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Malola.Estación Sur

ESTACIÓN SUR. Diario de Almería.



DICE el poeta Antonio Colinas, en el prólogo al recién publicado "Idilios" (libro inédito), de Juan Ramón Jiménez: "La palabra en los límites del ser y de ser. No otra cosa es la mejor poesía". Ciertamente, la palabra en su propio límite que es, por otra parte, ilimitado, ha de imbricarse en el ser, y además, ha de ser, para poder llevar a cabo esa sensación de vértigo, de alteración interior, de conmoción, de éxtasis. La palabra que trasciende la realidad convirtiendo a ésta en algo mágico y misterioso, encumbrada por el ingenio y la emoción del poeta. Pues bien, algo de esto ocurrió hace unos días, al leer un poemario antiguo (1976) pero reeditado ahora por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA), "Malola", del poeta murciano afincado en Almería, Domingo Nicolás.

"Malola" es un bello y extenso poema a camino entre el verso libre y la prosa poética, como dijo en su día el también poeta Juan José Ceba, y yo diría más, es un poema que nace del dolor y trasciende el dolor convirtiéndose así, en esencia, llama de amor: Malola. Desde el preciso instante de su pérdida, el poeta se abisma, se metamorfea en otro ser que es el mismo ser ausente (Malola) y su figura es un jardín de rosas y estanques con nenúfares, la voz del viento hacia levante, una vuelta a los orígenes de la vida y la muerte: "Sin vida y aún cálido tu cuerpo, es acunado entre mis brazos y mi pecho. Ardiente todavía y dormida para siempre".

Malola es la elegía en sí, el canto que nunca acaba, el sueño que se repite cada noche cuando la luna otea la tierra desde su altura de siglos, y el poeta solo el compañero de viaje, el que asiste, conforta y reconforta la espera en el reencuentro: "Malola, he grabado con sudor y amor tu nombre sobre el más alto granito; y lo besas las estrellas y el viento. He grabado tu nombre con sudor y amor sobre el más profundo acantilado; y lo besa el mar". Malola es esa sinfonía que nunca acaba, que vuelve siempre para otoño y primavera, que se hace luz en las umbrías y recorre los caminos por donde el poeta, errante y solitario, bebe los silencios de la vida. Y así será siempre. Domingo Nicolás es Malola, y viceversa, ambos son la misma mar y el mismo cielo, los silencios que habitan en los días de lluvia y los ecos que anuncian el devenir del tiempo:
Colaboración con DIARIO DE ALMERÍA. ESTACIÓN SUR

Malola.Estación Sur

ESTACIÓN SUR. Diario de Almería.



DICE el poeta Antonio Colinas, en el prólogo al recién publicado "Idilios" (libro inédito), de Juan Ramón Jiménez: "La palabra en los límites del ser y de ser. No otra cosa es la mejor poesía". Ciertamente, la palabra en su propio límite que es, por otra parte, ilimitado, ha de imbricarse en el ser, y además, ha de ser, para poder llevar a cabo esa sensación de vértigo, de alteración interior, de conmoción, de éxtasis. La palabra que trasciende la realidad convirtiendo a ésta en algo mágico y misterioso, encumbrada por el ingenio y la emoción del poeta. Pues bien, algo de esto ocurrió hace unos días, al leer un poemario antiguo (1976) pero reeditado ahora por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA), "Malola", del poeta murciano afincado en Almería, Domingo Nicolás.

"Malola" es un bello y extenso poema a camino entre el verso libre y la prosa poética, como dijo en su día el también poeta Juan José Ceba, y yo diría más, es un poema que nace del dolor y trasciende el dolor convirtiéndose así, en esencia, llama de amor: Malola. Desde el preciso instante de su pérdida, el poeta se abisma, se metamorfea en otro ser que es el mismo ser ausente (Malola) y su figura es un jardín de rosas y estanques con nenúfares, la voz del viento hacia levante, una vuelta a los orígenes de la vida y la muerte: "Sin vida y aún cálido tu cuerpo, es acunado entre mis brazos y mi pecho. Ardiente todavía y dormida para siempre".

Malola es la elegía en sí, el canto que nunca acaba, el sueño que se repite cada noche cuando la luna otea la tierra desde su altura de siglos, y el poeta solo el compañero de viaje, el que asiste, conforta y reconforta la espera en el reencuentro: "Malola, he grabado con sudor y amor tu nombre sobre el más alto granito; y lo besas las estrellas y el viento. He grabado tu nombre con sudor y amor sobre el más profundo acantilado; y lo besa el mar". Malola es esa sinfonía que nunca acaba, que vuelve siempre para otoño y primavera, que se hace luz en las umbrías y recorre los caminos por donde el poeta, errante y solitario, bebe los silencios de la vida. Y así será siempre. Domingo Nicolás es Malola, y viceversa, ambos son la misma mar y el mismo cielo, los silencios que habitan en los días de lluvia y los ecos que anuncian el devenir del tiempo:
Colaboración con DIARIO DE ALMERÍA. ESTACIÓN SUR

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986