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ARPEGIOS Y MUDANZAS

 


 Escaparate de libros _____________________ José Antonio Santano

 



 

Arpegios y Mudanzas

         

Tomo prestadas las palabras del profesor y poeta Jaime Siles sobre la antología poética Arpegios y mudanzas, del poeta y crítico aragonés Enrique Villagrasa (Burbáguena, Teruel, 1957): «Todo poeta tiene, guardado en su memoria, un espacio-tiempo al que siempre que lo necesita —y poeta es quien lo necesita— suele regresar». Y así es. Una vez más y en todas las ocasiones precedentes que he tenido la fortuna de acercarme a la poesía de Villagrasa, siempre encontré ese espacio-tiempo del que bien habla Siles en el preámbulo de esta antología. Para Enrique Villagrasa ese espacio-tiempo es, sin duda alguna, Burbáguena, donde el poeta es y se hace («Un poeta para poder ser ha de ser poema, no verso /  en y con su esperanza en la muerte amada: / en las fuentes de Burbáguena y su río Jiloca»), en su infinito paisaje, paraíso perdido, la voz de la infancia que se perpetúa en el rumor del río Jiloca («Y sí, tú me salvas, Jiloca líquido. / Regresar es mi destino: dejar atrás estas playas. / Volver a tu horizonte. El murmullo del río espera. /Recuerdas la noche en tus pozas de juventud / gloriosa. El alba se hace esperar en el Jiloca»), en el arrullo continuo del silencio en las noches sin luna, en el viento del cierzo cuchillo («El cierzo acaricia las sonrisas de tu tierra, / limpia y deshace tu pasado. / Y convierte tu mundo en un lugar abierto / a todas sus posibilidades, poesía. // El cierzo arranca tu máscara de la rutina. / Allí, en mi tierra, te pone frente a su página / en blanco: ese espacio sin límite»), los crudos inviernos o en la luz de unos versos. Villagrasa pertenece a ese grupo de poetas españoles nacidos en el año 1957 (más de una decena) y que he venido en bautizar como “Quinta del 57”, cierto que desconocida como tal, pero loable por la trayectoria poética de cada uno, y que algún día formará, por derecho y méritos propios parte de la historia de la poesía española contemporánea. Hallamos en esta antología poemas seleccionados por el autor y pertenecientes a libros publicados entre 1983 y 2021 bajo el título Arpegios y Mudanzas. Viajar por las páginas de este libro, detenerse en sus versos es como sentir un soplo de aire fresco, tan necesario hoy, no sólo físico, por la insoportable ola de calor, sino también emocional. No obstante, el lugar, tal vez ese paraíso perdido al que siempre regresa Villagrasa no es otro que su particular Ítaca y a la que acude en todo momento, como si su salvación le fuera en ello. Ese lugar, ese entrañable paisaje es, por reiterado y constante, Burbáguena. Pero a ello, no podemos olvidar, el hecho poético en sí mismo, el yo que se transforma y muta viene acompasado por un lenguaje en el cual la metapoesía enriquece y aporta al lector un lugar donde detenerse, donde ahondar para comprender con más exactitud el mundo que le rodea. Villagrasa entonces se rebela contra sí mismo, intima con la Naturaleza, mira y observa cuanto acontece para marcarlo, señalar su trascendencia y vivir una experiencia mística, en la cual la palabra es el instrumento que aglutina la verdad del poeta: «Tal vez el poeta deba ser aquel que bajó / al abismo. Y nunca olvidado, triste o duro / y siempre abierto al afecto de la página / donde derramar versos de lava ardiente / llegados de muy hondo sentir siendo». La viva desnudez de la poesía de Villagrasa nos deja un hálito de esperanza, un fulgor creciente e imperecedero que nos aloja en las entrañas mismas del “ser”. Nada se resiste al poeta y bebe por igual de la tradición poética como de las nuevas tecnologías, expresión de un lenguaje en el cual se reconocen formas relativamente recientes y distintas de comunicación, tal es el hecho de las redes sociales como Facebook, WhatsApp, Twitter, etc.: «Facebook lee antes la voz del poeta. / Twitter es su eco. Y en mi mirada queda / el naufragio azul de tu gesto altivo». Por todo, la poesía de Enrique Villagrasa es silencio también, un continuo abismarse en la nada. En este sentido, Jaime Siles escribe: «Y él, que ha sido un poeta del silencio, sabe muy bien que solo el poema nos revela el sueño que nos sueña». Para aquellos que desconozcan el devenir poético de este poeta y crítico español, Arpegios y mudanzas es una oportunidad de oro para comprobar su valía y calidad lírica de Enrique Villagrasa, una voz imprescindible de la actual poesía española.




Título: Arpegios y mudanzas

Autor: Enrique Villagrasa

Editorial: Diputación de Teruel (2022)

 

        

TRES ANTOLOGÍAS DIFERENTES

 




 Escaparate de libros _____________________ José Antonio Santano


Si se hubieran puesto de acuerdo los tres poetas para publicar sus textos antológicos seguro que no habrían coincidido en el tiempo como ha sucedido realmente en estos días. A los tres vates que se citan en este Escaparate de libros les une una amistad larga y duradera, la pasión por la poesía de calidad y un movimiento o corriente poética de la que participaron activamente. Dos son granadinos y uno sevillano: Antonio Enrique, Fernando de Villena y Pedro Rodríguez Pacheco. Cada uno por separado y sin saber los unos de los otros han publicado recientemente sus antologías poéticas. Antonio Enrique (Granada, 1953) lo hace con El siglo transparente [Antología poética 1974-2020], un volumen que abre con una cita de Wallace Stevens: «La poesía es un faisán que se pierde en la espesura» y que contiene poemas de sus veinte libros publicados hasta ahora. Como novedad a esta edición cabe destacar el comentario del autor a cada uno de los libros signados en esta antología, desde el primero de ellos Poema de la Alhambra (1974) hasta el último Resplandor (2020), al indicar el proceso de creación o el tiempo empleado en cada uno de los poemarios y las referencias críticas del mismo, algo novedoso en este tipo de textos. Sobre la poesía contenida en esta antología, ya se ha dicho mucho, bien y variado, de tal manera que los lectores podrán encontrar en esta bella edición una de las voces más destacadas de la poesía española y andaluza, de múltiples registros y temáticas. Como muestra de esta antología sirvan los versos que se reproducen a continuación pertenecientes a su libro La palabra muda: «Llueve sobre la luna la carbonilla / de los calcinados. / Se posa sobre los hombros la ceniza / y se respira las almas que ya no vuelven. // El tren maldito / no para de resoplar / anclado en el andén. / Lo ves de lejos cada día, / brillando como un ataúd interminable». 


La segunda de las antologías viene de la mano de Baker Street Ediciones, titulada Las estaciones de la existencia. Antología poética (1980-2020), cuyo autor es el también poeta granadino Fernando de Villena (1956). La producción poética de Fernando de Villena es extraordinariamente fructífera. Ahora, con esta nueva antología de su larga andadura como poeta, nos ofrece lo mejor de su trayectoria, y esta es una invitación que no se puede rechazar en modo alguno. Desde 1980 y hasta 2020 es el periodo elegido para estas Estaciones de la existencia, en las que hallamos verdaderas joyas, versos inolvidables, la esencia de un pensamiento que trasciende la realidad para convertirse en conmoción. La poesía como catarsis o estado de gracia. La selección de poemas pertenecientes nada más y nada menos que a treinta y cuatro obras poéticas es aval suficiente para adentrarse y bucear en este relevante legado del poeta granadino. Paisaje y paisanaje que el poeta siempre supo elevar a la condición de arte, donde el lenguaje adquiere una nueva dimensión para llevar hasta el lector la esencialidad de su poesía. Enmarcado en la corriente llamada “Poesía de la Diferencia”, como también el poeta Antonio Enrique, esta es una excelente oportunidad para reafirmarse en la excepcionalidad de una poesía que bebe de la mejor tradición, pero que al mismo tiempo aporta elementos diferenciadores, pero de una calidad indiscutible. Sirvan como ejemplo estos versos de su libro Estampas de vejecía: «Al fin, después de tanto andar a ciegas, / descubres la grandeza del silencio, / la dicha de quedarse sólo en lo esencial / o la gran hermosura que el bien siempre conlleva». 



La tercera antología toma por título Memorial del Arte de la Seda. Antología apócrifa, del poeta y profesor Pedro Rodríguez Pacheco (Sanlúcar la Mayor, Sevilla, 1941), y al cuidado del maestro editor José Membrive (Ediciones Carena). En el prolegómeno del libro el autor expresa, aún estando en desacuerdo con opinar sobre el contenido de un libro y de forma excepcional, cómo se gestó el presente texto, del que dice que organizó como «una antología apócrifa”, en la que «hay muchas dedicatorias, es un libro de despedida y rindo, poema tras poema, culto a la amistad, al amor, a los recuerdos…». Con todo, Rodríguez Pacheco nos tiene acostumbrados a la disensión razonada tras honda reflexión, al considerar que el pensamiento libre nos enriquece y nos distancia de la mediocridad en la que vive la sociedad actual. Memorial del Arte de la Seda es, sin duda alguna, una antología que se aparta de los modos y modismos, que resurge de la necesidad de expresar poéticamente lo acontecido, lo vivido y sentido, siendo la emoción la clave sobre la que se sustenta su poética. Como parte también de la llamada “Poesía de la Diferencia” reclama la libertad como esencia misma de la expresión poética, lingüística y literaria frente a “la Experiencia” y, sin embargo, cuidado con los estudios oportunistas que solo han citado a la corriente “de la Diferencia”, por intereses espurios, por conveniencia o proyección académica. Pedro Rodríguez Pacheco es una voz imprescindible de la poesía española contemporánea, le pese a quien le pese, y muestra de ello es su impecable trayectoria no solo como poeta, sino también como profesor universitario, ensayista y conferenciante. Por todo ello, importa dejar claro en este breve comentario que este libro, Memorial del Arte de la Seda viene a corroborar lo dicho y a engrandecer el panorama poético español y andaluz con su siempre vibrante, lumínica y emocionada palabra. Para dar fe de ello, como en los dos casos anteriores, veamos una muestra de su poesía, con unos versos pertenecientes a Esquizofrenias galantes, concretamente del poema “La ruta de la seda” y dedicado a su Griselda: «… para vestir de espléndido brocado / las palabras que vierto en tus oídos / y que aceptas, sabiéndolas / las palabras más bellas con las que / tú te dejas vencer, / como yo soy vencido / susurrando los dos antiguas preces / de una logia masónica de pájaros / que cantan sin saber qué es la alegría». Tres asombrosas antologías de tres poetas diferentes pero unidos en el fervor por la palabra poética, por la vida.  


La bruma que apacigua la memoria.

 


Escaparate de Libros                                           Por José Antonio Santano



La Bruma que Apacigua la Memoria




Sucede en muy pocas ocasiones. Es entonces cuando el poder de la literatura se visualiza de forma clara en la pureza y la calidad del texto, dejando para el escaparate y las alfombras a las personas que detentan ese poder basado en la manipulación reiterada, el amiguismo u otros extraños manejos que nada tienen que ver con la excelencia de la literatura y sí con la exclusiva vanagloria, la ambición desenfrenada en el vacuo camino hacia la fama o la futilidad tan propia del mediocre. No es el caso que hoy nos trae a este Escaparate de libros, en el cual la literatura, el verdadero poder de la literatura nos hace creer que todavía es posible, que hay esperanza para seguir sustanciando todos los aspectos fundamentales de un texto esencialmente literario. Y como muestra un botón: la novela La bruma que apacigua la memoria, del profesor, ensayista y escritor Juan Naveros Sánchez (Castillo de Tajarja, Granada, 1952). Con anterioridad a ésta, y también perteneciente al género de novela histórica publicó, con el mismo sello editorial granadino de Nazarí, Barminán. Las hogueras del inquisidor Lucero (2017), que reseñé en su día. Para esa ocasión escribí algo así: «Hay ciertos libros que están destinados a las minorías: lectores de sólida formación literaria y, en algunos casos, a críticos insobornables, honestos e intachables…»; hoy, después de adentrarme en las entrañas de esta nueva novela de Juan Naveros, suscribo en su totalidad lo dicho. Y lo hago porque si la anterior buceaba en un hecho histórico (la Santa Inquisición) que tuvo gran repercusión en la historia de España, no lo es menos el que nos presenta su autor en esta segunda novela, tal es la Guerra Civil española y sus dramáticas consecuencias, hasta el punto de comprobar que aún hoy perduran («Porque en todas las personas que sufrieron los desgarros de aquel tachón de sangre fratricida del fatídico año 1936, el miedo, en todas sus formas extremas, resecó sus órganos vitales para el resto de su existencia y les selló la boca para siempre»).  Esta no es una novela más sobre nuestra incivil guerra, no, sino una obra de referencia literaria en la que importa, sobremanera, el lenguaje, el desentrañamiento de lo vivido, la visualización del miedo, el extraordinario ensamblaje de los dos personajes principales: el rehén y el Comisario (hijo y padre), el tiempo y el espacio en el cual el narrador ahonda hasta límites insospechados, la recreación del momento histórico sin alarmante estridencia, porque a su autor solo le interesa construir un edificio literario sólido, coherente y al mismo tiempo conmovedor, como debe ser todo arte que se precie. Esta novela representa dos mundos enfrentados, antagónicos y en cada uno de ellos vive, de una manera u otra, el miedo, el desgarro interior que hace al ser humano miserable, egocéntrico y tirano, o, de otra, callado y sumiso, resignado y miedoso hasta el punto de anular la vida misma. No es ésta una novela cómoda en la que el lector pase página tras página sin más, bien por un lenguaje excesivamente coloquial (nada literario), bien porque la historia sea incoherente o vaciada de contenido; en La bruma que apacigua la memoria habrá que dejarse llevar por las imágenes, a veces por las metáforas y siempre por un lenguaje pleno de vida, en el cual el uso exacto del léxico, de las palabras trasciende de tal manera que, la propia existencia de una tensión lingüística y argumental, se apodera del lector hasta crear en él una verdadera conmoción. La escritura se rebela, es un grito de atención y debe así servirnos para alertarnos de lo vacuo y efímero, de esa tendencia actual de la novela en la cual todo es superficial. Naveros ha buceado en el interior de los personajes principales hasta desfallecer, convirtiéndose así en parte inseparable de ellos, los ha psicoanalizado hasta hallar las claves necesarias para ensamblar una historia que, ambientada en una guerra, no sea la guerra misma el núcleo central, sino sus consecuencias: el miedo («El miedo es el único que da la medida de la crueldad y la impotencia»), el dolor, la soledad, el hambre («El hambre absorbe la grasa de las células, ablanda los huesos, curva las piernas de los niños, consume los músculos y sobre todo, devora el alma, convirtiendo a las personas en bestias crueles y desesperadas»), la tiranía eclesiástica y militar, la resignación, el silencio perpetuo o el espanto, todo a través de lo vivido por sus dos protagonistas. El drama, la devastación interior de quienes vivieron no solo los años bélicos, sino esa posguerra de misal y sumisión en que quedó convertida la vida, es lo que se cuenta aquí. No es La bruma que apacigua la memoria, una novela al uso, ni el autor ha pretendido que así sea, por cuanto su único reto ha sido valerse del lenguaje para escribir un texto de extraordinaria calidad literaria, hecho que a mi modesto entender la hace candidata a ser reconocida por la crítica española y premiada como tal por quienes tengan a bien acercarse a sus páginas, en la seguridad que quedarán atrapados irremisiblemente en ellas. Lo dije en otra ocasión y lo reitero ahora para La bruma que apacigua la memoria, una novela singular que nos aporta solidez y excelencia literaria, y su autor, Juan Naveros Sánchez, un escritor de amplios registros y estilo brillante al que no hay que perder de vista.    



Título: La bruma que apacigua la memoria

Autor: Juan Naveros Sánchez

Editorial: Nazarí (Granada, 2022)

EL ARROJO DE VIVIR

El arrojo de vivir




Salón de Lectura

Por José Antonio Santano




EL ARROJO DE VIVIR (ANTOLOGIA DE POEMAS DE AMOR) | ANGEL GUINDA | Casa del  Libro

EL ARROJO DE VIVIR
ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR


Es este un tiempo de incertidumbres y miedos, de oscuridad y tristeza. El odio se ha instalado de tal forma en el seno de nuestra sociedad que es rara avis hallar mención al amor. Sin embargo, el amor se abre paso incluso después de la muerte, con esta entrega del libro El arrojo de vivir (Antología de poesía de amor). Poeta de la muerte se le ha llamado en muchas ocasiones a Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022) que fuera Premio de las Letras Aragonesas, y así lo expresa Raquel Arroyo en su nota final al citado libro: «Ángel Guinda, poeta al que se asocia inmediata y fundamentalmente con la temática de la muerte y por una mirada amargo-realista…». En realidad, Guinda fue algo más y antes que poeta, hombre cabal, y supo así, combinar experiencia vital y emoción para construir un universo poético que quedará como un tesoro de incalculable valor. La cuestión no es otra para Ángel Guinda que trascender la existencia a las más altas cotas de la poesía, vivir en los demás, compartir y explorar la condición humana para ser él mismo: poeta y hombre, de ahí su introspección a textos que versan sobre la soledad, el tiempo, la vejez, el olvido, la enfermedad, o, como no podía ser de otra forma, el Amor. En el libro que nos ocupa, El arrojo de vivir, precisamente, es el amor quien ocupa sus páginas tras la selección de sus poemas por Raquel Arroyo.




EL ARROJO DE VIVIR

ÁNGEL GUINDA. ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR

Editado con esa elegancia y saber propio de Trinidad Ruiz Marcellán, directora de Olifante, en una de sus colecciones, Papeles de Trasmoz, el libro viene a ser un objeto de arte. Mas no cabe duda alguna que su verdadero valor no es otro que su contenido. Poemas que nos predisponen a mirar a lontananza con la esperanza de que, después de un tiempo vivido tan opaco, no solo por la pandemia sino también por la deriva del pensamiento humano de los últimos años, sea el amor el que nos haga avanzar hacia un mundo mejor, y es, en este sentido, como se inicia el poemario: «Yo te he dado las claves del mañana, / lo poco que sabía para que tú lo olvides. // Te he dado compañía hasta quedarme solo / y calor hasta quedarme frío. // Tú me has dado el arrojo de vivir». Cada poema contenido en el libro nos acerca al amor con múltiples matizaciones, aportando al lector una riqueza extraordinaria tanto por su estructura como por su lenguaje, sencillo pero hondo, reflexivo, conjugando experiencia, conocimiento y emoción. El amor como fruto del desentrañamiento del yo para convertirse en el otro, en el tú, en el nosotros, como podemos comprobar en este par de ejemplos: último terceto del “Soneto de amor”: «Si ere tú lo mejor que me ha pasado, / si arderán los demás de nuestras llamas. / Si tú me faltas ya me sobra todo», o, en este cuarteto de “Somos pareja”: «Somos pareja pero somos grupo, / como grano es el trigo y es granero, / como luz es el sol pero es el día, / como río es la lluvia y se hace mar». Variada es la extensión de los poemas, incluso llega a la mínima expresión, el aforismo o sentencia, creando así una amorosa sensación de desnudez al escribir: «Abre los ojos para que amanezca», «Toda la luz del mundo pasa por tu mirada», «Tu piel es la profundidad de mi deseo», o, «Voy por la casa apartando sombras porque / falta tu luz». La excelencia poética de Ángel Guinda queda más que demostrada y es ésta una gran oportunidad para acercarse a su poesía amorosa en una primera instancia, porque el lector quedará muy satisfecho y con ganas de continuar buceando en el resto de su grandiosa obra.  Concluyo este comentario con el poema “Punto muerto”, por definitivo y por acoger la sabiduría y el más intenso sentimiento humano del enorme poeta que es Ángel Guinda, vivo por siempre en su lumínica obra poética: 

«Antes de ti / vivir era un viaje a ninguna parte. // Ahora sé que la muerte / debe de ser lo que es sin ti la vida».

 

Título: El arrojo de vivir (Antología de poemas de amor)

Autor: Ángel Guinda

Editorial: Olifante. Papeles de Trasmoz (2022)


EL PASO DE LA LUZ




 Salón de Lectura,                    Por José Antonio Santano

 

El Paso de la Luz

         



La poesía es de lo poco verdadero que le queda al mundo; acercarse a ella desde la soledad y el silencio en este tiempo abominable de reyezuelos y tiranos, señores de la guerra, al menos te reconforta y serena. Es quizá, un escape necesario, luz entre tanta oscuridad. De la esencia de la luz trata este comentario, de la luz que nos salva de los túneles y precipicios, del frío de la noche; de la vuelta y regreso a los libros que la contienen. Si ya De la luz al olvido. Antología personal (1960-2013), que reúne la obra de Blas Muñoz Pizarro (Valencia, 1943), venía a ser para Sergio Arlandis “un libro que nos lleva a un debate mucho más hondo y que nos hace distinguir, lejos de toda polémica sobre tendencias y modas, la buena poesía de la mala. Y estoy muy de acuerdo, es reconfortante hallar a poetas como Blas Muñoz, alejado de modas y tendencias, porque en su propia conformación y concepción de la poesía solo la esencialidad de la palabra modela su capacidad creadora. Muñoz Pizarro es un poeta de una autenticidad e intensidad indiscutibles, como acierta a decir Arlandis. En ese proceso de creación desde la soledad y el silencio al que me refería al inicio, trasciende la voz del poeta, que vislumbra ya otros territorios, otros sueños. La mirada de Muñoz Pizarro es, sin duda alguna, abarcadora y así se muestra en esta antología personal y lumínica, en la quedó incluido esta que comentamos El paso de la luz, en esta ocasión editada por los sellos editoriales Isla Negra y Crátera y que añade unas extraordinarias ilustraciones del artista argentino Pablo Santin; un libro que muestra multiplicidad de registros, matizaciones o detalles, convirtiendo así a  la luz en un misterio por descubrir, y que necesitaba, de alguna manera, separarse de la edición antológica y transformarse en un ente independiente. Nace la luz de la necesidad del poeta de interiorizar todo lo que le rodea, de abismarse en lo desconocido para de esta forma crear un mundo nuevo, un lugar mágico, capaz de silenciar el dolor de las ausencias. Escribe Muñoz Pizarro desde adentro de sí, desentrañándose, dejándose llevar por sus propios miedos e incertidumbres, aferrado al latido de la vida. Es alentador comprobar que el poemario está dedicado al poeta fallecido recientemente Ricardo Bellveser, “avizor sagitario, en su luz permanente”. Y con esa luz permanente sueña aún el poeta con la Naturaleza que debemos celebrar cada día, con los aromas de las tardes de invierno o los amaneceres marinos; toda una cosmovisión en la cual la palabra distingue y se distingue como único instrumento de salvación:

 

«Porque decir la vida

 es más difícil que vivirla, y porque

 nada sé más allá de lo que olvido,

 enmudezco otra vez. Y aprendo. Y oigo.

 Aquí, al resguardo de la lluvia, en este

 ajeno patio de vecinos donde

 se oye el trajín de una cocina y vuelve

 el olor a manzanas de mi infancia».

 

 ¡Ay, la infancia siempre! El persistente rumor machadiano de la infancia, esa Arcadia a la que se regresa siempre para beber el néctar de la inocencia y la luz:

 

«De la unión de la luz con la inocencia,

 ¿no nace la verdad, esa certeza 

 que cada ser inventa en su destierro,

 con tanta confusión como esperanza,

 para darle calor a su novicio 

 corazón?»,

 

se pregunta el poeta, y encadena el final de cada poema al principio del siguiente —comunión de la palabra. Es la luz y su silencio un diálogo poético inconmensurable, pues tras la soledad del poeta,


«sólo queda 

 oír cómo respira, acompasada, 

 la fatiga del mundo, mientras llueve», y el regreso siempre a la luz primigenia.   

 

Título: El paso de la luz

Autor: Blas Muñoz Pizarro

Editorial: Isla Negra/Crátera, 2021

PILAR QUIROSA O LA CELEBRACIÓN DE LA VIDA

 




Pilar Quirosa o la celebración de la vida 

(¡Nunca el olvido!)

(IV)





Nada como la poesía para reconciliarse con el mundo y consigo mismo. La poesía no es sino un misterioso fulgor, un temblor continuado, un refugio necesario para un tiempo -este tiempo- prosaico y espurio. Hoy, día 28 de marzo, la poeta Pilar Quirosa-Cheyrouze habría cumplido 66 años. Quizá el recuerdo sea de lo poco que nos queda a quienes vivimos junto a ella días especiales alrededor de los libros, de la literatura en general o la poesía en particular. El de hoy es, agridulce. Por una parte porque sentimos su ausencia, por la otra porque tendremos siempre la oportunidad de regresar a sus poemarios, a su lumínica escritura, como lo hago ahora, al traer a este espacio su libro Valle de Lanz. En este poemario se encuentran muchos sueños, la vida misma. Un apreciado y justo prólogo del también poeta cordobés Manuel Gahete precede a este poemario que, dividido en tres partes: “18 de febrero”, “La torre de los vientos” y “Las mismas estrellas”, toma por título Valle de Lanz, publicado en la colección Ánfora Nova, que dirige el editor y poeta José Mª Molina Caballero.  Ya desde los primeros versos hallamos la clave temática y formal de este poemario que Pilar Quirosa nos legó y que confirma, una vez más, que su voz, su singular voz poética merece estar entre las más importantes de la poesía andaluza contemporánea. Me refiero a la presencia de su voz a través de la memoria: “Escuchar la voz de la memoria, / y, en silencio, cerrar los ojos / y hacernos noche / dibujando un rostro”; de lo vivido como experiencia esencial para conformar la expresión del ser, su ser poético trascendido en vital humanismo, en otredad. Pilar Quirosa, en continua alianza con la Naturaleza, mantiene el tono y el pulso poético aprehendido de la tradición clásica, conjuga sentimiento y conocimiento para acercarnos a su mundo, a su íntimo universo para compartirlo y vivirlo junto a todos: “En este valle de todos”. En su desasosiego, en su búsqueda por la verdad —su verdad—, Quirosa-Cheyrouze recorre todos los caminos posibles, porque sabe que sólo de esta manera se hallará a sí misma y al otro, los otros. En el prólogo citado, el poeta Manuel Gahete nos aproxima a la figura de Pilar Quirosa de esta forma: «Cada creador escoge modos de aproximación singulares, forjados sobre los modelos culturales heredados que dan noticia del acervo intelectual, más estimable cuanto más prolífico, sobre los que erigir un espacio propio, habitado por la experiencia y la ciencia, cincelados por la sensibilidad». Valle de Lanz es un viaje que necesitará de las alas del tiempo para ascender a las más altas cumbres o descender al más oscuro de los abismos, siempre en la esperanza de hallar un nuevo horizonte. De ahí que la poeta se exprese con la rotundidad que ejercen los versos de arte menor, también de las estrofas. Todo es esencia en este poemario, luz o llama, encendida palabra. Nada, ni la tristeza ni la soledad que golpea a veces con violencia la apartarán del sendero-amor: “Sí, la noche lo sabe / y conoce infinitas estancias, / la fiebre del amor y la tristeza, / las estela futura, reconocible / en la eternidad del aire”. La fuerza de la naturaleza en los vientos poéticos que surcan este Valle de Lanz, de norte a sur, de oeste a este, congregados en “La torre de los vientos”: “Y dame el agua, mientras / nos cobija el notos”. Y así, con la mirada en la vida que surge a su alrededor, acontece el asombro de los recuerdos convertidos en música o en voces que hallan en la voz de la poeta, un cálido refugio, un sueño irrenunciable: “Yo también te esperé / en este valle de Lanz, / al mismo tiempo / que las sombras oscurecían / un debate sin certezas. Las voces y la luz, / volver atrás en el tiempo…”.  La poesía por íntima vitalista o viceversa de Pilar Quirosa encuentra en las cosas sencillas su razón primera, y a través de ellas, construye una obra sólida, a veces hermética, abierta y luminosa otras, pero siempre coherente. Escribe Quirosa-Cheyrouze:


“Te adeudo

la memoria de la luz,

un lugar donde el mar es. El regalo de las palabras,

el nuevo sol y la nueva lluvia.

Te adeudo la vida,

antes de que anochezca”.


Vuelve el paso del tiempo a la memoria, a la esencialidad de su poesía para describirnos y descubrirnos otros mundos posibles que nos devuelvan la palabra luz-vida: “Fue antes de ayer y aún persiste / el legado fiel de la palabra / la respiración de la vida / arañando cada verso”. Han transcurrido ya tres años de su ausencia, pero nunca el olvido, para quien nos acogió en su regazo lírico para mostrarnos el camino de la luz y los silencios más bellos conocidos. Como conclusión me quedo con las palabras de Jiménez Álvarez, recogidos por Manuel Gahete en el prólogo de este Valle de Lanz: «Pilar franquea siempre el riesgo de una poesía nada cómoda, hermética a veces (…) y en constante evolución hacia una forma singular de expresar y sentir un mundo subjetivo, y también real, repleto de matices. Y esto sin olvidar que se debe a la vida, a un contexto concreto, a un tiempo que le presiona y le libera del mismo modo, a unos personajes, a una realidad, en definitiva, de la que obtiene motivos con los que   recrea la vida y de la que da testimonio. Pilar es libre y libre su palabra, tierna y dulce, meditada y coherente. Siempre alerta al hondo sentir de lo humano». Hoy, mi querida Pilar, sigues viva en mi recuerdo, y libre, como las aves que surcan el cielo de esta tierra almeriense y que tanto amaste.  Y en la palabra escrita, en el fulgor de tu palabra, eterna.  



 


ESENCIA Y SOLO INCLASIFICABLE



Salón de Lectura 

Por José Antonio Santano

 



Esencia y Solo inclasificable
AUTOR: EFI CUBERO


  Es costumbre, diría que obsesión, mirar el buzón de correos varias veces al día. Me estimula pensar que hallaré algún libro amigo. Y la verdad es que tengo suerte, porque sucede alguna vez que otra durante la semana. No hace mucho tuve la fortuna de recibir dos en un mismo sobre. La edición de ambos era extraordinaria: sencilla y elegante, muy agradable al tacto, pero sobre todo eran dos libros notables en la trayectoria literaria de su autora, Efi Cubero (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1949), del sello editorial La Isla de Siltolá. Comencé la lectura por Esencia, que me sorprendió por su esplendorosa prosa y la temática: el arte en sus distintas manifestaciones a través de sus protagonistas.  Sirva como ejemplo este párrafo del dedicado a Pablo Picasso: «—¡Sólo tiene ojos! — afirman que exclamó la tía del pequeño Pablo cuando delgadísimo y frágil comenzó a abrirlos al poco de nacer (…) Ojos penetrantes y profundos… Es la intensa mirada de la seducción, la fijeza abrasiva de atrapar lo que observa sin darle tregua al tiempo ni resquicio al olvido…»; luego escribe pensando en el Guernica: “Todo el dolor se halla aquí representado: la noche de las noches, sin consuelo frente a la huella helada de Caín. Una abrasadora acción sangrienta que turba las conciencias llenándolas de horror y de ceniza. Todo está estructurado por la mano que ordena. Por la mirada que escenifica el odio y lo plasma sin que le tiemble el pulso fijando la locura inhumana del hombre”. Seguirán a Picasso otros como Doménikos (El Greco), Da Vinci, López Hidalgo, Kapoor, Velázquez, Gauguin, Monet, Mora, Turner, Antonio López, Pollock, Rembrandt, Hütte, Rodchenko, Carmen Laffón, Tàpies, Caravaggio o Goya, entre otros, y en todos, la esencialidad de la palabra de Efi Cubero, que viene a decir que “el arte nos salvará ante toda adversidad, pues es “un soplo de esperanza que se elevará sobre la podredumbre y los escombros”. En Esencia hallará el lector no solo a las figuras más representativas del arte universal, sino también la expresión poética de sus obras de una manera magistral. El otro libro: Solo inclasificable es un poemario que entronca con ese estado de ánimo que se perpetua en el subconsciente de tal manera que el poeta se acomoda a él para vivir intensamente cada leve rumor de la palabra, hasta abismarse ineludiblemente sobre el calmo silencio.



 Efi Cubero nos transporta así a un lugar desconocido y misterioso, donde solo habita la soledad en un espejo que refleja el tiempo vivido y por vivir y en el cual el vacío permanece invariable. 

Escribe, a cuento de lo dicho, la poeta extremeña:





«Un solo se interpreta en el vacío:
su ejecución te impedirá el reposo.
Aristas acusadas
en una dimensión extemporal,
abismo de absoluto,
ascensión de fracaso.


Solo inclasificable».


 La soledad se acompaña de músicas y vuelos de avecillas, el sol calienta las mañanas y las noches se adornan de sueños inalcanzables, mientras que Efi se adentra en un jardín colmado de palabras y silencios, para ser agua y semilla, el fruto de la nada que crece y crece en lo absoluto, como la música. Dividido en cinco partes: acordes, contrapunto, allegro, andante y adagio, el poemario vuelve a tomar el sendero del arte, en este caso de la música y amalgamado con el hecho poético. Y es que mucho tiene que ver la música con la poesía, o, viceversa. Una y otra se complementan beben de la misma fuente el agua que las sustenta. En cada una de las partes del libro la poeta es una y distinta, para conseguir una voz que resplandece, que aúna singularidad y belleza, hondura, pero, sobre todo, emoción, sin la cual la poesía no sería poesía. Solo inclasificable es un libro evocador de ausencias que solo el amor es capaz atemperar en el tiempo de la existencia; y vital, como lo es su autora, Efi Cubero, y así lo atestigua: 


«Hallar el corazón
 del acontecimiento,
descorrer las cortinas
reivindicar el hecho
de que sigues aquí. 
Para eludir la muerte
atestiguar la vida».

 



Títulos: Esencia / Solo inclasificable

Autor: Efi Cubero

Editorial: La Isla de Siltolá (2019-2021)

EL SOL DE LOS CIEGOS

 

EL SOL DE LOS CIEGOS


Salón de Lectura _____________________Por José Antonio Santano


El Sol de los ciegos



EL SOL DE LOS CIEGOS

Como pórtico de la última obra del poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart hallamos esta certera reflexión: 

«…en estos tiempos, cuando avergüenza hablar de lo que atañe al espíritu. Tal vez el Amor independice al hombre de arreos truculentos, nutriéndolo con otra ley fundamental que lo torna depositario del diario milagro de existir».

 En estos tiempos, digo, tan críticos, en los que el odio crece sin límite y el dictador de turno aniquila ciudades y seres humanos, todo aquello que encuentra a su paso con delirante actitud, encontrar la palabra Amor es algo tan necesario como benefactor. Como lo es también, adentrarse en la lectura del poemario ``El sol de los ciegos'', de Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962).


 A lo largo de su amplia trayectoria poética hemos podido comprobar la catadura ética del vate peruano, su capacidad creadora y la generosidad que lo distingue en todos los ámbitos de la vida. Y es que el poeta no puede separarse de su propia condición como ser humano, no puede alejarse del verdadero camino, del resplandor de la palabra como único instrumento de transformación del mundo. Pérez Alencart ha conseguido, una vez más, asombrarnos con la calidez de sus versos, adentrándose en el silencio de la soledad para proclamar su reino de Amor y de Poesía: 


«Digamos
que en el principio era la Poesía
y que ésta nos nutre
 y nos alcanza, 

así pasen dos lustros
o dos Milenios».

La influencia bíblica está bien presente

(«Vives en la resurrección,
Eunice,
mueres y resucitas
en tus letras impregnadas
del sagrado manantial
y de la corteza astillada
del existir»),


 su espiritualidad bebe de ese pozo inagotable y es un elemento imperioso en la concepción de El sol de los ciegos y del compromiso humano que condiciona al poeta. Conforman este volumen cien poemas y en todos ellos, de una forma u otra, el sol como símbolo de la luz que nos guía y acompaña para mostrarnos el camino de la bondad, como así sucede en el poema “Invocación”, tan oportuno en estos tiempos tan dramáticos: 




«Hermano, 
estés donde estés,
abre los puños
y que no vuelvan
las armas a tus manos,

que la lucha
no insista en acercar
distancias,

que sólo las palabras,
se levanten y convenzan. 

Que convenzan tus palabras,
no los golpes ni las balas,

y que en ti se agigante

la benevolencia».


 Encontramos en los versos de Pérez Alencart la riqueza de su humanismo militante, pero también está presente, en la mayoría de estos poemas, su ángel Jacqueline, pues aún vive en el hombre y el poeta; no hay distancia para el Amor, no hay frío ni sombras, solo el Amor reconforta el espíritu, lo sacia con su serena voz: 




«Lo nuestro es eternidad
e instante, fogosa 
soberanía,
compañera que me besas
y acoges.

Recuento tu sacrificio
hecho sólo por amor,

compañera en todo, 
amantísima
gacela…».


Pérez Alencart, desde sus varias atalayas: Salamanca, Portugal o Perú ama cuanto la vida quiso darle; sabe bien que la palabra vino a él para quedarse y acompañar sus días en la certeza de un nuevo reencuentro con la luz que alumbra la existencia de quienes un día perdieron sus ojos para siempre. Pérez Alencart ha sembrado a lo largo de los años extensos campos de poesía, de palabras que ascienden al cielo y las estrellas para acabar luego sobre la tierra madre, la que le dio el ser y la de acogida, para recoger el digno fruto del verso hecho luz y sinfonía, espíritu y materia en comunión perfecta. El sol de los ciegos es un libro plural, inspirado en la experiencia vital, en la Naturaleza y la más grande tradición poética; amparado por el cálido y lumínico destello solar que nos hace mirar hacia el futuro con una cierta esperanza en el ser humano. En él se citan los poetas de siempre y con ellos camina Pérez Alencart, seguro en la palabra que nos alienta y alimenta ahora y para siempre.  




Título: El sol de los ciegos

Autor: Alfredo Pérez Alencart

Editorial: Vaso Roto, 2021




LAS RAZONES DEL HOMBRE DELGADO


LAS RAZONES DEL HOMBRE DELGADO
LAS RAZONES DEL HOMBRE DELGADO de RAFAEL SOLER


SALÓN DE LECTURA

   José Antonio Santano



RAFAEL SOLER

Cierto que la muerte es un tema constante en la poesía universal. Cierto, también, que han sido y son muchos los poetas que de una u otra forma han escrito magistrales versos sobre la muerte en sus variadas formas de aparecer, conceptualmente hablando: tránsito, partida, acabamiento, expiración, agonía, estertor, silencio, sueño eterno, extinción, trance, etc. Ese último viaje al que todos estamos llamados es, ha sido y será para la poesía un lugar común, si bien cada poeta lo ha expresado y sentido de manera diferente. En el caso que nos ocupa, también observamos esa distinción, tan rica en matices. Cuando leemos “Las razones del hombre delgado”, del poeta valenciano Rafael Soler (Valencia, 1947), advertimos de su capacidad para crear una obra magna y diferente, originalísima. En este poemario Rafael Soler se ha vaciado, ha querido dejarse llevar por una espiritualidad compleja, tal vez mágica, en la que el propio hombre y poeta se ve a sí mismo y desdoblado en dos; por una parte, la materia y, de otra, el silencio de todos los silencios.

 Para ello ha construido tres voces que hablan entre sí, que dialogan y perpetran un viaje hacia un lugar único, aunque bien pudiera decirse que son una única voz: «Una mujer se observa cautelosa en el espejo / agoniza un anciano de espaldas a su banco / busca el poeta las sílabas precisas (…) comienza a nevar / desde la cuna al nicho». Esta es la hora, principio y fin de todo. En esa original estructura hallamos, y ya lo he dicho otras veces, desde el punto de vista de la forma y el fondo, un universo propio, diferencial respecto a otros poetas, a la otra poesía que, desgraciadamente, persiste en el panorama poético español. Soler es un poeta singular, reflexivo y en esta ocasión ha querido que le acompañemos en su viaje al ser, a la verdad poética que día a día vislumbra desde su atalaya de soledad y silencio. Aun siendo una temática consustancial al hecho poético, el poeta plantea, con esa precisión de su palabra, una nueva forma de entender la vida, de vivirla a pesar de todos los pesares; descubre en lo humano la verdadera causa de la vida, sin vuelta atrás, porque la vida no es otra cosa que su contrario, la muerte. 

En anteriores entregas poéticas Soler se desvivía, y ahora, diría que se desmuere, lo que nos recuerda aquel verso de Juan Ramón Jiménez cuando se preguntaba ¿qué me vas a doler muerte? He seguido con atención la trayectoria de Rafael Soler y puedo decir, sin temor a equivocarme que, Las razones del hombre delgado, como ya se ha dicho, marca un antes y un después en el itinerario poético del vate, conjugando experiencia y simbolismo hasta crear una obra que no dejará indiferente a nadie. Soler se desnuda, se vacía por entero sin que nada le importe, sino la fuerza expresiva del verso, su hondura lumínica. La soledad permite vivir consigo mismo, desdoblarse para entender el mundo, para entenderse. En este descenso alucinante a la conciencia, el amargo latir de lo que poco que nos va quedando, ni siquiera el cuerpo que nos sostenga delante del espejo, si acaso el leve tacto de unos labios que se rozan en la noche: «solo para tu muerte yo» (…) «solo para mi muerte tú». El dolor de la decrepitud, de las pérdidas y los fracasos, de la incertidumbre y el miedo, de la oscuridad y el olvido («caer oscuro / en un tiempo sin tiempo») es una eterna huida hacia la nada, pero también la certeza ontológica del poeta de saberse vulnerable y de paso, como nos dice en su nota preliminar. Soler nos sorprende una vez más con una obra magistra y de indiscutible esencialidad poética.   


RAFAEL SOLER


Título: Las razones del hombre delgado      

Autor: Rafael Soler

Editorial: Nueva York Poetry Press (2021) 


SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986