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CANTO A TERESA

Anochecía en los campos de olivares. El intenso frío le fue adormeciendo los brazos y las piernas. A poco que quiso darse cuenta la oscuridad le asaetó una y otra vez el cuerpo entero, la vida misma. Todo le pareció distinto aquella noche gélida de diciembre, hasta el leve rumor de su propia soledad. No pudo evitar que una sensación de ansiedad y desvalimiento creciera en él. Caminó entonces sin rumbo fijo por las empinadas y estrechas calles de la Almedina, apartado de los hombres y sus inútiles guerras. Allá en la cima, con el inmenso dolor de la muerte desgarrándole las sienes y el alma, sollozó hasta la extenuación, mientras la luna cubría de plata a los milenarios olivos. Al otro lado, la mar en toda su grandeza y su silencio. La triste melodía de una sirena que huye hacia los fondos marinos, sabedora de hallar allí su última morada. Anochece en la mar y es diciembre un infierno de alaridos y llantos, un oscuro túnel donde nada existe y todo es vacío y atormentadas soledades. La mar –lo recordaba ahora- les unió en un tiempo lejano, cuando llegó de tierra adentro, con la maleta repleta de sueños y la mirada límpida y serena. La mar azul y el verde mar de olivos al unísono, como única estrella del universo, arco iris de infinitos y fraternos abrazos. Desde entonces, y mientras hubo vida, ella, su amiga, se agarró a la vida, y fue feliz y desbordó alegría por doquier, como si cada segundo fuese el primero y el último. Y así pasaron los años, y en sus grandes ojos negros la vida era un océano de vida; y su palabra, un tierno beso en las mejillas; su voz, rumor de caracola, candente luz del universo. Era diciembre y la muerte se hizo verbo. Arremetió contra ella y contra todos como un insaciable y devastador huracán, y lo dejó –nos dejó- huérfanos, perdidos, abandonados al azar. El aire heló la estancia aquella noche. Mas ella, una vez más, estaba allí, corpórea en los recuerdos, viva en los afanes de quienes la amaron sin reservas. Estaba allí, sentada a su lado, y él la recordaba en los versos de Espronceda en su Canto a Teresa: <<¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías, / ¡Ah ¿dónde estáis que no corréis a mares? / ¿Por qué, por qué como en mejores días / No consoláis vosotras mis pesares? (…) Aún parece, Teresa, que te veo / aérea como dorada mariposa / en sueño delicioso del deseo, / sobre tallo gentil temprana rosa, / del amor venturoso devaneo, / angélica, purísima y dichosa, / y oigo tu voz dulcísimo, y respiro / tu aliento perfumado en tu suspiro>>. Es de noche en los olivares, y en la mar, mas una estrella fugaz cruza el firmamento. La tierra entera es silencio. Entre las ramas del centenario olivo y en la mar, un único canto es sinfonía, asciende y desciende, vuela libre por el planeta. Es diciembre y el aire trae consigo un solo canto, inolvidable, este Canto a Teresa, por y para siempre viva, purísima y dichosa.

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986