DEMOLICIÓN, FRANCISCO CAÑABATE RECHE, por JOSÉ ANTONIO SANTANO para DIARIO DE ALMERÍA |
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DEMOLICIÓN de FRANCISCO CAÑABATE RECHE por JOSÉ ANTONIO SANTANO
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DEMOLICIÓN, FRANCISCO CAÑABATE RECHE, por JOSÉ ANTONIO SANTANO para DIARIO DE ALMERÍA |
MATRIA .- SALÓN DE LECTURA : José Antonio Santano
Solo un nombre a veces es suficiente para regresarte al origen, a ese lugar oscuro y líquido que cobija el silencio en toda su inmensidad. Solo un nombre, una palabra que nace viva y libre, un monosílabo para definir y describir cuanto el hombre necesita saber de sí mismo. El todo y la nada de un laberinto creciente, que deja su luz en las cosas sencillas y cotidianas, que no necesita sino de la soledad y el silencio para florecer, para espigarse en el espacio y el tiempo vividos. Raquel Lanseros declara que para ella «la poesía es un territorio de libertad, también de resistencia y de investigación de lo individual y colectivo, una herramienta efectiva para luchar contra el paso del tiempo, la fugacidad de la vida. Por eso entiende que la poesía ha de estar alimentada de sinceridad, de autenticidad suficiente para crear e interpretar el mundo». Y, ciertamente, en ‘Matria’, último libro de la jerezana, hallamos sinceridad, resistencia y libertad, tres elementos fundamentales a la hora de aplicar una hermenéutica conforme a la idea conceptual que de la poesía tiene su autora. Por estas y otras razones ‘Matria’, a juicio del jurado del Premio de la Crítica 2019 ha merecido ser distinguido y galardonado con dicho premio por considerar que «es un poemario original que destaca en tres planos: realidad trascendida dentro de un territorio íntimo, culturas perfectamente asimiladas por la autora y una imaginación transmutadora y desbordada que desarrolla un universo poético propio y original que define a una poeta cuya honda personalidad está ya asentada con fuerza en las letras española». Y yo añadiría que es un texto envolvente, que se aleja y mucho de la influencia de corrientes y tendencias poéticas actuales, hasta el punto de considerar que su autora, en creciente madurez, ha creado una estética propia, consecuencia directa de la interrelación de la más rica tradición lírica española y la interiorización conceptual de la realidad apremiante en la que vive, de tal manera que partiendo de un lenguaje preciso y renovado, desde la preeminencia de valores tales como la libertad, resistencia y sinceridad, construye un sólido discurso de una otra realidad que interpreta y muestra con sencillez suprema y que provoca en el lector una sensación embriagadora de plenitud. ‘Matria’ es el gran monumento a la palabra, a la lengua (otras lenguas como la inglesa, la francesa o las indígenas americanas) por ser hija del mestizaje («Nací en el sur de Europa, donde todos los pueblos se quedaron. / Soy hija del camino, el azar y la distancia. / Amo el decir callado de los que piensan hondo / y el tintineo feliz de quienes sueñan. / En cada surco encuentro una nueva llanura / en cada madrugada semillas del crepúsculo.»), a la poesía, con la que dialoga constantemente en este libro: «Bendito sea el día, el mes, el año / y la estación, el tiempo, la hora, el punto / en que nació: Poesía / que sabe hablar con Dios y nunca muere.». Lanseros bucea en el lenguaje como fuente natural de inspiración y creatividad, desde un trabajo ímprobo por descubrir tonalidades y matices que distingan su quehacer poético y provoque al mismo tiempo en el lector ese temblor, ese chispazo tan necesario para vislumbrar el camino que ha de llevarnos al fin a la meta propuesta o soñada. ‘Matria’ es un viaje al origen de toda humanidad, al nacimiento biológico y conceptual de vida, y por eso se dedica el texto al hijo («Laten dentro de mí dos corazones. / Uno lleva conmigo cuántos años...// El otro es breve y frágil / apenas perceptible / aún cuenta por semanas su presente», y por eso es también el territorio de los símbolos y los afectos desde la feminidad más sincera de “España” cono matria y no patria, en un canto general que asume y establece la poeta en un diálogo continuo con la realidad cercana de una Europa tan segada como las palabras que conforman los versos del poema del mismo título («amo la Europa del siglo veintiuno / por lo mucho que separece a mí / desmembrada y cosida...»), con el pasado aciago de su historia («Fue en España donde mi generación aprendió / que una guerra también puede perderse / mucho antes de nacer.») y el devenir futuro en la traslación de un humanismo solidario tan necesario como oportuno en este tiempo de incertidumbres y desaliento, y que solo el amor puede anunciarlo, incluso desde la perspectiva predestinada de la muerte (Amo todas las manos. / ¿Qué son? ¿Qué pueden solas? / Son otras manos las que mueven los trenes / otras las que conectan las bombillas / otras las que abastecen los bazares. // Y serán otras manos / tal vez aún no nacidas / las que caven la tierra que me habrá de cubrir» Tal vez sea la vuelta a los orígenes, a la ‘Matria’ la razón existencial que mueve el pensamiento y la emoción que anidan en las páginas de este libro y que podría resumirse en esencia en estos versos: «Nos llamamos memoria, sol, infancia. / Nos llamamos semilla. / Nuestro nombre es la casa / donde nace la madre.». Y así un día nació la palabra libre y sincera de la mujer y poeta, y viceversa, que es Raquel Lanseros, una de las voces más sólidas del panorama poético español.
MATRIA .- SALÓN DE LECTURA : José Antonio Santano
Solo un nombre a veces es suficiente para regresarte al origen, a ese lugar oscuro y líquido que cobija el silencio en toda su inmensidad. Solo un nombre, una palabra que nace viva y libre, un monosílabo para definir y describir cuanto el hombre necesita saber de sí mismo. El todo y la nada de un laberinto creciente, que deja su luz en las cosas sencillas y cotidianas, que no necesita sino de la soledad y el silencio para florecer, para espigarse en el espacio y el tiempo vividos. Raquel Lanseros declara que para ella «la poesía es un territorio de libertad, también de resistencia y de investigación de lo individual y colectivo, una herramienta efectiva para luchar contra el paso del tiempo, la fugacidad de la vida. Por eso entiende que la poesía ha de estar alimentada de sinceridad, de autenticidad suficiente para crear e interpretar el mundo». Y, ciertamente, en ‘Matria’, último libro de la jerezana, hallamos sinceridad, resistencia y libertad, tres elementos fundamentales a la hora de aplicar una hermenéutica conforme a la idea conceptual que de la poesía tiene su autora. Por estas y otras razones ‘Matria’, a juicio del jurado del Premio de la Crítica 2019 ha merecido ser distinguido y galardonado con dicho premio por considerar que «es un poemario original que destaca en tres planos: realidad trascendida dentro de un territorio íntimo, culturas perfectamente asimiladas por la autora y una imaginación transmutadora y desbordada que desarrolla un universo poético propio y original que define a una poeta cuya honda personalidad está ya asentada con fuerza en las letras española». Y yo añadiría que es un texto envolvente, que se aleja y mucho de la influencia de corrientes y tendencias poéticas actuales, hasta el punto de considerar que su autora, en creciente madurez, ha creado una estética propia, consecuencia directa de la interrelación de la más rica tradición lírica española y la interiorización conceptual de la realidad apremiante en la que vive, de tal manera que partiendo de un lenguaje preciso y renovado, desde la preeminencia de valores tales como la libertad, resistencia y sinceridad, construye un sólido discurso de una otra realidad que interpreta y muestra con sencillez suprema y que provoca en el lector una sensación embriagadora de plenitud. ‘Matria’ es el gran monumento a la palabra, a la lengua (otras lenguas como la inglesa, la francesa o las indígenas americanas) por ser hija del mestizaje («Nací en el sur de Europa, donde todos los pueblos se quedaron. / Soy hija del camino, el azar y la distancia. / Amo el decir callado de los que piensan hondo / y el tintineo feliz de quienes sueñan. / En cada surco encuentro una nueva llanura / en cada madrugada semillas del crepúsculo.»), a la poesía, con la que dialoga constantemente en este libro: «Bendito sea el día, el mes, el año / y la estación, el tiempo, la hora, el punto / en que nació: Poesía / que sabe hablar con Dios y nunca muere.». Lanseros bucea en el lenguaje como fuente natural de inspiración y creatividad, desde un trabajo ímprobo por descubrir tonalidades y matices que distingan su quehacer poético y provoque al mismo tiempo en el lector ese temblor, ese chispazo tan necesario para vislumbrar el camino que ha de llevarnos al fin a la meta propuesta o soñada. ‘Matria’ es un viaje al origen de toda humanidad, al nacimiento biológico y conceptual de vida, y por eso se dedica el texto al hijo («Laten dentro de mí dos corazones. / Uno lleva conmigo cuántos años...// El otro es breve y frágil / apenas perceptible / aún cuenta por semanas su presente», y por eso es también el territorio de los símbolos y los afectos desde la feminidad más sincera de “España” cono matria y no patria, en un canto general que asume y establece la poeta en un diálogo continuo con la realidad cercana de una Europa tan segada como las palabras que conforman los versos del poema del mismo título («amo la Europa del siglo veintiuno / por lo mucho que separece a mí / desmembrada y cosida...»), con el pasado aciago de su historia («Fue en España donde mi generación aprendió / que una guerra también puede perderse / mucho antes de nacer.») y el devenir futuro en la traslación de un humanismo solidario tan necesario como oportuno en este tiempo de incertidumbres y desaliento, y que solo el amor puede anunciarlo, incluso desde la perspectiva predestinada de la muerte (Amo todas las manos. / ¿Qué son? ¿Qué pueden solas? / Son otras manos las que mueven los trenes / otras las que conectan las bombillas / otras las que abastecen los bazares. // Y serán otras manos / tal vez aún no nacidas / las que caven la tierra que me habrá de cubrir» Tal vez sea la vuelta a los orígenes, a la ‘Matria’ la razón existencial que mueve el pensamiento y la emoción que anidan en las páginas de este libro y que podría resumirse en esencia en estos versos: «Nos llamamos memoria, sol, infancia. / Nos llamamos semilla. / Nuestro nombre es la casa / donde nace la madre.». Y así un día nació la palabra libre y sincera de la mujer y poeta, y viceversa, que es Raquel Lanseros, una de las voces más sólidas del panorama poético español.
Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y JOSEMA CARRASCO
Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y
JOSEMA CARRASCO
Siempre la poesía, como bálsamo o luz que ilumina la oscuridad de la vida. La poesía para reencontrarse con uno mismo y los otros, para sentirse libre como un río que recorre el paisaje de la vida y nunca se detiene, para soñar lo desconocido. Y si después de todo hallas en su voz el verdadero camino hacia lo absoluto y la nada, si consigue deslumbrarte su palabra viva y cristalina, si desnuda se muestra, un nuevo mundo renacerá de las cenizas como ave Fénix. Si el hallazgo de esa voz toma en su voz el nombre de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) ocurre que el hallazgo de su palabra es como el descubrimiento de un tesoro en una isla perdida. Nace al ser y desde el ser del poemario “Espectral”, publicado en la colección “Papeles del Trasmoz” (2011), este “Espectral cómic”, una apuesta innovadora, moderna y diferenciadora de la expresión artística, y digo bien, porque en ella se reúne la palabra y la plástica, el poeta y el dibujante, para crear una obra tan brillante en su ejecución como magistral en su contenido. “Espectral cómic” responde a la necesidad de construir un universo pleno de belleza en su sentido más amplio.
Es, como escribe el crítico Antón Castro en su prólogo, «el libro de un vómito del alma y de la inteligencia», y refiriéndose al dibujante y poeta Josema Carrasco y a su trabajo en este libro: «...en el cómic todo puede hacerse: la gravedad de existir, la belleza del dolor, el diálogo incesante que cualquier ser humano mantiene con sus fantasmas». En esta dualidad de las artes, que se complementan, el verso en prosa de Guinda no deja de sorprendernos, porque igual descendemos a lo más oscuro que ascendemos hasta una luz cegadora: «¿Eres tú, la oscuridad, la llama que me llama? ¡Apagada en la sombra hay otra sombra! La necesidad de saber, de saberse quién, permite a Ángel Guinda indagar, meditar sobre sí y el mundo que le rodea, comparar y vivir en plenitud. Quiere saber y por ello se pregunta y se responde: «¡Para saber quién soy comienzo a dialogar con mis fantasmas! ¿Dónde está el trillo quee ralló el temblor? ¿Dónde los fuegos fatuos de la infancia? ¿De qué eran clave las chispas espaciales?». Y en el camino que se traza el poeta desde la infancia existe la libertad plena de imaginar de saberse otro y distinto en cada palabra o pensamiento: «De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón, hombres con cabeza de mardano, con cabeza de buey, de jíbaro; hombres cabezones, cabezudos, hombres con la cabeza en los pies». Sutileza y desnudez convergen en la palabra de Guinda y la plástica de Carrasco, un corpus sólido y frágil a la vez, dependiendo de la mirada de cada lector, pero nunca indiferente. «¿Esta sed insaciable es el destino?», se pregunta el poeta.
Esa insaciable necesidad de conocimiento del “yo” lírico y su trascendencia y metamorfosis en lo distinto, en los otros, deviene en magma inagotable, en imperecedera luz que ilumina el espacio. La palabra y la imagen en una fusión única, sincera, tal verdad al desnudo, en una sincronía absoluta, solidaria y humanista que recorre la geografía del desastre para ser eco y altavoz de la continua deshumanización de la sociedad actual: «En mi frente triscada de enfrentarse tatuadme los países destrozados». Y así se inicia un viaje hacia el dolor ajeno y la muerte desde el desdoblamiento del yo poético que recorrerá ciudades como Saigón: «¿Por qué, bajo el firmamento de Saigón, donde otros ven la atmósfera como un lienzo etéreo, polvo de arroz, polvo de agua, veo un aire triturado por las mandíbulas del desastre, calambrazo de luz de la tortura?», las ruinas de Palmira o Alepo, Amán, New York, Sarajevo («¡Me ha traído el dolor a Sarajevo!», Madrid («Suicidarse en Madrid ofende al sol. ¿Será el canto del cisne este poema?» o Berlín («Abracé las huidas en Berlín. Los verdugos imploran a sus víctimas con bozales infartados en el almirez del terror»). En “Espectral” Guinda sacude la existencia misma, la suya y la ajena, se desangra en la dolencias de un mundo cada vez más deshumanizado, de espaldas a la razón y el amor. La angustia y el desastre golpea al poeta: «Yo no debo escuchar como si nada los ejes desquiciados, volver la cara al hedor de las masacres».
Guinda es el poeta total, pero también el hombre: «Yo soy el hombre que llora dentro de una lágrima», escribe, pero también la voz que se desvive y se desnuda ante sí y ante el mundo. Palabra e imagen en en perfecta comunión. La gran preocupación del poeta es la vida, pero también la muerte. Dirá: «No se agota una vida en su vivir. ¡Vivir es arrojarse a convivir! o ¡Quiero morir de pie, como mueren los árboles! La palabra es esencia y salvación: «¡Si me dejo la vida en la palabra, la palabra me devolverá a la vida!»...y así hasta el final de los días o el silencio de la noche que brama en sus oídos: «Ya la noche se ha tapado la cara con las nubes para no iluminar, no ver, no oler, no decir nada. Para que yo, en sus brazos, me abandone al silencio y al reposo infinito».
Título: Espectral Cómic
Autor: Angel Guinda y Josema Carrasco
Editorial: Olifante (2018)
Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y JOSEMA CARRASCO
Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y
JOSEMA CARRASCO
Siempre la poesía, como bálsamo o luz que ilumina la oscuridad de la vida. La poesía para reencontrarse con uno mismo y los otros, para sentirse libre como un río que recorre el paisaje de la vida y nunca se detiene, para soñar lo desconocido. Y si después de todo hallas en su voz el verdadero camino hacia lo absoluto y la nada, si consigue deslumbrarte su palabra viva y cristalina, si desnuda se muestra, un nuevo mundo renacerá de las cenizas como ave Fénix. Si el hallazgo de esa voz toma en su voz el nombre de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) ocurre que el hallazgo de su palabra es como el descubrimiento de un tesoro en una isla perdida. Nace al ser y desde el ser del poemario “Espectral”, publicado en la colección “Papeles del Trasmoz” (2011), este “Espectral cómic”, una apuesta innovadora, moderna y diferenciadora de la expresión artística, y digo bien, porque en ella se reúne la palabra y la plástica, el poeta y el dibujante, para crear una obra tan brillante en su ejecución como magistral en su contenido. “Espectral cómic” responde a la necesidad de construir un universo pleno de belleza en su sentido más amplio.
Es, como escribe el crítico Antón Castro en su prólogo, «el libro de un vómito del alma y de la inteligencia», y refiriéndose al dibujante y poeta Josema Carrasco y a su trabajo en este libro: «...en el cómic todo puede hacerse: la gravedad de existir, la belleza del dolor, el diálogo incesante que cualquier ser humano mantiene con sus fantasmas». En esta dualidad de las artes, que se complementan, el verso en prosa de Guinda no deja de sorprendernos, porque igual descendemos a lo más oscuro que ascendemos hasta una luz cegadora: «¿Eres tú, la oscuridad, la llama que me llama? ¡Apagada en la sombra hay otra sombra! La necesidad de saber, de saberse quién, permite a Ángel Guinda indagar, meditar sobre sí y el mundo que le rodea, comparar y vivir en plenitud. Quiere saber y por ello se pregunta y se responde: «¡Para saber quién soy comienzo a dialogar con mis fantasmas! ¿Dónde está el trillo quee ralló el temblor? ¿Dónde los fuegos fatuos de la infancia? ¿De qué eran clave las chispas espaciales?». Y en el camino que se traza el poeta desde la infancia existe la libertad plena de imaginar de saberse otro y distinto en cada palabra o pensamiento: «De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón, hombres con cabeza de mardano, con cabeza de buey, de jíbaro; hombres cabezones, cabezudos, hombres con la cabeza en los pies». Sutileza y desnudez convergen en la palabra de Guinda y la plástica de Carrasco, un corpus sólido y frágil a la vez, dependiendo de la mirada de cada lector, pero nunca indiferente. «¿Esta sed insaciable es el destino?», se pregunta el poeta.
Esa insaciable necesidad de conocimiento del “yo” lírico y su trascendencia y metamorfosis en lo distinto, en los otros, deviene en magma inagotable, en imperecedera luz que ilumina el espacio. La palabra y la imagen en una fusión única, sincera, tal verdad al desnudo, en una sincronía absoluta, solidaria y humanista que recorre la geografía del desastre para ser eco y altavoz de la continua deshumanización de la sociedad actual: «En mi frente triscada de enfrentarse tatuadme los países destrozados». Y así se inicia un viaje hacia el dolor ajeno y la muerte desde el desdoblamiento del yo poético que recorrerá ciudades como Saigón: «¿Por qué, bajo el firmamento de Saigón, donde otros ven la atmósfera como un lienzo etéreo, polvo de arroz, polvo de agua, veo un aire triturado por las mandíbulas del desastre, calambrazo de luz de la tortura?», las ruinas de Palmira o Alepo, Amán, New York, Sarajevo («¡Me ha traído el dolor a Sarajevo!», Madrid («Suicidarse en Madrid ofende al sol. ¿Será el canto del cisne este poema?» o Berlín («Abracé las huidas en Berlín. Los verdugos imploran a sus víctimas con bozales infartados en el almirez del terror»). En “Espectral” Guinda sacude la existencia misma, la suya y la ajena, se desangra en la dolencias de un mundo cada vez más deshumanizado, de espaldas a la razón y el amor. La angustia y el desastre golpea al poeta: «Yo no debo escuchar como si nada los ejes desquiciados, volver la cara al hedor de las masacres».
Guinda es el poeta total, pero también el hombre: «Yo soy el hombre que llora dentro de una lágrima», escribe, pero también la voz que se desvive y se desnuda ante sí y ante el mundo. Palabra e imagen en en perfecta comunión. La gran preocupación del poeta es la vida, pero también la muerte. Dirá: «No se agota una vida en su vivir. ¡Vivir es arrojarse a convivir! o ¡Quiero morir de pie, como mueren los árboles! La palabra es esencia y salvación: «¡Si me dejo la vida en la palabra, la palabra me devolverá a la vida!»...y así hasta el final de los días o el silencio de la noche que brama en sus oídos: «Ya la noche se ha tapado la cara con las nubes para no iluminar, no ver, no oler, no decir nada. Para que yo, en sus brazos, me abandone al silencio y al reposo infinito».
Título: Espectral Cómic
Autor: Angel Guinda y Josema Carrasco
Editorial: Olifante (2018)
SALÓN DE LECTURA: José Antonio Santano.- SUR
SALÓN DE LECTURA: José Antonio Santano.- SUR
GAUDEAMUS. SALÓN DE LECTURA por JOSÉ ANTONIO SANTANO
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SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
ALTA LUCIÉRNAGA. 2021
Dos orillas.2020
Marparaíso.2019
TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014
ISBN: 13: 978-84-942992-3-0
Clasificación: Poesía.
Tamaño: 14x21 cm
Idioma de publicación: Castellano
Edición: 1ª Ed.1ª Impr.
Fecha de impresión: Noviembre 2014
Encuadernación: Rústica con solapa
Páginas: 104
PVP: 12€
Colección: Daraxa
José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.
Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.
José Cabrera Martos