El libro
que comentamos en esta ocasión es una obra ensayística, que bajo el
título de
El lugar de la palabra y autoría de Elisa Martín
Ortega nos propone un estudio sobre Cábala y poesía contemporánea.
Novedosa propuesta de Elisa Martín, quien nos adentra en esas a
través, fundamentalmente, de tres autores de la literatura
universal: José Ángel Valente, Jorge Luis Borges y Juan Gelman, así
como la poeta judeoespañola Clarisse Nicoïdski. Cábala y poesía
en la mirada atenta de esta investigadora, con cuyo trabajo
disfrutará, con toda seguridad, todo lector que se precie. Un
estudio profundo y estimulante, abierto a múltiples reflexiones
sobre la cábala y su incidencia en la poesía contemporánea. Ya
desde la introducción se nos advierte: <<La Cábala y la
poesía constituyen, en un sentido estricto, universos paralelos. No
se enfrentan ni compiten en saber o en belleza porque su razón de
existir y sus propios fines son distantes, diversos>>.
En
cuanto al primero de los bloques estudiados, la interpretación,
Borges se siente atraído por la Cábala en <<la idea de que el
mundo es un simple sistema de símbolos; que el mundo entero,
incluidas las estrellas, simboliza la escritura secreta de Dios>>.
El camino de la interpretación queda expedito, y así queda escrito:
<<En sus versos, el poeta intenta llevar a cabo un trabajo de
interpretación del mundo, atendiendo a los murmullos, los sonidos y
las luces, tratando de revelar su significado oculto>>. Para
todo este trabajo se toma como fuente el texto más importante de la
Cábala, el Sefer ha-Zohar (Libro del Esplendor), escrita en Castilla
allá por el siglo XIII. Gelman dijo: <<dar con la palabra que
calla lo que dice>>. La palabras esconden el misterio de lo
cotidiano, y Gelman lo sabe bien, porque bucea en cada una de esas
palabras que usamos diariamente con la intención de crear otras
nuevas; interpreta así el mundo y nos revela otro diferente y
diverso. José Ángel Valente, por su parte escribe: <<Y en el
espacio de la creación no hay nada (para que algo pueda ser creado).
La creación de la nada es el principio absoluto de toda creación>>.
El poeta gallego <<reconoció, en una entrevista, la
correspondencia entre las ideas de la Cábala de Safed y su propia
poética>>. Escribe la autora de este texto que las relaciones
entre Cábala y poesía son antiguas y se producen en ambas
direcciones, remontándose a los orígenes de la doctrina. En otro
orden de cosas la Cábala y la infancia mantienen una relación
significativa. La infancia, entendida como ese espacio o territorio
previo al lenguaje. <<La niñez, como silencio, es el
territorio de lo inefable>>, nos indica Martín Ortega; de ahí
que el poeta siempre aspire a reencontrarla, redescubrirla, motivo
fundamental de la poesía de Gelman. Para Anidjar, la Cábala no es
solo literatura, pero también es literatura. Podría decirse, como
conclusión respecto a la interpretación que, <<según la
Cábala y la tradición judía general, nos es un juego, sino una
actitud fundadora, el principal motor del pensamiento>>.
Una
segunda parte nos habla del exilio. Para Bloom, <<la Cábala
nació, a finales del siglo XII, como respuesta al exilio y el
desconsuelo. La idea del exilio está patente en la poesía de
Valente: << […] Nacieron / con los ojos azules de distancia /
en la nostalgia / de Separad>> Así, pues, se puede considerar
que << lo que define a un judío sefardí no es la pertenencia
a Separad sino la nostalgia de Separad>>. Tanto Gelman como
Valente incidirán repetidamente sobre la idea del exilio. Este
último llegará a decir: <<El acto creador supone un
movimiento exílico, una retracción, una distancia y, en la praxis
humana, una retirada de los honores y, ciertamente, del territorio
impuro del poder>>. María Zambrano también nos ofrece su
pensamiento sobre la figura del exiliado: <<El exiliado posee
una extraña armonía, pertenece al lugar de nadire, y explora su
condición intentando llevarla hasta sus últimas consecuencias:
sosteniéndose sobre el hilo que lleva de la vida a la muerte>>.
Deduce la autora del ensayo que <<la figura del exiliado se
acerca a una concepción mística; tiene que ver con la poesía y con
el misterio: refleja un deseo de adentrarse en lo desconocido, yendo
más allá de sí, despojándose del propio yo>>. Gelman es un
claro ejemplo: <<El exilio modificó todo en mí>>. Su
poesía se sitúa al filo de la vida y la muerte en situaciones
extremas. Sin embargo, Gelman arremete contra lo que él llama
<<profesionales del exilio>>. Para el exiliado la lengua
materna supondrá una nueva patria. Con toda probabilidad el exiliado
aturdido por la pérdida de su tierra, buscará refugio en la
palabra. De tal manera que <<las palabras han de estar en el
límite, traspasarlo quizá; y la vez seguir siendo comprensibles.
Tienen que poseer la fuerza del llanto o el grito sin perder el
sentido de la lengua>>.
Otra de
las cuestiones que se plantean en el texto tiene que ver con las
teorías místicas del lenguaje:<<Qué es esa dimensión
secreta de la lengua, sobre cuya existencia están de acuerdo desde
siempre todos los místicos…? Toma importancia aquí la palabra, lo
que nos hace recordar a Antonio Machado cuando dijo: <<La
poesía es palabra esencial en el tiempo>>. En otro sentido,
Valente, al referirse a la lengua castellana dice: <<La lengua
es bella y ancha y honda. Es un gran don. Ha tenido muy ricas
expresiones en lo moderno. Desde ellas, a mí me ha gustado navegar
su caudaloso río, aguas arriba, hacia la lengua del siglo XVI: Juan
de Valdés, Fray Luis de León, Juan de la Cruz. Esa es la matriz que
nos une al español de América y al español de la diáspora
sefardí. Yo tengo un sentimiento muy vivo de la unidad de la lengua,
que aloja una riquísima diversidad>>. Otra concepción del
lenguaje nos muestra Gelman cuando escribe: <<Mora en la sombra
la palabra que te nombraría. Cuanto te nombre, serás sombra.
Crepitarás en la boca que te perdió para tenerte>>. Para
Borges, <<la poesía, finalmente, sería un intento de vuelta a
ese lenguaje mágico; una búsqueda de los nombres secretos a través
de las palabras comunes>>.
Respecto
a La palabra y el cuerpo, Elisa Martín incide en <<el
lenguaje como experiencia primera y última>>. Asimismo, se nos
dice: <<La escritura ocupa, al igual que la voz, un lugar
trascendental en el pensamiento cabalístico>>. Se dirá,
refiriéndose a la poesía de Clarisse Nicoïdski <<que está
atravesada por la experiencia del cuerpo que se abre como revelación,
y ofrece sus pliegues y escondrijos para cobijar las palabras (Lus
ojus, las manus, la boca, constituyen un motivo de predilección en
su obra)>>.
El
resultado final es, pues, tan variado como doctrinas y textos han
sido, desde los cabalísticos hasta las obras de Gelman, Valente,
Borges y Nicoïdski; así se insiste <<en la idea compartida de
que tanto las palabras como el mundo son universos interpretables>>.
Sin embargo, será la experiencia de la muerte la que nos muestre a
cada poeta en su esencia. En Gelman, cuando dice: <<muertos que
habla y que me hablan […] como palabras / como sombras
apalabrándose a la muerte>>; en Valente cuando escribe: <<Ni
la palabra ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras>>
y en Borges: <<Solo el que ha muerto es nuestro, solo es
nuestro lo que perdimos […] No hay otros paraísos que los paraísos
perdidos>>.
El
lugar de la palabra es, sin duda alguna, un ensayo
extraordinario, una oportunidad que nos ofrece su autora, Elisa
Martín Ortega, para adentrarnos en el mundo de la Cábala y la
poesía contemporánea, para profundizar en el verdadero valor de las
palabras.
Título: El lugar de la palabra
Autor: Elisa Martín Ortega
Ediciones Cálamo (Palencia, 2013)
19 euros
Elisa Martín ortega
(Valladolid,
1980) es investigadora, poeta y traductora. Ha trabajado en la
Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, en un proyecto dedicado al estudio de
la lengua, la literatura y la cultura de los judíos sefardíes. Es
autora de los poemarios Corazón huido (Birmingham, 2003) y
Ensueño (Visor, 2009). Ha traducido y comentado el Cantar
de los cantares. Colabora habitualmente en el diario El Norte
de Castilla.