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Haikus del Olivar. José Antonio Santano

SALÓN DE LECTURA______________________Por José Antonio Santano


HAIKUS DEL OLIVAR

El haiku es una composición poética breve: diecisiete sílabas (5-7-5) repartidas en tres versos. Lo hallamos tradicionalmente en la poesía japonesa, si bien en los últimos años ocupa un lugar significativo en la joven poesía española. Los temas contenidos en el haiku son generalmente los relacionados con los fenómenos naturales, con la vida cotidiana de la gente o el cambio de las estaciones y su estilo está marcado por la sencillez, la sutileza. En el caso que nos ocupa, y en este libro inmenso y sencillo a la vez, el olivar es el lugar elegido, los infinitos campos de olivos del Sur, de Andalucía, y más concretamente de aquellos campos –verdes mares- latentes en la mirada del poeta: los olivares jienenses y cordobeses. Nunca un lugar más apropiado para aplicar la técnica del haiku y en ella, el valor de las cosas sencillas, de las pequeñas grandes cosas que nos rodean y no sabemos darles la importancia que merecen. 


Recorrer los senderos del olivar andaluz, mirar hacia el adentro del tronco de los olivos, mecerse en las ramas, acariciar la piel violácea de las aceitunas, adormecerse en los atardeceres contemplando el crepúsculo o abismarse en el abismo de la noche lunar que resplandece en el horizonte en hilos de plata es una experiencia inolvidable. A esa experiencia nos lleva el profesor y poeta cordobés Manuel Molina González con su libro “Haikus del olivar”. Adentrarse en este libro es como volar por el paradisíaco Sur de los infinitos campos de olivos, dejarse atrapar por el aroma de los alpechines y la luz dorada de la tarde en las almazaras. Así, sin alejarse de los postulados que hacen del haiku una bellísima y sugerente forma de expresar la emoción, Manuel Molina nos propone que nos acerquemos a los contenidos en este libro, estructura en cuatro partes, tantas como estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. El poeta discurre a lo largo de todo un año en la búsqueda de esa traslación poética oriental de los campos de cerezos y arrozales, a esta del inmenso sur del olivar. Molina González se extasía con cada una de las estaciones, observa y reflexiona, con hondura hasta hallar las claves de ese tránsito del oriente al occidente, y deja ver toda la claridad que la luz del sur proclama en la infinitud de los bosques de olivos. Mas el poeta abunda en la expresión de todo lo que siente y conoce, concibiendo este libro en edición trilingüe, tres idiomas (español, inglés y japonés) se funden en uno solo, el idioma milenario del olivo, ese generoso y noble árbol, humano dios que nos da la fuerza de la solidaridad y la fraternidad humanas, tan necesarias para crear mundos nuevos y fantásticos. Con todo, el poeta devuelve la mirada a los días claros de primavera y en ellos habita, cercano al olivar que resplandece: «Geometría / con orden lineal: / viejos olivos»; vislumbra la palabra y su belleza para describir la emoción que late al ver y descubrir sobre la tierra los olivos: «Sumo el campo: / olivos tras olivos. / La inmensidad. […] Troncos trenzados, / sobre la tierra arada. / Pies centenarios.[…] Verdes varetas, / bajo un tronco maduro. / Así nacimos. […] Un acebuche / desconoce su nombre, / su extrañeza». Y luego el estío abrasará al poeta en la palabra, sentirá el fuego en los olivares y dejará que la luna ilumine su duermevela: « La luna alta, / los olivares se callan: / crecen dormidos. […] Con la calima / gorjea un saltamontes. / Julio despierta. […] Canto amarillo: / la chicharra monótona / aleteando». Mas la vida es movimiento y vuelo, abismo y lluvia de otoño en el olivar: «Barro reciente / horada una lombriz. / Agua y tierra. […] Alternan tierra / membrillar y olivar: / tapiz de campo. […] Secos caminos / y sedientos olivos: miran al cielo. […] Crecen las nubes, / gris callando al sol. / Llega la lluvia». El viento mece la palabra del poeta, va de un lado a otro, sube y baja, se abisma en los campos de verdes olivares, se refugia del frío y canta gozoso la vuelta del invierno y del fruto y su jugo verde de verde oliva: «La nieve dura / canta desde las copas. / Cruje al caer. […] Las aceitunas / serán verde aceite: / líquido oro. […] Encallecidas / las manos que varean, / Duro jornal. […] Ágil y armónico / El aceite escanciado / riega el pan». Como los campos de olivos, inmensa la voz del poeta Manuel Molina en esta propuesta poética contenida en “Haikus del olivar”, un libro tan sencillo y sincero como hondo.

Título: Haikus del olivar
Autor: Manuel Molina González

Edita: Carena (Barcelona, 2014)  

Haikus del Olivar. José Antonio Santano

SALÓN DE LECTURA______________________Por José Antonio Santano


HAIKUS DEL OLIVAR

El haiku es una composición poética breve: diecisiete sílabas (5-7-5) repartidas en tres versos. Lo hallamos tradicionalmente en la poesía japonesa, si bien en los últimos años ocupa un lugar significativo en la joven poesía española. Los temas contenidos en el haiku son generalmente los relacionados con los fenómenos naturales, con la vida cotidiana de la gente o el cambio de las estaciones y su estilo está marcado por la sencillez, la sutileza. En el caso que nos ocupa, y en este libro inmenso y sencillo a la vez, el olivar es el lugar elegido, los infinitos campos de olivos del Sur, de Andalucía, y más concretamente de aquellos campos –verdes mares- latentes en la mirada del poeta: los olivares jienenses y cordobeses. Nunca un lugar más apropiado para aplicar la técnica del haiku y en ella, el valor de las cosas sencillas, de las pequeñas grandes cosas que nos rodean y no sabemos darles la importancia que merecen. 


Recorrer los senderos del olivar andaluz, mirar hacia el adentro del tronco de los olivos, mecerse en las ramas, acariciar la piel violácea de las aceitunas, adormecerse en los atardeceres contemplando el crepúsculo o abismarse en el abismo de la noche lunar que resplandece en el horizonte en hilos de plata es una experiencia inolvidable. A esa experiencia nos lleva el profesor y poeta cordobés Manuel Molina González con su libro “Haikus del olivar”. Adentrarse en este libro es como volar por el paradisíaco Sur de los infinitos campos de olivos, dejarse atrapar por el aroma de los alpechines y la luz dorada de la tarde en las almazaras. Así, sin alejarse de los postulados que hacen del haiku una bellísima y sugerente forma de expresar la emoción, Manuel Molina nos propone que nos acerquemos a los contenidos en este libro, estructura en cuatro partes, tantas como estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. El poeta discurre a lo largo de todo un año en la búsqueda de esa traslación poética oriental de los campos de cerezos y arrozales, a esta del inmenso sur del olivar. Molina González se extasía con cada una de las estaciones, observa y reflexiona, con hondura hasta hallar las claves de ese tránsito del oriente al occidente, y deja ver toda la claridad que la luz del sur proclama en la infinitud de los bosques de olivos. Mas el poeta abunda en la expresión de todo lo que siente y conoce, concibiendo este libro en edición trilingüe, tres idiomas (español, inglés y japonés) se funden en uno solo, el idioma milenario del olivo, ese generoso y noble árbol, humano dios que nos da la fuerza de la solidaridad y la fraternidad humanas, tan necesarias para crear mundos nuevos y fantásticos. Con todo, el poeta devuelve la mirada a los días claros de primavera y en ellos habita, cercano al olivar que resplandece: «Geometría / con orden lineal: / viejos olivos»; vislumbra la palabra y su belleza para describir la emoción que late al ver y descubrir sobre la tierra los olivos: «Sumo el campo: / olivos tras olivos. / La inmensidad. […] Troncos trenzados, / sobre la tierra arada. / Pies centenarios.[…] Verdes varetas, / bajo un tronco maduro. / Así nacimos. […] Un acebuche / desconoce su nombre, / su extrañeza». Y luego el estío abrasará al poeta en la palabra, sentirá el fuego en los olivares y dejará que la luna ilumine su duermevela: « La luna alta, / los olivares se callan: / crecen dormidos. […] Con la calima / gorjea un saltamontes. / Julio despierta. […] Canto amarillo: / la chicharra monótona / aleteando». Mas la vida es movimiento y vuelo, abismo y lluvia de otoño en el olivar: «Barro reciente / horada una lombriz. / Agua y tierra. […] Alternan tierra / membrillar y olivar: / tapiz de campo. […] Secos caminos / y sedientos olivos: miran al cielo. […] Crecen las nubes, / gris callando al sol. / Llega la lluvia». El viento mece la palabra del poeta, va de un lado a otro, sube y baja, se abisma en los campos de verdes olivares, se refugia del frío y canta gozoso la vuelta del invierno y del fruto y su jugo verde de verde oliva: «La nieve dura / canta desde las copas. / Cruje al caer. […] Las aceitunas / serán verde aceite: / líquido oro. […] Encallecidas / las manos que varean, / Duro jornal. […] Ágil y armónico / El aceite escanciado / riega el pan». Como los campos de olivos, inmensa la voz del poeta Manuel Molina en esta propuesta poética contenida en “Haikus del olivar”, un libro tan sencillo y sincero como hondo.

Título: Haikus del olivar
Autor: Manuel Molina González

Edita: Carena (Barcelona, 2014)  

Haikus del olivar. Manuel Molina González

SALÓN DE LECTURA______________________Por José Antonio Santano


HAIKUS DEL OLIVAR

El haiku es una composición poética breve: diecisiete sílabas (5-7-5) repartidas en tres versos. Lo hallamos tradicionalmente en la poesía japonesa, si bien en los últimos años ocupa un lugar significativo en la joven poesía española. Los temas contenidos en el haiku son generalmente los relacionados con los fenómenos naturales, con la vida cotidiana de la gente o el cambio de las estaciones y su estilo está marcado por la sencillez, la sutileza. En el caso que nos ocupa, y en este libro inmenso y sencillo a la vez, el olivar es el lugar elegido, los infinitos campos de olivos del Sur, de Andalucía, y más concretamente de aquellos campos –verdes mares- latentes en la mirada del poeta: los olivares jienenses y cordobeses. Nunca un lugar más apropiado para aplicar la técnica del haiku y en ella, el valor de las cosas sencillas, de las pequeñas grandes cosas que nos rodean y no sabemos darles la importancia que merecen. 


Recorrer los senderos del olivar andaluz, mirar hacia el adentro del tronco de los olivos, mecerse en las ramas, acariciar la piel violácea de las aceitunas, adormecerse en los atardeceres contemplando el crepúsculo o abismarse en el abismo de la noche lunar que resplandece en el horizonte en hilos de plata es una experiencia inolvidable. A esa experiencia nos lleva el profesor y poeta cordobés Manuel Molina González con su libro “Haikus del olivar”. Adentrarse en este libro es como volar por el paradisíaco Sur de los infinitos campos de olivos, dejarse atrapar por el aroma de los alpechines y la luz dorada de la tarde en las almazaras. Así, sin alejarse de los postulados que hacen del haiku una bellísima y sugerente forma de expresar la emoción, Manuel Molina nos propone que nos acerquemos a los contenidos en este libro, estructura en cuatro partes, tantas como estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. El poeta discurre a lo largo de todo un año en la búsqueda de esa traslación poética oriental de los campos de cerezos y arrozales, a esta del inmenso sur del olivar. Molina González se extasía con cada una de las estaciones, observa y reflexiona, con hondura hasta hallar las claves de ese tránsito del oriente al occidente, y deja ver toda la claridad que la luz del sur proclama en la infinitud de los bosques de olivos. Mas el poeta abunda en la expresión de todo lo que siente y conoce, concibiendo este libro en edición trilingüe, tres idiomas (español, inglés y japonés) se funden en uno solo, el idioma milenario del olivo, ese generoso y noble árbol, humano dios que nos da la fuerza de la solidaridad y la fraternidad humanas, tan necesarias para crear mundos nuevos y fantásticos. Con todo, el poeta devuelve la mirada a los días claros de primavera y en ellos habita, cercano al olivar que resplandece: «Geometría / con orden lineal: / viejos olivos»; vislumbra la palabra y su belleza para describir la emoción que late al ver y descubrir sobre la tierra los olivos: «Sumo el campo: / olivos tras olivos. / La inmensidad. […] Troncos trenzados, / sobre la tierra arada. / Pies centenarios.[…] Verdes varetas, / bajo un tronco maduro. / Así nacimos. […] Un acebuche / desconoce su nombre, / su extrañeza». Y luego el estío abrasará al poeta en la palabra, sentirá el fuego en los olivares y dejará que la luna ilumine su duermevela: « La luna alta, / los olivares se callan: / crecen dormidos. […] Con la calima / gorjea un saltamontes. / Julio despierta. […] Canto amarillo: / la chicharra monótona / aleteando». Mas la vida es movimiento y vuelo, abismo y lluvia de otoño en el olivar: «Barro reciente / horada una lombriz. / Agua y tierra. […] Alternan tierra / membrillar y olivar: / tapiz de campo. […] Secos caminos / y sedientos olivos: miran al cielo. […] Crecen las nubes, / gris callando al sol. / Llega la lluvia». El viento mece la palabra del poeta, va de un lado a otro, sube y baja, se abisma en los campos de verdes olivares, se refugia del frío y canta gozoso la vuelta del invierno y del fruto y su jugo verde de verde oliva: «La nieve dura / canta desde las copas. / Cruje al caer. […] Las aceitunas / serán verde aceite: / líquido oro. […] Encallecidas / las manos que varean, / Duro jornal. […] Ágil y armónico / El aceite escanciado / riega el pan». Como los campos de olivos, inmensa la voz del poeta Manuel Molina en esta propuesta poética contenida en “Haikus del olivar”, un libro tan sencillo y sincero como hondo.

Título: Haikus del olivar
Autor: Manuel Molina González

Edita: Carena (Barcelona, 2014)  

Haikus del olivar. Manuel Molina González

SALÓN DE LECTURA______________________Por José Antonio Santano


HAIKUS DEL OLIVAR

El haiku es una composición poética breve: diecisiete sílabas (5-7-5) repartidas en tres versos. Lo hallamos tradicionalmente en la poesía japonesa, si bien en los últimos años ocupa un lugar significativo en la joven poesía española. Los temas contenidos en el haiku son generalmente los relacionados con los fenómenos naturales, con la vida cotidiana de la gente o el cambio de las estaciones y su estilo está marcado por la sencillez, la sutileza. En el caso que nos ocupa, y en este libro inmenso y sencillo a la vez, el olivar es el lugar elegido, los infinitos campos de olivos del Sur, de Andalucía, y más concretamente de aquellos campos –verdes mares- latentes en la mirada del poeta: los olivares jienenses y cordobeses. Nunca un lugar más apropiado para aplicar la técnica del haiku y en ella, el valor de las cosas sencillas, de las pequeñas grandes cosas que nos rodean y no sabemos darles la importancia que merecen. 


Recorrer los senderos del olivar andaluz, mirar hacia el adentro del tronco de los olivos, mecerse en las ramas, acariciar la piel violácea de las aceitunas, adormecerse en los atardeceres contemplando el crepúsculo o abismarse en el abismo de la noche lunar que resplandece en el horizonte en hilos de plata es una experiencia inolvidable. A esa experiencia nos lleva el profesor y poeta cordobés Manuel Molina González con su libro “Haikus del olivar”. Adentrarse en este libro es como volar por el paradisíaco Sur de los infinitos campos de olivos, dejarse atrapar por el aroma de los alpechines y la luz dorada de la tarde en las almazaras. Así, sin alejarse de los postulados que hacen del haiku una bellísima y sugerente forma de expresar la emoción, Manuel Molina nos propone que nos acerquemos a los contenidos en este libro, estructura en cuatro partes, tantas como estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. El poeta discurre a lo largo de todo un año en la búsqueda de esa traslación poética oriental de los campos de cerezos y arrozales, a esta del inmenso sur del olivar. Molina González se extasía con cada una de las estaciones, observa y reflexiona, con hondura hasta hallar las claves de ese tránsito del oriente al occidente, y deja ver toda la claridad que la luz del sur proclama en la infinitud de los bosques de olivos. Mas el poeta abunda en la expresión de todo lo que siente y conoce, concibiendo este libro en edición trilingüe, tres idiomas (español, inglés y japonés) se funden en uno solo, el idioma milenario del olivo, ese generoso y noble árbol, humano dios que nos da la fuerza de la solidaridad y la fraternidad humanas, tan necesarias para crear mundos nuevos y fantásticos. Con todo, el poeta devuelve la mirada a los días claros de primavera y en ellos habita, cercano al olivar que resplandece: «Geometría / con orden lineal: / viejos olivos»; vislumbra la palabra y su belleza para describir la emoción que late al ver y descubrir sobre la tierra los olivos: «Sumo el campo: / olivos tras olivos. / La inmensidad. […] Troncos trenzados, / sobre la tierra arada. / Pies centenarios.[…] Verdes varetas, / bajo un tronco maduro. / Así nacimos. […] Un acebuche / desconoce su nombre, / su extrañeza». Y luego el estío abrasará al poeta en la palabra, sentirá el fuego en los olivares y dejará que la luna ilumine su duermevela: « La luna alta, / los olivares se callan: / crecen dormidos. […] Con la calima / gorjea un saltamontes. / Julio despierta. […] Canto amarillo: / la chicharra monótona / aleteando». Mas la vida es movimiento y vuelo, abismo y lluvia de otoño en el olivar: «Barro reciente / horada una lombriz. / Agua y tierra. […] Alternan tierra / membrillar y olivar: / tapiz de campo. […] Secos caminos / y sedientos olivos: miran al cielo. […] Crecen las nubes, / gris callando al sol. / Llega la lluvia». El viento mece la palabra del poeta, va de un lado a otro, sube y baja, se abisma en los campos de verdes olivares, se refugia del frío y canta gozoso la vuelta del invierno y del fruto y su jugo verde de verde oliva: «La nieve dura / canta desde las copas. / Cruje al caer. […] Las aceitunas / serán verde aceite: / líquido oro. […] Encallecidas / las manos que varean, / Duro jornal. […] Ágil y armónico / El aceite escanciado / riega el pan». Como los campos de olivos, inmensa la voz del poeta Manuel Molina en esta propuesta poética contenida en “Haikus del olivar”, un libro tan sencillo y sincero como hondo.

Título: Haikus del olivar
Autor: Manuel Molina González

Edita: Carena (Barcelona, 2014)  

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986