ESCAPARATE DE LIBROS
José Antonio
Santano
Afuera hay
sol
Hace
unos meses llegaba a mis manos el libro de poemas Afuera hay sol, de
María José Sáenz (Tremp, Lérida, 1953). En su biografía consta que es
Licenciada en Medicina y Cirugía, especialista en Medicina Familiar y
Comunitaria y en Medicina Naturista. Poco que ver, hasta ahora, con la poesía.
Pero si leemos algo más de la nota curricular, comprobamos que «trabaja con
mujeres en grupos psicopedagógicos en los que una de las herramientas
fundamentales es el análisis de textos». Esta circunstancia, especialmente, es la
más clarificadora si nos atenemos al contenido de este poemario. La poesía,
entonces, la que percibe María José Sáenz, convierte su experiencia vital con
las mujeres de esos talleres, en “ácido almíbar” (título de un poemario de Rafael
Soler), oxímoron viene como anillo al dedo y que mejor concuerda con los poemas
de Afuera hay sol: «Afuera hay sol. / Detente y míralo, / escucha su
cierta melodía / en su triste corazón aún caliente». Ciertamente, y a
pesar de las amargas vivencias de las mujeres que atiende como profesional nuestra
poeta, la palabra es aquí verdadero bálsamo, el calmante, la pócima capaz de
aliviar tanto sufrimiento o tanta soledad: «A la consulta vienen las mujeres
casi siempre solas. / Hay trampas en las casas, / largas vigilias donde arde el
alcohol y el sometimiento. / Estas historias me hacen tanto daño como un endiablado
rayo / de tormenta seca: sin agua para sofocar los terribles incendios / del
bosque que crece en el corazón. / Tengo miedo de seguir contemplando desiertos
de ceniza».
La
poesía es como el sol que nos calienta, como la luz que nos guía o el vuelo de
un pájaro en el firmamento. Este poemario, el primero de María José Sáenz,
contiene la ardentía de la palabra, esa que nace del silencio y muere en el
silencio. La mujer es el centro, su sensibilidad se muestra en cada verso y su
condición femenina nos descubre un mundo tan cercano como desconocido. Herida
por la cotidianidad de su trabajo desvela Sáenz lugares comunes y voces desgarradoras:
«De todas las experiencias, quizá / la menos asumible, y la que deja en el alma
/ una isla solitaria y oculta, / es ver morir a un hijo o a una hija. // Esta misteriosa
frase repetía en la consulta: / “Mi dolor no tiene remedio ni fronteras / pero
no quiero perderlo». Del dolor y la soledad nace la palabra poética de María
José Sáenz, también de la ajena se retroalimenta para crear un espacio, una
isla, un universo propio donde amasa día a día el amor y la esperanza: «En mi
jardín nocturno crece / la mala hierba del desasosiego; el trajín acumulado de
los días, / la espina del dolor que traiga a casa, / el ancho sufrimiento que
viste los tapiales / como una enredadera; / la enferma flor de amores
desdichados, la temblorosa hoja de amargas decepciones. // Y en mi jardín
nocturno también crece / el ebrio perfume de las rosas, / el aroma calmo de
azahar, / la deliciosa emanación de hierbaluisa, / la misteriosa esencia de la
madreselva, / el bálsamo fragante de toda la feliz verdura. / Es éste mi vivir
y doy gracias por él». Siente la poeta en su ser al otro ser, ese que en el
tiempo brama, sometido, violentado tal vez, y ya no cabe sino alentar la
palabra, que vuele alta, sobre el mundo: «Qué es lo que hemos aprendido / en
las alas del tiempo? / Ya no puedo soñar, la alegría se pudre como un hongo /
en el aire brutal de tu dolor, hermana, hermano. / Regreso a casa y abro la
ventana: / el monte duerme acariciado por la bruma». A la mujer inquiere, a la
que calla en su miedo todos sus padecimientos, cada punzada, cada golpe, en ese
calvario continuo que la humilla y la destrona de la vida. Por eso el grito,
consecuencia de lo vivido y sentido por la poeta con otras mujeres, como una
rotunda sentencia: «Si tú no hablas, hablará tu cuerpo».
Título: Afuera hay sol
Autora: María José Sáenz
Editorial: Olifante (Zaragoza, 2022)