta y prologuista Francisco Domene cuando dice: «Los hombres como él no necesitan la luz de las hogueras, porque tienen luz interior», y así es. Por ello el poeta recurre a la memoria para evocar otros días y otros mundos; necesita del recuerdo para construir el presente, también el futuro.

Variedad temática: el amor, recuerdos de infancia, los sentimientos aprehendidos, los signos y símbolos que acompañan al poeta en su camino, en su trayecto vital. «Los demás días» son el todo y la nada, la esencialidad del poeta que observa el paso del tiempo y medita serenamente sobre la existencia, trascendida en el yo que se rebela: «La vida iba también / en broma / a ratos impares». La memoria en la raíz misma de la tierra: «Tierra / sola / con nosotros», pero nada supera a los silencios que el poeta descubre desde la más íntima y apreciada soledad. Con ellos –los silencios- abre y cierra las puertas y las ventanas; deja que entre el aire fresco de los días, desde el primero al último, hasta convertirlos en «Los demás días», que podría resumirse en el poema titulado Página 52, cuando escribe: «Como renglón en blanco, añadir solo este otro silencio».

Nos deja Antonio García Soler un libro de poemas equilibrado y sólido, hondo y sincero, esencial. Es «Los demás días» un poemario necesario por hallarse en él enteramente, en su desnudez completa, el poeta y el hombre, y viceversa.



Título: Los demás días
Autor: Antonio García Soler
Editorial: Instituto de Estudios Almerienses

Publicaciones. Estación Sur


 PUBLICACIONES. INSTITUTO DE ESTUDIOS ALMERIENSES
 
Hace unos días, en ese afán de acceder a las novedades editoriales, vengan de donde vengan, el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) me hacía llegar sus últimos títulos publicados. Hay que decir que la temática contenida en cada uno de esos libros es de lo más variada, desde narrativa para adultos e infantil, etnografía y cultura popular, pasando por varios ensayos sobre autores indalianos, guías o poesía. La autoría editorial, como digo, pertenece al IEA, que diversifica así tanto los temas como las colecciones.



<<Somontín.Crónicas e historias de otros tiempos>>, de Baldomero Oliver Navarro nos invita a realizar un viaje al pasado, y así evoca las riquezas naturales de la Sierra de Somontín (extracción de talco o jaboncillo, el esparto, etc.), detalla la emigración de antes de la guerra, nos acerca al mundo del estraperlo y el bandolerismo, nos habla de los juegos, de las fiestas o de las bandas de música. Un libro que, sin entrar en otras cuestiones, nos descubre algunas claves de la cultura popular.



Sorprende <<La parsimonia del corazón>>, de José Carlos Castaño Muñoz, con esos cuentos y recuentos de Padules que nos presenta a través de los personajes (gentes del pueblo) seleccionados, con un discurso cercano al reportaje intimista y en el que cada historia individual se convierte en la colectiva de todo un pueblo.



Respecto a la guía en cuestión <<Toros>>, autoría y coordinación de Antonio Sevillano, sobran las palabras. Dicha guía es continuación de las anteriores y sabemos de su magnífica edición. No obstante, y aunque sea el mundo del toro un tema polémico en los últimos tiempos, el resultado final es encomiable.



Dos indalianos ocupan la atención de María Dolores Durán Díaz: <<Siguiendo los pasos de Luis Cañadas en Almería>> y <<Antonio López Díaz. Un indaliano entre pinturas y esculturas>>, que nos aproximan, deseo de su autora, a la vida y obra de estos dos reconocidos artistas almerienses.



<<Urcitania, Reino del Sol>> es la apuesta de la escritora Concha Castro: un viaje que nos adentra en el conocimiento de la historia de Almería, con un lenguaje atractivo, fácil y adecuado para los más pequeños.



Y, finalmente, el poemario <<Los demás días>>, de Antonio García Soler, un texto sólido, apasionado, donde los silencios juegan un papel excepcional. De él hablaremos más detalladamente en otra ocasión. 

publicado en el  DIARIO DE ALMERÍA. ESTACIÓN SUR. Viernes, 25 octubre, 2013

Publicaciones. Estación Sur


 PUBLICACIONES. INSTITUTO DE ESTUDIOS ALMERIENSES
 
Hace unos días, en ese afán de acceder a las novedades editoriales, vengan de donde vengan, el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) me hacía llegar sus últimos títulos publicados. Hay que decir que la temática contenida en cada uno de esos libros es de lo más variada, desde narrativa para adultos e infantil, etnografía y cultura popular, pasando por varios ensayos sobre autores indalianos, guías o poesía. La autoría editorial, como digo, pertenece al IEA, que diversifica así tanto los temas como las colecciones.



<<Somontín.Crónicas e historias de otros tiempos>>, de Baldomero Oliver Navarro nos invita a realizar un viaje al pasado, y así evoca las riquezas naturales de la Sierra de Somontín (extracción de talco o jaboncillo, el esparto, etc.), detalla la emigración de antes de la guerra, nos acerca al mundo del estraperlo y el bandolerismo, nos habla de los juegos, de las fiestas o de las bandas de música. Un libro que, sin entrar en otras cuestiones, nos descubre algunas claves de la cultura popular.



Sorprende <<La parsimonia del corazón>>, de José Carlos Castaño Muñoz, con esos cuentos y recuentos de Padules que nos presenta a través de los personajes (gentes del pueblo) seleccionados, con un discurso cercano al reportaje intimista y en el que cada historia individual se convierte en la colectiva de todo un pueblo.



Respecto a la guía en cuestión <<Toros>>, autoría y coordinación de Antonio Sevillano, sobran las palabras. Dicha guía es continuación de las anteriores y sabemos de su magnífica edición. No obstante, y aunque sea el mundo del toro un tema polémico en los últimos tiempos, el resultado final es encomiable.



Dos indalianos ocupan la atención de María Dolores Durán Díaz: <<Siguiendo los pasos de Luis Cañadas en Almería>> y <<Antonio López Díaz. Un indaliano entre pinturas y esculturas>>, que nos aproximan, deseo de su autora, a la vida y obra de estos dos reconocidos artistas almerienses.



<<Urcitania, Reino del Sol>> es la apuesta de la escritora Concha Castro: un viaje que nos adentra en el conocimiento de la historia de Almería, con un lenguaje atractivo, fácil y adecuado para los más pequeños.



Y, finalmente, el poemario <<Los demás días>>, de Antonio García Soler, un texto sólido, apasionado, donde los silencios juegan un papel excepcional. De él hablaremos más detalladamente en otra ocasión. 

publicado en el  DIARIO DE ALMERÍA. ESTACIÓN SUR. Viernes, 25 octubre, 2013

El lugar de la palabra. Elisa Martín Ortega


El libro que comentamos en esta ocasión es una obra ensayística, que bajo el título de El lugar de la palabra y autoría de Elisa Martín Ortega nos propone un estudio sobre Cábala y poesía contemporánea. Novedosa propuesta de Elisa Martín, quien nos adentra en esas a través, fundamentalmente, de tres autores de la literatura universal: José Ángel Valente, Jorge Luis Borges y Juan Gelman, así como la poeta judeoespañola Clarisse Nicoïdski. Cábala y poesía en la mirada atenta de esta investigadora, con cuyo trabajo disfrutará, con toda seguridad, todo lector que se precie. Un estudio profundo y estimulante, abierto a múltiples reflexiones sobre la cábala y su incidencia en la poesía contemporánea. Ya desde la introducción se nos advierte: <<La Cábala y la poesía constituyen, en un sentido estricto, universos paralelos. No se enfrentan ni compiten en saber o en belleza porque su razón de existir y sus propios fines son distantes, diversos>>.

En cuanto al primero de los bloques estudiados, la interpretación, Borges se siente atraído por la Cábala en <<la idea de que el mundo es un simple sistema de símbolos; que el mundo entero, incluidas las estrellas, simboliza la escritura secreta de Dios>>. El camino de la interpretación queda expedito, y así queda escrito: <<En sus versos, el poeta intenta llevar a cabo un trabajo de interpretación del mundo, atendiendo a los murmullos, los sonidos y las luces, tratando de revelar su significado oculto>>. Para todo este trabajo se toma como fuente el texto más importante de la Cábala, el Sefer ha-Zohar (Libro del Esplendor), escrita en Castilla allá por el siglo XIII. Gelman dijo: <<dar con la palabra que calla lo que dice>>. La palabras esconden el misterio de lo cotidiano, y Gelman lo sabe bien, porque bucea en cada una de esas palabras que usamos diariamente con la intención de crear otras nuevas; interpreta así el mundo y nos revela otro diferente y diverso. José Ángel Valente, por su parte escribe: <<Y en el espacio de la creación no hay nada (para que algo pueda ser creado). La creación de la nada es el principio absoluto de toda creación>>. El poeta gallego <<reconoció, en una entrevista, la correspondencia entre las ideas de la Cábala de Safed y su propia poética>>. Escribe la autora de este texto que las relaciones entre Cábala y poesía son antiguas y se producen en ambas direcciones, remontándose a los orígenes de la doctrina. En otro orden de cosas la Cábala y la infancia mantienen una relación significativa. La infancia, entendida como ese espacio o territorio previo al lenguaje. <<La niñez, como silencio, es el territorio de lo inefable>>, nos indica Martín Ortega; de ahí que el poeta siempre aspire a reencontrarla, redescubrirla, motivo fundamental de la poesía de Gelman. Para Anidjar, la Cábala no es solo literatura, pero también es literatura. Podría decirse, como conclusión respecto a la interpretación que, <<según la Cábala y la tradición judía general, nos es un juego, sino una actitud fundadora, el principal motor del pensamiento>>.

Una segunda parte nos habla del exilio. Para Bloom, <<la Cábala nació, a finales del siglo XII, como respuesta al exilio y el desconsuelo. La idea del exilio está patente en la poesía de Valente: << […] Nacieron / con los ojos azules de distancia / en la nostalgia / de Separad>> Así, pues, se puede considerar que << lo que define a un judío sefardí no es la pertenencia a Separad sino la nostalgia de Separad>>. Tanto Gelman como Valente incidirán repetidamente sobre la idea del exilio. Este último llegará a decir: <<El acto creador supone un movimiento exílico, una retracción, una distancia y, en la praxis humana, una retirada de los honores y, ciertamente, del territorio impuro del poder>>. María Zambrano también nos ofrece su pensamiento sobre la figura del exiliado: <<El exiliado posee una extraña armonía, pertenece al lugar de nadire, y explora su condición intentando llevarla hasta sus últimas consecuencias: sosteniéndose sobre el hilo que lleva de la vida a la muerte>>. Deduce la autora del ensayo que <<la figura del exiliado se acerca a una concepción mística; tiene que ver con la poesía y con el misterio: refleja un deseo de adentrarse en lo desconocido, yendo más allá de sí, despojándose del propio yo>>. Gelman es un claro ejemplo: <<El exilio modificó todo en mí>>. Su poesía se sitúa al filo de la vida y la muerte en situaciones extremas. Sin embargo, Gelman arremete contra lo que él llama <<profesionales del exilio>>. Para el exiliado la lengua materna supondrá una nueva patria. Con toda probabilidad el exiliado aturdido por la pérdida de su tierra, buscará refugio en la palabra. De tal manera que <<las palabras han de estar en el límite, traspasarlo quizá; y la vez seguir siendo comprensibles. Tienen que poseer la fuerza del llanto o el grito sin perder el sentido de la lengua>>.

Otra de las cuestiones que se plantean en el texto tiene que ver con las teorías místicas del lenguaje:<<Qué es esa dimensión secreta de la lengua, sobre cuya existencia están de acuerdo desde siempre todos los místicos…? Toma importancia aquí la palabra, lo que nos hace recordar a Antonio Machado cuando dijo: <<La poesía es palabra esencial en el tiempo>>. En otro sentido, Valente, al referirse a la lengua castellana dice: <<La lengua es bella y ancha y honda. Es un gran don. Ha tenido muy ricas expresiones en lo moderno. Desde ellas, a mí me ha gustado navegar su caudaloso río, aguas arriba, hacia la lengua del siglo XVI: Juan de Valdés, Fray Luis de León, Juan de la Cruz. Esa es la matriz que nos une al español de América y al español de la diáspora sefardí. Yo tengo un sentimiento muy vivo de la unidad de la lengua, que aloja una riquísima diversidad>>. Otra concepción del lenguaje nos muestra Gelman cuando escribe: <<Mora en la sombra la palabra que te nombraría. Cuanto te nombre, serás sombra. Crepitarás en la boca que te perdió para tenerte>>. Para Borges, <<la poesía, finalmente, sería un intento de vuelta a ese lenguaje mágico; una búsqueda de los nombres secretos a través de las palabras comunes>>.

Respecto a La palabra y el cuerpo, Elisa Martín incide en <<el lenguaje como experiencia primera y última>>. Asimismo, se nos dice: <<La escritura ocupa, al igual que la voz, un lugar trascendental en el pensamiento cabalístico>>. Se dirá, refiriéndose a la poesía de Clarisse Nicoïdski <<que está atravesada por la experiencia del cuerpo que se abre como revelación, y ofrece sus pliegues y escondrijos para cobijar las palabras (Lus ojus, las manus, la boca, constituyen un motivo de predilección en su obra)>>.

El resultado final es, pues, tan variado como doctrinas y textos han sido, desde los cabalísticos hasta las obras de Gelman, Valente, Borges y Nicoïdski; así se insiste <<en la idea compartida de que tanto las palabras como el mundo son universos interpretables>>. Sin embargo, será la experiencia de la muerte la que nos muestre a cada poeta en su esencia. En Gelman, cuando dice: <<muertos que habla y que me hablan […] como palabras / como sombras apalabrándose a la muerte>>; en Valente cuando escribe: <<Ni la palabra ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras>> y en Borges: <<Solo el que ha muerto es nuestro, solo es nuestro lo que perdimos […] No hay otros paraísos que los paraísos perdidos>>.

El lugar de la palabra es, sin duda alguna, un ensayo extraordinario, una oportunidad que nos ofrece su autora, Elisa Martín Ortega, para adentrarnos en el mundo de la Cábala y la poesía contemporánea, para profundizar en el verdadero valor de las palabras.

 

Título: El lugar de la palabra

Autor: Elisa Martín Ortega

Ediciones Cálamo (Palencia, 2013)

19 euros



Elisa Martín ortega (Valladolid, 1980) es investigadora, poeta y traductora. Ha trabajado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en un proyecto dedicado al estudio de la lengua, la literatura y la cultura de los judíos sefardíes. Es autora de los poemarios Corazón huido (Birmingham, 2003) y Ensueño (Visor, 2009). Ha traducido y comentado el Cantar de los cantares. Colabora habitualmente en el diario El Norte de Castilla.
                

El lugar de la palabra. Elisa Martín Ortega


El libro que comentamos en esta ocasión es una obra ensayística, que bajo el título de El lugar de la palabra y autoría de Elisa Martín Ortega nos propone un estudio sobre Cábala y poesía contemporánea. Novedosa propuesta de Elisa Martín, quien nos adentra en esas a través, fundamentalmente, de tres autores de la literatura universal: José Ángel Valente, Jorge Luis Borges y Juan Gelman, así como la poeta judeoespañola Clarisse Nicoïdski. Cábala y poesía en la mirada atenta de esta investigadora, con cuyo trabajo disfrutará, con toda seguridad, todo lector que se precie. Un estudio profundo y estimulante, abierto a múltiples reflexiones sobre la cábala y su incidencia en la poesía contemporánea. Ya desde la introducción se nos advierte: <<La Cábala y la poesía constituyen, en un sentido estricto, universos paralelos. No se enfrentan ni compiten en saber o en belleza porque su razón de existir y sus propios fines son distantes, diversos>>.

En cuanto al primero de los bloques estudiados, la interpretación, Borges se siente atraído por la Cábala en <<la idea de que el mundo es un simple sistema de símbolos; que el mundo entero, incluidas las estrellas, simboliza la escritura secreta de Dios>>. El camino de la interpretación queda expedito, y así queda escrito: <<En sus versos, el poeta intenta llevar a cabo un trabajo de interpretación del mundo, atendiendo a los murmullos, los sonidos y las luces, tratando de revelar su significado oculto>>. Para todo este trabajo se toma como fuente el texto más importante de la Cábala, el Sefer ha-Zohar (Libro del Esplendor), escrita en Castilla allá por el siglo XIII. Gelman dijo: <<dar con la palabra que calla lo que dice>>. La palabras esconden el misterio de lo cotidiano, y Gelman lo sabe bien, porque bucea en cada una de esas palabras que usamos diariamente con la intención de crear otras nuevas; interpreta así el mundo y nos revela otro diferente y diverso. José Ángel Valente, por su parte escribe: <<Y en el espacio de la creación no hay nada (para que algo pueda ser creado). La creación de la nada es el principio absoluto de toda creación>>. El poeta gallego <<reconoció, en una entrevista, la correspondencia entre las ideas de la Cábala de Safed y su propia poética>>. Escribe la autora de este texto que las relaciones entre Cábala y poesía son antiguas y se producen en ambas direcciones, remontándose a los orígenes de la doctrina. En otro orden de cosas la Cábala y la infancia mantienen una relación significativa. La infancia, entendida como ese espacio o territorio previo al lenguaje. <<La niñez, como silencio, es el territorio de lo inefable>>, nos indica Martín Ortega; de ahí que el poeta siempre aspire a reencontrarla, redescubrirla, motivo fundamental de la poesía de Gelman. Para Anidjar, la Cábala no es solo literatura, pero también es literatura. Podría decirse, como conclusión respecto a la interpretación que, <<según la Cábala y la tradición judía general, nos es un juego, sino una actitud fundadora, el principal motor del pensamiento>>.

Una segunda parte nos habla del exilio. Para Bloom, <<la Cábala nació, a finales del siglo XII, como respuesta al exilio y el desconsuelo. La idea del exilio está patente en la poesía de Valente: << […] Nacieron / con los ojos azules de distancia / en la nostalgia / de Separad>> Así, pues, se puede considerar que << lo que define a un judío sefardí no es la pertenencia a Separad sino la nostalgia de Separad>>. Tanto Gelman como Valente incidirán repetidamente sobre la idea del exilio. Este último llegará a decir: <<El acto creador supone un movimiento exílico, una retracción, una distancia y, en la praxis humana, una retirada de los honores y, ciertamente, del territorio impuro del poder>>. María Zambrano también nos ofrece su pensamiento sobre la figura del exiliado: <<El exiliado posee una extraña armonía, pertenece al lugar de nadire, y explora su condición intentando llevarla hasta sus últimas consecuencias: sosteniéndose sobre el hilo que lleva de la vida a la muerte>>. Deduce la autora del ensayo que <<la figura del exiliado se acerca a una concepción mística; tiene que ver con la poesía y con el misterio: refleja un deseo de adentrarse en lo desconocido, yendo más allá de sí, despojándose del propio yo>>. Gelman es un claro ejemplo: <<El exilio modificó todo en mí>>. Su poesía se sitúa al filo de la vida y la muerte en situaciones extremas. Sin embargo, Gelman arremete contra lo que él llama <<profesionales del exilio>>. Para el exiliado la lengua materna supondrá una nueva patria. Con toda probabilidad el exiliado aturdido por la pérdida de su tierra, buscará refugio en la palabra. De tal manera que <<las palabras han de estar en el límite, traspasarlo quizá; y la vez seguir siendo comprensibles. Tienen que poseer la fuerza del llanto o el grito sin perder el sentido de la lengua>>.

Otra de las cuestiones que se plantean en el texto tiene que ver con las teorías místicas del lenguaje:<<Qué es esa dimensión secreta de la lengua, sobre cuya existencia están de acuerdo desde siempre todos los místicos…? Toma importancia aquí la palabra, lo que nos hace recordar a Antonio Machado cuando dijo: <<La poesía es palabra esencial en el tiempo>>. En otro sentido, Valente, al referirse a la lengua castellana dice: <<La lengua es bella y ancha y honda. Es un gran don. Ha tenido muy ricas expresiones en lo moderno. Desde ellas, a mí me ha gustado navegar su caudaloso río, aguas arriba, hacia la lengua del siglo XVI: Juan de Valdés, Fray Luis de León, Juan de la Cruz. Esa es la matriz que nos une al español de América y al español de la diáspora sefardí. Yo tengo un sentimiento muy vivo de la unidad de la lengua, que aloja una riquísima diversidad>>. Otra concepción del lenguaje nos muestra Gelman cuando escribe: <<Mora en la sombra la palabra que te nombraría. Cuanto te nombre, serás sombra. Crepitarás en la boca que te perdió para tenerte>>. Para Borges, <<la poesía, finalmente, sería un intento de vuelta a ese lenguaje mágico; una búsqueda de los nombres secretos a través de las palabras comunes>>.

Respecto a La palabra y el cuerpo, Elisa Martín incide en <<el lenguaje como experiencia primera y última>>. Asimismo, se nos dice: <<La escritura ocupa, al igual que la voz, un lugar trascendental en el pensamiento cabalístico>>. Se dirá, refiriéndose a la poesía de Clarisse Nicoïdski <<que está atravesada por la experiencia del cuerpo que se abre como revelación, y ofrece sus pliegues y escondrijos para cobijar las palabras (Lus ojus, las manus, la boca, constituyen un motivo de predilección en su obra)>>.

El resultado final es, pues, tan variado como doctrinas y textos han sido, desde los cabalísticos hasta las obras de Gelman, Valente, Borges y Nicoïdski; así se insiste <<en la idea compartida de que tanto las palabras como el mundo son universos interpretables>>. Sin embargo, será la experiencia de la muerte la que nos muestre a cada poeta en su esencia. En Gelman, cuando dice: <<muertos que habla y que me hablan […] como palabras / como sombras apalabrándose a la muerte>>; en Valente cuando escribe: <<Ni la palabra ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras>> y en Borges: <<Solo el que ha muerto es nuestro, solo es nuestro lo que perdimos […] No hay otros paraísos que los paraísos perdidos>>.

El lugar de la palabra es, sin duda alguna, un ensayo extraordinario, una oportunidad que nos ofrece su autora, Elisa Martín Ortega, para adentrarnos en el mundo de la Cábala y la poesía contemporánea, para profundizar en el verdadero valor de las palabras.

 

Título: El lugar de la palabra

Autor: Elisa Martín Ortega

Ediciones Cálamo (Palencia, 2013)

19 euros



Elisa Martín ortega (Valladolid, 1980) es investigadora, poeta y traductora. Ha trabajado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en un proyecto dedicado al estudio de la lengua, la literatura y la cultura de los judíos sefardíes. Es autora de los poemarios Corazón huido (Birmingham, 2003) y Ensueño (Visor, 2009). Ha traducido y comentado el Cantar de los cantares. Colabora habitualmente en el diario El Norte de Castilla.
                

Secuestrados. Estación Sur


SECUESTRADOS

La verdad es que no hay motivos fehacientes para preocuparnos por la marcha del país. Las cosas están saliendo a pedir de boca. Los presupuestos del Estado, elaborados por el inefable y súper ministro Montoro, tildados a bombo y platillo como los de la “recuperación” nos salvarán a todos, y tendremos que callar cuanto hemos dicho hasta ahora. Rajoy es nuestro presidente, el mejor presidente que España ha tenido en estos ya treinta y cinco años de democracia, y ahí están las hemerotecas. Rajoy perseverante, luchador, hasta que ha conseguido su primer objetivo, ser presidente del Gobierno de España; su segundo objetivo, acabar con el paro, y en poco tiempo lo veremos también cumplido, si ahora son 700 mil españoles los emigrados a otros países, en unos años ni un parado. ¡No digan que no es eficiente nuestro presidente! Se lo propuso y lo fue.

Quiso ser presidente por encima de todo y de todos, y ahí está, tan majo, y siempre con la verdad por delante, cumpliendo sus promesas electorales, como mandan los cánones y él, que para eso es el presidente de su partido. Rajoy, el honesto y honrado, aunque le haya salido una oveja negra llamado Bárcenas, ¡qué cosas piensan algunos!, ¿acaso no sucede esto mismo en las mejores familias?; él no tiene la culpa, y, además, no se enteraba de nada, concentrado como estaba en ser Presidente del Gobierno, y tampoco, total, por unos cuantos euros de más después de jornadas interminables de mítines y discursos, de viajes y comidas y cenas y desayunos de trabajo. ¡Qué poca consideración hay en este país para los verdaderos mártires de la patria! ¿No es suficiente con el desvelo de noches enteras pensando en cómo mejorar la sanidad, la educación, la dependencia, la fiscalidad, las pensiones, las infraestructuras, el I + D, las nuevas tecnologías, el transporte, las exportaciones, la industria, el turismo, etc., etc.? ¡Qué inconscientes somos! Tampoco ha transcurrido tanto tiempo desde su toma de posesión como presidente, confiemos en su indiscutible preparación y competencia. 
 
De verdad que no es para tanto. Hay que ser pacientes, y esperar un poco más, estoy seguro que de aquí a unos añitos, se arreglará todo y viviremos felices y nos acordaremos siempre del mejor de los presidentes. Al fin de cuentas, Rajoy, nuestro campechano Mariano, solo ha secuestrado la voluntad popular. Estamos secuestrados, sí, pero vivos aún, gracias a Dios.

Secuestrados. Estación Sur


SECUESTRADOS

La verdad es que no hay motivos fehacientes para preocuparnos por la marcha del país. Las cosas están saliendo a pedir de boca. Los presupuestos del Estado, elaborados por el inefable y súper ministro Montoro, tildados a bombo y platillo como los de la “recuperación” nos salvarán a todos, y tendremos que callar cuanto hemos dicho hasta ahora. Rajoy es nuestro presidente, el mejor presidente que España ha tenido en estos ya treinta y cinco años de democracia, y ahí están las hemerotecas. Rajoy perseverante, luchador, hasta que ha conseguido su primer objetivo, ser presidente del Gobierno de España; su segundo objetivo, acabar con el paro, y en poco tiempo lo veremos también cumplido, si ahora son 700 mil españoles los emigrados a otros países, en unos años ni un parado. ¡No digan que no es eficiente nuestro presidente! Se lo propuso y lo fue.

Quiso ser presidente por encima de todo y de todos, y ahí está, tan majo, y siempre con la verdad por delante, cumpliendo sus promesas electorales, como mandan los cánones y él, que para eso es el presidente de su partido. Rajoy, el honesto y honrado, aunque le haya salido una oveja negra llamado Bárcenas, ¡qué cosas piensan algunos!, ¿acaso no sucede esto mismo en las mejores familias?; él no tiene la culpa, y, además, no se enteraba de nada, concentrado como estaba en ser Presidente del Gobierno, y tampoco, total, por unos cuantos euros de más después de jornadas interminables de mítines y discursos, de viajes y comidas y cenas y desayunos de trabajo. ¡Qué poca consideración hay en este país para los verdaderos mártires de la patria! ¿No es suficiente con el desvelo de noches enteras pensando en cómo mejorar la sanidad, la educación, la dependencia, la fiscalidad, las pensiones, las infraestructuras, el I + D, las nuevas tecnologías, el transporte, las exportaciones, la industria, el turismo, etc., etc.? ¡Qué inconscientes somos! Tampoco ha transcurrido tanto tiempo desde su toma de posesión como presidente, confiemos en su indiscutible preparación y competencia. 
 
De verdad que no es para tanto. Hay que ser pacientes, y esperar un poco más, estoy seguro que de aquí a unos añitos, se arreglará todo y viviremos felices y nos acordaremos siempre del mejor de los presidentes. Al fin de cuentas, Rajoy, nuestro campechano Mariano, solo ha secuestrado la voluntad popular. Estamos secuestrados, sí, pero vivos aún, gracias a Dios.

El alcalde invisible. Estación Sur

Sorprendentemente no aparecía en la fotografía de la portada del periódico. Tal vez se tratara de brujería o de espejismos, pero no estaba allí, donde le correspondía, en la primera página del diario, con su declaración rimbombante y demagógica a pie de foto. Nadie sabe de él, nadie lo ha visto, se ha vuelto invisible. En su lugar, la segundona, impertérrita y sonriente. Ella, la sustituta, sabe bien de qué va esta historia.
Ha tenido tiempo suficiente para imitar al jefe supremo. Tomó buena nota en su ascendente periplo hacia el poder, y sabe bien echar balones fuera, pero sobre todo, culpar a los demás. No hay estrategia política más productiva y beneficiosa que aquella que imputa o carga las tintas sobre la inoperancia o culpabilidad de los otros. La verdad –su verdad-, entonces, surge como un rayo y llega a los lectores en palabras grandilocuentes, llamativas, soporíferas y teatralizadas, como quien ha ensayado delante del espejo horas y horas (el alcalde, aún sigue invisible). La segundona y sustituta ha cambiado ese rostro frío e hierático que le caracteriza por otro más alegre y sonriente, como corresponde a quien se autocomplace de su poder y su gloria (el alcalde la observa desde su invisibilidad, y calla). La pose está estudiada, y así se muestra, ajena al resto del mundo, como si solo existiera ella (el alcalde sigue invisible) y su halo de autosuficiencia, pero aunque no sea visible (ella no, el alcalde) siente que está a su lado, murmurador y camuflado en su disfraz de invisible, y por ello, ella sonríe, con forzado gesto, pero sonríe.



En pocos minutos, casi en un abrir y cerrar de ojos, la segundona y sustituta abre la caja de los dislates y vocea las excelencias de unos y las perversidades de los otros; no deja títere con cabeza mientras sigue sonriendo (impostora sonrisa) y apurando los últimos segundos en el estertor de la maledicencia, al fin y al cabo, ella es ahora la voz y el rostro del alcalde (invisible aún), quien sostiene en su mano temblorosa el bastón de mando (el alcalde, invisible, gesticula contrariado). La segundona se crece en su discurso y habla de promesas incumplidas -el alcalde, invisible, casi se desmaya-, de los otros –añade- (el alcalde recompone su invisibilidad) y culmina su narcisista y extenso soliloquio o soflama con una nueva digresión. Mientras tanto, y a pesar de todo, el alcalde, invisible.  

ESTACIÓN SUR, DIARIO DE ALMERÍA._José Antonio Santano


El alcalde invisible. Estación Sur

Sorprendentemente no aparecía en la fotografía de la portada del periódico. Tal vez se tratara de brujería o de espejismos, pero no estaba allí, donde le correspondía, en la primera página del diario, con su declaración rimbombante y demagógica a pie de foto. Nadie sabe de él, nadie lo ha visto, se ha vuelto invisible. En su lugar, la segundona, impertérrita y sonriente. Ella, la sustituta, sabe bien de qué va esta historia.
Ha tenido tiempo suficiente para imitar al jefe supremo. Tomó buena nota en su ascendente periplo hacia el poder, y sabe bien echar balones fuera, pero sobre todo, culpar a los demás. No hay estrategia política más productiva y beneficiosa que aquella que imputa o carga las tintas sobre la inoperancia o culpabilidad de los otros. La verdad –su verdad-, entonces, surge como un rayo y llega a los lectores en palabras grandilocuentes, llamativas, soporíferas y teatralizadas, como quien ha ensayado delante del espejo horas y horas (el alcalde, aún sigue invisible). La segundona y sustituta ha cambiado ese rostro frío e hierático que le caracteriza por otro más alegre y sonriente, como corresponde a quien se autocomplace de su poder y su gloria (el alcalde la observa desde su invisibilidad, y calla). La pose está estudiada, y así se muestra, ajena al resto del mundo, como si solo existiera ella (el alcalde sigue invisible) y su halo de autosuficiencia, pero aunque no sea visible (ella no, el alcalde) siente que está a su lado, murmurador y camuflado en su disfraz de invisible, y por ello, ella sonríe, con forzado gesto, pero sonríe.



En pocos minutos, casi en un abrir y cerrar de ojos, la segundona y sustituta abre la caja de los dislates y vocea las excelencias de unos y las perversidades de los otros; no deja títere con cabeza mientras sigue sonriendo (impostora sonrisa) y apurando los últimos segundos en el estertor de la maledicencia, al fin y al cabo, ella es ahora la voz y el rostro del alcalde (invisible aún), quien sostiene en su mano temblorosa el bastón de mando (el alcalde, invisible, gesticula contrariado). La segundona se crece en su discurso y habla de promesas incumplidas -el alcalde, invisible, casi se desmaya-, de los otros –añade- (el alcalde recompone su invisibilidad) y culmina su narcisista y extenso soliloquio o soflama con una nueva digresión. Mientras tanto, y a pesar de todo, el alcalde, invisible.  

ESTACIÓN SUR, DIARIO DE ALMERÍA._José Antonio Santano


Extraño huésped. Agustín Roble Santos

 
¡Gabriel!, ¡Gabriel! –grita emocionada mi anciana madre. Su voz resalta entre la multitud congregada en el pequeño embarcadero de Caleiro, muy cerca del poblado de Vilanova de Arousa.
Así comienza “Extraño huésped”, primera obra narrativa de Agustín Roble Santos.
 
Con esta novela Roble Santos nos presenta la historia de Cuba desde finales del siglo XIX y todo el XX, un siglo de avatares vividos por los múltiples personajes que afloran en las páginas de esta narración, en la que el autor expone “su visión de un mundo social “aparentemente iluminado” y servirlo en esa mesa heterogénea y controvertida que es “la mirada del lector”, como dice Ofelia Bravo en el prólogo. Gabriel Verdecia partirá en 1898 hasta la isla de Cuba para morir, como tantos otros soldados españoles, allí quedará para siempre su cuerpo (..Recibo un impacto de bala que atraviesa mi pierna derecha y sangro a borbotones. Me arrastro, se hace imposible mantenerme en pie […] Otra bala atraviesa mi cuello. Me desplomo y siento que ruedo lentamente por un abismo infinito) y su espíritu (..ya no siento el tronar de los cañones. Oigo una música maravillosa. Mi cuerpo ya no pesa). Este es el principio de una transformación, la que sufre el propio Verdecia y la narración; del primero porque se convierte en ese “espíritu” que vagará de un lado a otro para contarnos la historia de Cuba a través de sus gentes (Contaré cosas que parecerán absurdas para muchos y aquellas que si alguien desde la otra vida las contara podría ponerse en situaciones muy comprometidas, incluso con riesgos para su libertad y su propia existencia); de la segunda, porque cambiará el registro del discurso narrativo de primera persona a tercera. El “espíritu” de Verdecia estará presente en todos y cada uno de los personajes que fluyen por esta narración, pero también para contar así su propia vida: Trataré por todos los medios de no ser un extraño huésped. Comienza de esta manera mi verdadera vida; por lo que estaré muy atento a contarla sin perder ni un solo detalle.




“Extraño huésped” es una novela extensa (casi 500 páginas), pero no por ello excesiva o gravosa, difícil de leer, todo lo contrario, y donde la fantasía, a veces con tonos surrealistas planea por sus páginas. Agustín Roble ha sabido, como buen alquimista, combinar lenguajes, de tal manera que la lectura de la novela es ágil, con alguna interrupción propia de la utilización de vocablos autóctonos (acertadamente recogidos en un glosario al final del libro), pero que apenas si resta tiempo al lector ni lo distrae o desorienta del hilo argumental de la novela. En cuanto a su estructura narrativa diremos que es de tipo lineal, en el sentido de que existe un desarrollo sucesivo de los hechos, en este caso cronológicos; también son importantes elementos tales como el diálogo y, en oposición a éste, la narración y la descripción, que su autor alterna con habilidad. No obstante, y con independencia de la crudeza de algunas situaciones, de la realidad dramática que viven los personajes en algunos casos, Agustín Roble, maneja con ingenio el humor y la ironía, dos recursos que complementan el discurso narrativo. En otros casos, la preponderante fantasía en algunos pasajes pudiera llevarnos a pensar que nos encontramos ante el legado de un cierto realismo mágico (…cuentan los antiguos que por estos lares, en un monte conocido como Cayo de Yaya, suele salir de improviso, desde la espesura del bosque, una pequeña y misteriosa criatura de color negro, semejante a un chichiricú, cubierto de pelos, con ojos relampagueantes, alargados dientes, orejas puntiagudas, desprovisto de cola, con los dedos de sus pies en dirección contraria a lo que es normal; atrae a los mortales hasta internarlos en lo profundo del bosque, haciéndoles vagar durante días, desorientados y desfallecientes).

Por otra parte los temas que aborda Agustín Roble en esta novela son de tipo político -la narración obedece a un antes y un después de la revolución cubana-, es decir, desde el desembarco de los revolucionarios –entre ellos el Che Guevara- y su acogimiento por parte de Armando, “El Pastor”, hasta la victoria revolucionaria y el liderazgo de Fidel Castro, pasando por el enigmático episodio de Camagüey, en el que interviene Cienfuegos (Jamás se supo nada sobre el paradero de este hombre ni de sus acompañantes, tampoco del aparato). De igual manera nos descubre esta novela la sociedad cubana, cuestiones de tipo social referidas al “modus vivendi” de la población (diferencias, racismo, racionamiento de alimentos, carencia de industrias, condiciones laborales de los cortadores de caña, vivienda, homosexualidad, balseros, etc, etc., frente a los abusos del poder. Acompañan a las anteriores la religión (Una vez más el Gobierno gana la partida. Su objetivo es descabezas las religiones que le resultan incómodas…); el sexo ocupa un lugar significativo a lo largo de la narración y que nos recuerda la presencia continuada del sexo en la novela cubana contemporánea (El encuentro es apasionado rico en toqueteos, succiones y poses alucinantes. […] Las horas pasan y los amantes disfrutan olvidados de todo cuanto ocurre a su alrededor); y, por último, lo esotérico, la santería, la magia negra y la correspondiente aplicación de extraños exorcismos como el que El Brujo aplica a una muchacha de nombre Grisel (El encorvado anciano no cesa en prodigar abundantes succiones y copiosos lamidos por las enrojecidas partes íntimas de la hechizada, quien se retuerce acompasadamente; sin que se sepa a ciencia cierta si estas contorsiones se deben al influjo de los demonios o al eficaz desempeño oral del vetusto patriarca).

“Extraño huésped” es, pues, una novela con ricos y variados registros y matices que su autor, Agustín Roble, ha sabido crear para deleite del lector, pero es también, y como dice su prologuista, “paradigma de una verdad social que jamás podrá marginarse”.


Título: Extraño huésped
Autor: Agustín Roble Santos
Editorial: Alhulia, 2013 20 €


AGUSTÍN ROBLE SANTOS
(Cuba, 1959)

Es ingeniero agrónomo y doctor por la Universidad de Almería. “Extraño huésped” es su primera novela.

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986