Han sido muchos los libros recibidos durante el pasado año de autores y editoriales, a los que agradezco la deferencia por su envío y ahora compenso, aunque sea de manera sucinta, con el correspondiente comentario. El primero al que haremos referencia nos llega de Palencia (Ed. Cálamo), es el poemario “Asuntos propios”, de Mercedes Carrión Masip (I Premio Internacional de Poesía Jorge Manrique), cuya poética intimista, de claro existencialismo nos depara versos tan precisos como estos: «anduve entre los brazos de la muerte // era un dulce minué que no pesaba / era fácil partir en aquel trance / al que sobreviví ya sin el miedo / de saber que se muere cada día»; otro de esos libros, un regalo del poeta y crítico José Luis Morante ha sido “Aforismos e ideas líricas” (Ed. La isla de Siltolá), de Juan Ramón Jiménez, y este aforismo: «El verdadero talento es asceta, como la verdadera virtud; se nutre de la soledad y el silencio». Un poemario más en la ya firme trayectoria poética de Encarna León es el poemario “Esta espera de ave”(GEEPP Ediciones), del que destacamos estos versos: «El vacío se agranda al paso / de los días y ya solo se espera / un abrazo de olvido»; también otro de los grandes poetas, ganador del premio Rafael Morales 2017 (Ed. Ayuntamiento de Talavera de la Reina), Manuel Francisco Reina nos presenta “El jardín de la tarde”, un sólido poemario construido desde la experiencia vital y la emoción que otorga lo aprehendido: «Tan solo la belleza anula el horror del mundo (…) Tan solo la belleza anula el dolor del mundo. / Tan solo la hermosura es verdadera. / Tan solo lo bello a toda muerte sobrevive.»; José Antonio Ramírez Lozano nos alivia de la rutina de los días con su poemario “Epifanías” (Ed. Pre-Textos), del que extraemos esta estrofa de su poema “La tentación de Baltasar”: «Mas Baltasar esconde / bajo la arena el himno de los sueños, / la mirra de sus sílabas, / la avaricia de las constelaciones, / y salva al hombre así de su torpe asechanza». Un cambio de rumbo bien distinto acoge la poesía de Javier Sánchez Menéndez con su libro “De cuna y sepultura” (Sexto libro de Fábula, su apuesta por una obra magna), de poesía en prosa: «En la cuna nuestros padres besaban la cabeza del niño. En la sepultura los hijos besan la frente de sus padres. Es un momento mágico, la palabra se abstiene de convencer a nadie y la presencia es sombra, vaga por las estancias, hueles un humo extraño y sin correspondencia». Y abundando en la poesía de Sánchez Menéndez, José Luis Morante nos presenta “También vivir precisa de epitafio. Antología poética (1983-2017), Ed. Chamán, donde puede comprobarse el rigor en el trabajo de este crítico y la calidad poética del autor antologado. “Frecuencia modulada”(Ed.Fundación Valparaíso), de Víctor Jiménez, es otro poemario a tener en cuenta, tras haber obtenido su autor el Premio Paul Beckett de Poesía 2017, en sus páginas hallaremos todo un homenaje a la música y a un tiempo que siempre vivirá en la memoria: «Dos corazones en uno, / que siguen la partitura / y aprenden, viven la letra / por si se acaba la música». Un librito singular es el publicado por Olifante con el título “No son versos lo que escribo. Breve antología del canto popular de la mujer iraquí”, traducido al español por el también poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun, con el que obtuvo el III Premio Marcelo Reyes a la traducción, una breve muestra es este canto: «Arrancaré las pestañas de mis ojos / para escribir las letras de tu nombre, / y venderé mi vida a plazos / solamente para verte». La nueva y joven poética de David Guijosa se contiene en este poemario, “Tiempo sin detener” (Ed. Trea), en el cual hallamos un singular voz que levita en la soledad de los días de la semana, sea el domingo, en sueco «söndag: correr por las vías del tren sin detenerse. correr y recoger monedas. sueldo esparcido entre estaciones. es domingo y voy corriendo hacia la frustración y el dinero. un plato de comida por la carrera». David de Medeiros Leite, profesor y poeta brasileño nos obsequió con “Mi Salamanca. Guía de un poeta nordestino” (edición bilingüe portugués-español), en la que recorre la ciudad Patrimonio de la Humanidad y nos deja su aroma de versos y el paisaje de su piedra milenaria: «La Cueva de Salamanca –y lo que queda de la iglesia de San Ciprián- se conecta al Huerto de Calisto y Melibea, mezclando el hechizo de la vieja Celestina con seculares misterios enclavados en las ruinas de la antigua muralla». Y de un sueño (Salamanca) a otros, “Trilogía de los sueños”(Ed. Hiperión), de Manuel Juliá, un poemario denso y en el que la madurez del poeta se percibe en cada una de sus páginas y en cada uno de los tres libros que lo componen: El sueño del amor, de la muerte y de la vida, de éste último tomamos estos versos: «el cielo habla de amor cuando la muerte está saciada / y triunfa una vida silente y los manzanos del patio / ya no son de aquí ni de ninguna parte, / porque lugar y sombra son labios / que han aprendido a entender el silencio». El segundo gran libro del indiscutible gran poeta Luis Tamarit no es otro que “Metástasis II” (Ed. Olifante), esa gran obra que aspira a ser diez volúmenes. De “Metástasis I” ya hablamos en su momento, y en esta misma línea se materializa la segunda entrega, un poemario donde la honda reflexión, la filosofía, la palabra y la vida en sí misma están presentes: «La verdad del poema es una música que no acaba nunca de / sonar un cuerpo por hacer // El estallido múltip0le de la luz viniendo en el vendrá // Del afuera al adentro de ard / Del adentro al afuera de nacido a por nacer». Del mismo sello editorial, Olifante, otro extraordinario poemario también nos deleitó con su lectura, me refiero a “Visible como el aire, legible como la muerte”, del iraní Mohsen Emadi. Conocimiento y sabiduría, expresividad y experiencia, emoción a borbotones se dan cita en este libro, es decir, poesía pura y en absoluta desnudez: «Escribo / que escribir / es beber / la cicuta, / música de muerte, / canción / que hace / posible / la existencia».
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SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO. LIBROS 2018 (I)
Han sido muchos los libros recibidos durante el pasado año de autores y editoriales, a los que agradezco la deferencia por su envío y ahora compenso, aunque sea de manera sucinta, con el correspondiente comentario. El primero al que haremos referencia nos llega de Palencia (Ed. Cálamo), es el poemario “Asuntos propios”, de Mercedes Carrión Masip (I Premio Internacional de Poesía Jorge Manrique), cuya poética intimista, de claro existencialismo nos depara versos tan precisos como estos: «anduve entre los brazos de la muerte // era un dulce minué que no pesaba / era fácil partir en aquel trance / al que sobreviví ya sin el miedo / de saber que se muere cada día»; otro de esos libros, un regalo del poeta y crítico José Luis Morante ha sido “Aforismos e ideas líricas” (Ed. La isla de Siltolá), de Juan Ramón Jiménez, y este aforismo: «El verdadero talento es asceta, como la verdadera virtud; se nutre de la soledad y el silencio». Un poemario más en la ya firme trayectoria poética de Encarna León es el poemario “Esta espera de ave”(GEEPP Ediciones), del que destacamos estos versos: «El vacío se agranda al paso / de los días y ya solo se espera / un abrazo de olvido»; también otro de los grandes poetas, ganador del premio Rafael Morales 2017 (Ed. Ayuntamiento de Talavera de la Reina), Manuel Francisco Reina nos presenta “El jardín de la tarde”, un sólido poemario construido desde la experiencia vital y la emoción que otorga lo aprehendido: «Tan solo la belleza anula el horror del mundo (…) Tan solo la belleza anula el dolor del mundo. / Tan solo la hermosura es verdadera. / Tan solo lo bello a toda muerte sobrevive.»; José Antonio Ramírez Lozano nos alivia de la rutina de los días con su poemario “Epifanías” (Ed. Pre-Textos), del que extraemos esta estrofa de su poema “La tentación de Baltasar”: «Mas Baltasar esconde / bajo la arena el himno de los sueños, / la mirra de sus sílabas, / la avaricia de las constelaciones, / y salva al hombre así de su torpe asechanza». Un cambio de rumbo bien distinto acoge la poesía de Javier Sánchez Menéndez con su libro “De cuna y sepultura” (Sexto libro de Fábula, su apuesta por una obra magna), de poesía en prosa: «En la cuna nuestros padres besaban la cabeza del niño. En la sepultura los hijos besan la frente de sus padres. Es un momento mágico, la palabra se abstiene de convencer a nadie y la presencia es sombra, vaga por las estancias, hueles un humo extraño y sin correspondencia». Y abundando en la poesía de Sánchez Menéndez, José Luis Morante nos presenta “También vivir precisa de epitafio. Antología poética (1983-2017), Ed. Chamán, donde puede comprobarse el rigor en el trabajo de este crítico y la calidad poética del autor antologado. “Frecuencia modulada”(Ed.Fundación Valparaíso), de Víctor Jiménez, es otro poemario a tener en cuenta, tras haber obtenido su autor el Premio Paul Beckett de Poesía 2017, en sus páginas hallaremos todo un homenaje a la música y a un tiempo que siempre vivirá en la memoria: «Dos corazones en uno, / que siguen la partitura / y aprenden, viven la letra / por si se acaba la música». Un librito singular es el publicado por Olifante con el título “No son versos lo que escribo. Breve antología del canto popular de la mujer iraquí”, traducido al español por el también poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun, con el que obtuvo el III Premio Marcelo Reyes a la traducción, una breve muestra es este canto: «Arrancaré las pestañas de mis ojos / para escribir las letras de tu nombre, / y venderé mi vida a plazos / solamente para verte». La nueva y joven poética de David Guijosa se contiene en este poemario, “Tiempo sin detener” (Ed. Trea), en el cual hallamos un singular voz que levita en la soledad de los días de la semana, sea el domingo, en sueco «söndag: correr por las vías del tren sin detenerse. correr y recoger monedas. sueldo esparcido entre estaciones. es domingo y voy corriendo hacia la frustración y el dinero. un plato de comida por la carrera». David de Medeiros Leite, profesor y poeta brasileño nos obsequió con “Mi Salamanca. Guía de un poeta nordestino” (edición bilingüe portugués-español), en la que recorre la ciudad Patrimonio de la Humanidad y nos deja su aroma de versos y el paisaje de su piedra milenaria: «La Cueva de Salamanca –y lo que queda de la iglesia de San Ciprián- se conecta al Huerto de Calisto y Melibea, mezclando el hechizo de la vieja Celestina con seculares misterios enclavados en las ruinas de la antigua muralla». Y de un sueño (Salamanca) a otros, “Trilogía de los sueños”(Ed. Hiperión), de Manuel Juliá, un poemario denso y en el que la madurez del poeta se percibe en cada una de sus páginas y en cada uno de los tres libros que lo componen: El sueño del amor, de la muerte y de la vida, de éste último tomamos estos versos: «el cielo habla de amor cuando la muerte está saciada / y triunfa una vida silente y los manzanos del patio / ya no son de aquí ni de ninguna parte, / porque lugar y sombra son labios / que han aprendido a entender el silencio». El segundo gran libro del indiscutible gran poeta Luis Tamarit no es otro que “Metástasis II” (Ed. Olifante), esa gran obra que aspira a ser diez volúmenes. De “Metástasis I” ya hablamos en su momento, y en esta misma línea se materializa la segunda entrega, un poemario donde la honda reflexión, la filosofía, la palabra y la vida en sí misma están presentes: «La verdad del poema es una música que no acaba nunca de / sonar un cuerpo por hacer // El estallido múltip0le de la luz viniendo en el vendrá // Del afuera al adentro de ard / Del adentro al afuera de nacido a por nacer». Del mismo sello editorial, Olifante, otro extraordinario poemario también nos deleitó con su lectura, me refiero a “Visible como el aire, legible como la muerte”, del iraní Mohsen Emadi. Conocimiento y sabiduría, expresividad y experiencia, emoción a borbotones se dan cita en este libro, es decir, poesía pura y en absoluta desnudez: «Escribo / que escribir / es beber / la cicuta, / música de muerte, / canción / que hace / posible / la existencia».
SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO. LIBROS 2018 (I)
Han sido muchos los libros recibidos durante el pasado año de autores y editoriales, a los que agradezco la deferencia por su envío y ahora compenso, aunque sea de manera sucinta, con el correspondiente comentario. El primero al que haremos referencia nos llega de Palencia (Ed. Cálamo), es el poemario “Asuntos propios”, de Mercedes Carrión Masip (I Premio Internacional de Poesía Jorge Manrique), cuya poética intimista, de claro existencialismo nos depara versos tan precisos como estos: «anduve entre los brazos de la muerte // era un dulce minué que no pesaba / era fácil partir en aquel trance / al que sobreviví ya sin el miedo / de saber que se muere cada día»; otro de esos libros, un regalo del poeta y crítico José Luis Morante ha sido “Aforismos e ideas líricas” (Ed. La isla de Siltolá), de Juan Ramón Jiménez, y este aforismo: «El verdadero talento es asceta, como la verdadera virtud; se nutre de la soledad y el silencio». Un poemario más en la ya firme trayectoria poética de Encarna León es el poemario “Esta espera de ave” (GEEPP Ediciones), del que destacamos estos versos: «El vacío se agranda al paso / de los días y ya solo se espera / un abrazo de olvido»; también otro de los grandes poetas, ganador del premio Rafael Morales 2017 (Ed. Ayuntamiento de Talavera de la Reina), Manuel Francisco Reina nos presenta “El jardín de la tarde”, un sólido poemario construido desde la experiencia vital y la emoción que otorga lo aprehendido: «Tan solo la belleza anula el horror del mundo (…) Tan solo la belleza anula el dolor del mundo. / Tan solo la hermosura es verdadera. / Tan solo lo bello a toda muerte sobrevive.»; José Antonio Ramírez Lozano nos alivia de la rutina de los días con su poemario “Epifanías” (Ed. Pre-Textos), del que extraemos esta estrofa de su poema “La tentación de Baltasar”: «Mas Baltasar esconde / bajo la arena el himno de los sueños, / la mirra de sus sílabas, / la avaricia de las constelaciones, / y salva al hombre así de su torpe asechanza». Un cambio de rumbo bien distinto acoge la poesía de Javier Sánchez Menéndez con su libro “De cuna y sepultura” (Sexto libro de Fábula, su apuesta por una obra magna), de poesía en prosa: «En la cuna nuestros padres besaban la cabeza del niño. En la sepultura los hijos besan la frente de sus padres. Es un momento mágico, la palabra se abstiene de convencer a nadie y la presencia es sombra, vaga por las estancias, hueles un humo extraño y sin correspondencia». Y abundando en la poesía de Sánchez Menéndez, José Luis Morante nos presenta “También vivir precisa de epitafio. Antología poética (1983-2017), Ed. Chamán, donde puede comprobarse el rigor en el trabajo de este crítico y la calidad poética del autor antologado. “Frecuencia modulada” (Ed.Fundación Valparaíso), de Víctor Jiménez, es otro poemario a tener en cuenta, tras haber obtenido su autor el Premio Paul Beckett de Poesía 2017, en sus páginas hallaremos todo un homenaje a la música y a un tiempo que siempre vivirá en la memoria: «Dos corazones en uno, / que siguen la partitura / y aprenden, viven la letra / por si se acaba la música». Un librito singular es el publicado por Olifante con el título “No son versos lo que escribo. Breve antología del canto popular de la mujer iraquí”, traducido al español por el también poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun, con el que obtuvo el III Premio Marcelo Reyes a la traducción, una breve muestra es este canto: «Arrancaré las pestañas de mis ojos / para escribir las letras de tu nombre, / y venderé mi vida a plazos / solamente para verte». La nueva y joven poética de David Guijosa se contiene en este poemario, “Tiempo sin detener” (Ed. Trea), en el cual hallamos un singular voz que levita en la soledad de los días de la semana, sea el domingo, en sueco «söndag: correr por las vías del tren sin detenerse. correr y recoger monedas. sueldo esparcido entre estaciones. es domingo y voy corriendo hacia la frustración y el dinero. un plato de comida por la carrera». David de Medeiros Leite, profesor y poeta brasileño nos obsequió con “Mi Salamanca. Guía de un poeta nordestino” (edición bilingüe portugués-español), en la que recorre la ciudad Patrimonio de la Humanidad y nos deja su aroma de versos y el paisaje de su piedra milenaria: «La Cueva de Salamanca –y lo que queda de la iglesia de San Ciprián- se conecta al Huerto de Calisto y Melibea, mezclando el hechizo de la vieja Celestina con seculares misterios enclavados en las ruinas de la antigua muralla». Y de un sueño (Salamanca) a otros, “Trilogía de los sueños” (Ed. Hiperión), de Manuel Juliá, un poemario denso y en el que la madurez del poeta se percibe en cada una de sus páginas y en cada uno de los tres libros que lo componen: El sueño del amor, de la muerte y de la vida, de éste último tomamos estos versos: «el cielo habla de amor cuando la muerte está saciada / y triunfa una vida silente y los manzanos del patio / ya no son de aquí ni de ninguna parte, / porque lugar y sombra son labios / que han aprendido a entender el silencio». El segundo gran libro del indiscutible gran poeta Luis Tamarit no es otro que “Metástasis II” (Ed. Olifante), esa gran obra que aspira a ser diez volúmenes. De “Metástasis I” ya hablamos en su momento, y en esta misma línea se materializa la segunda entrega, un poemario donde la honda reflexión, la filosofía, la palabra y la vida en sí misma están presentes: «La verdad del poema es una música que no acaba nunca de / sonar un cuerpo por hacer // El estallido múltip0le de la luz viniendo en el vendrá // Del afuera al adentro de ard / Del adentro al afuera de nacido a por nacer». Del mismo sello editorial, Olifante, otro extraordinario poemario también nos deleitó con su lectura, me refiero a “Visible como el aire, legible como la muerte”, del iraní Mohsen Emadi. Conocimiento y sabiduría, expresividad y experiencia, emoción a borbotones se dan cita en este libro, es decir, poesía pura y en absoluta desnudez: «Escribo / que escribir / es beber / la cicuta, / música de muerte, / canción / que hace / posible / la existencia».
SOLENOIDE de Mircea Cărtărescu, por JOSÉ ANTONIO SANTANO
Esta es, sin duda, la historia de una huida, posiblemente la del protagonista y la del propio Mircea Cărtărescu, hacia no se sabe dónde, consecuencia del hastío y la melancolía, como la ciudad de «…Bucarest proyectada como un gran museo al aire libre, el museo de la melancolía y de la ruina de todas las cosas», la soledad en su absoluta desnudez, causa con toda seguridad de una realidad que lleva a su exacto término en las continuadas y extraordinarias descripciones del profesor protagonista y sus relaciones con el mundo que le rodea, y ficcional cuando relata los también continuados sueños que vive: «En el sueño me cortaban la lengua en varios trozos. Sin embargo, no sentía nada, porque estaba anestesiado en la mesa de operaciones. Cortaban cada vez más adentro, hacia el gaznate, hasta que empezaron a verse, en la sección más gruesa, las venas cercenadas, vacías de sangre». En esta huida de Cărtărescu hacia adelante desentraña dos mundos que hacen de “Solenoide”, esta monumental novela, un lugar deseable, donde el tiempo y el espacio, en sus continuas digresiones, fomentan la necesidad de convertir la lectura en la única salvación posible, el más genuino territorio para el pensamiento, y donde al final de todo, siempre triunfa el amor, el verdadero solenoide, el único generador capaz de transformar el mundo: «He hablado con Irina y ya hemos decidido lo que vamos a hacer. Avanzaremos, por la orilla de la carretera, más allá del pueblo de Voluntari y, en Afumaţi, nos adentraremos en el bosquecillo de robles en el que solíamos recoger bellotas. Allí nos espera la capilla en ruinas que será, como supimos en cuanto la encontramos, nuestro último hogar. (…) Nos quedaremos allí para siempre, a resguardo de las aterradoras estrellas». Una gran novela que confirma la madurez de su autor, Mircea Cărtăarescu, y que lo señala como una de las voces más sobresalientes de la literatura europea actual.
Autor: Mircea Cărtăarescu
Género: Ficción
SOLENOIDE de Mircea Cărtărescu, por JOSÉ ANTONIO SANTANO
Esta es, sin duda, la historia de una huida, posiblemente la del protagonista y la del propio Mircea Cărtărescu, hacia no se sabe dónde, consecuencia del hastío y la melancolía, como la ciudad de «…Bucarest proyectada como un gran museo al aire libre, el museo de la melancolía y de la ruina de todas las cosas», la soledad en su absoluta desnudez, causa con toda seguridad de una realidad que lleva a su exacto término en las continuadas y extraordinarias descripciones del profesor protagonista y sus relaciones con el mundo que le rodea, y ficcional cuando relata los también continuados sueños que vive: «En el sueño me cortaban la lengua en varios trozos. Sin embargo, no sentía nada, porque estaba anestesiado en la mesa de operaciones. Cortaban cada vez más adentro, hacia el gaznate, hasta que empezaron a verse, en la sección más gruesa, las venas cercenadas, vacías de sangre». En esta huida de Cărtărescu hacia adelante desentraña dos mundos que hacen de “Solenoide”, esta monumental novela, un lugar deseable, donde el tiempo y el espacio, en sus continuas digresiones, fomentan la necesidad de convertir la lectura en la única salvación posible, el más genuino territorio para el pensamiento, y donde al final de todo, siempre triunfa el amor, el verdadero solenoide, el único generador capaz de transformar el mundo: «He hablado con Irina y ya hemos decidido lo que vamos a hacer. Avanzaremos, por la orilla de la carretera, más allá del pueblo de Voluntari y, en Afumaţi, nos adentraremos en el bosquecillo de robles en el que solíamos recoger bellotas. Allí nos espera la capilla en ruinas que será, como supimos en cuanto la encontramos, nuestro último hogar. (…) Nos quedaremos allí para siempre, a resguardo de las aterradoras estrellas». Una gran novela que confirma la madurez de su autor, Mircea Cărtăarescu, y que lo señala como una de las voces más sobresalientes de la literatura europea actual.
Autor: Mircea Cărtăarescu
Género: Ficción
EN LA OTRA LADERA. JOSÉ ANTONIO SÁEZ por JOSÉ ANTONIO SANTANO
SALÓN DE LECTURA (DIARIO DE ALMERÍA 31/12/2018), columna de JOSÉ ANTONIO SANTANO, con el libro "EN LA OTRA LADERA" DE JOSÉ ANTONIO SÁEZ |
Alcanza Sáez un estado trascendente, diríase que casi místico (“Hazte en mí y sea yo en ti”) en el cual la palabra es la luz que devuelve la esperanza, el instrumento transformador de una realidad que no satisface al poeta. Poesía en prosa la que nos muestra José Antonio Sáez en cuarenta y ocho composiciones. Poemario para los sentidos y el intelecto, tan bella como sencilla en su concepción del mundo, y reflexiva, sosegada meditación desde la experiencia del vivir, de la cotidianidad de los días, ese tiempo que en el poeta siente que se escapa entre los dedos, porque ya no hay marcha atrás: «Se van, se nos van los días deslizándose entre las manos desnudas como arena. Se nos va la vida y somos solo gotas de agua resbalando en el cristal. Qué esperar de lo porvenir». En los versos de Sáez hallamos la confluencia de la búsqueda de la belleza y la fuerza expresiva de lo cotidiano que nace como consecuencia de una honda interiorización de lo vivido y por vivir. El poeta, desde la soledad de su apartado rincón almeriense, ajeno a las modas y modismos, a la llamada posmodernidad que tan poco le ofrece, consigue conservar intacta su voz, esa que ahonda en los orígenes y acompaña como un canto en las tardes de otoño al son monocorde de la lluvia en los cristales. Consciente del lugar que ocupa, Sáez oficia de poeta auténtico, sin interés alguno por el boato o la engañosa fama que adorna al hombre («Sobran los homenajes para quien no los busca.
De vanidad se infla el globo y alardea el pavo real en su rueda. Pues llegué sin nada, me iré desnudo, como los hijos de la mar. Alada la mano que cierre la ventana de mis párpados»), porque el amor es el principio que rige todos sus actos: «Si nos han de juzgar por algo, que sea por el amor de que fuimos capaces. (…) Porque el amor, si no se da, se pudre en nosotros como fruta madura, que no es comida por nadie y viene a ser picoteada por los pájaros o arrojada a las alimañas».
José Antonio Sáez es sin duda un poeta existencialista, humilde y solidario que nunca se detiene y que siempre abre su corazón al desposeído, porque su razón de ser no es otra que la de humanizar cuanto le rodea: «Abrió su corazón a la verdad, a la justicia, a la nobleza, a la compasión, a la solidaridad y lo cerró al escepticismo, a la angustia, a la desazón y al desasosiego». Por ello la tierra madre, la patria, también vive en él, “siguiendo a Salvador Espríu”, de forma muy particular, y en un momento tan delicado como el actual, y así escribe: «Con desgarro en el corazón oigo hablar de mi patria, con desprecio a algunos y con ignorancia a otros. Pero yo conozco su dignidad en la pobreza y su pasado glorioso, y por ellos me enorgullezco de mi humilde, hermosa y desvalida patria». Este es el poeta José Antonio Sáez, que nos hace temblar con la luz deslumbradora de su palabra, siempre viva y humana, y que hallamos en este libro tan conmovedor como acertado para estos tiempos: “En la otra ladera”.
EN LA OTRA LADERA. JOSÉ ANTONIO SÁEZ por JOSÉ ANTONIO SANTANO
SALÓN DE LECTURA (DIARIO DE ALMERÍA 31/12/2018), columna de JOSÉ ANTONIO SANTANO, con el libro "EN LA OTRA LADERA" DE JOSÉ ANTONIO SÁEZ |
Alcanza Sáez un estado trascendente, diríase que casi místico (“Hazte en mí y sea yo en ti”) en el cual la palabra es la luz que devuelve la esperanza, el instrumento transformador de una realidad que no satisface al poeta. Poesía en prosa la que nos muestra José Antonio Sáez en cuarenta y ocho composiciones. Poemario para los sentidos y el intelecto, tan bella como sencilla en su concepción del mundo, y reflexiva, sosegada meditación desde la experiencia del vivir, de la cotidianidad de los días, ese tiempo que en el poeta siente que se escapa entre los dedos, porque ya no hay marcha atrás: «Se van, se nos van los días deslizándose entre las manos desnudas como arena. Se nos va la vida y somos solo gotas de agua resbalando en el cristal. Qué esperar de lo porvenir». En los versos de Sáez hallamos la confluencia de la búsqueda de la belleza y la fuerza expresiva de lo cotidiano que nace como consecuencia de una honda interiorización de lo vivido y por vivir. El poeta, desde la soledad de su apartado rincón almeriense, ajeno a las modas y modismos, a la llamada posmodernidad que tan poco le ofrece, consigue conservar intacta su voz, esa que ahonda en los orígenes y acompaña como un canto en las tardes de otoño al son monocorde de la lluvia en los cristales. Consciente del lugar que ocupa, Sáez oficia de poeta auténtico, sin interés alguno por el boato o la engañosa fama que adorna al hombre («Sobran los homenajes para quien no los busca.
De vanidad se infla el globo y alardea el pavo real en su rueda. Pues llegué sin nada, me iré desnudo, como los hijos de la mar. Alada la mano que cierre la ventana de mis párpados»), porque el amor es el principio que rige todos sus actos: «Si nos han de juzgar por algo, que sea por el amor de que fuimos capaces. (…) Porque el amor, si no se da, se pudre en nosotros como fruta madura, que no es comida por nadie y viene a ser picoteada por los pájaros o arrojada a las alimañas».
José Antonio Sáez es sin duda un poeta existencialista, humilde y solidario que nunca se detiene y que siempre abre su corazón al desposeído, porque su razón de ser no es otra que la de humanizar cuanto le rodea: «Abrió su corazón a la verdad, a la justicia, a la nobleza, a la compasión, a la solidaridad y lo cerró al escepticismo, a la angustia, a la desazón y al desasosiego». Por ello la tierra madre, la patria, también vive en él, “siguiendo a Salvador Espríu”, de forma muy particular, y en un momento tan delicado como el actual, y así escribe: «Con desgarro en el corazón oigo hablar de mi patria, con desprecio a algunos y con ignorancia a otros. Pero yo conozco su dignidad en la pobreza y su pasado glorioso, y por ellos me enorgullezco de mi humilde, hermosa y desvalida patria». Este es el poeta José Antonio Sáez, que nos hace temblar con la luz deslumbradora de su palabra, siempre viva y humana, y que hallamos en este libro tan conmovedor como acertado para estos tiempos: “En la otra ladera”.
LA LEYENDA DE GÉMINIS de Antonio Hernández, por José Antonio Santano
Si Antonio Hernández es el poeta que todos reconocemos en “Nueva York después de muerto”, con el que fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía 2014, también es el extraordinario narrador de esta novela y de otras como “Sangre fría”, “Vestida de novia”, “Raigosa ha muerto.Viva el rey” o “El tesoro de Juan Morales”. Dominador de ambos géneros: poesía y novela, Antonio Hernández es, en uno y otro ámbito, una de las voces más lúcidas del panorama literario español. En “La leyenda de Géminis”, Hernández nos propone la historia de un aprendizaje, no solo desde el punto de vista de la formación académica de Antonio, su protagonista, sino también vital a través de las enseñanzas del magisterio integrador de don Jonás, el otro protagonista. Esta es una novela que se caracteriza por la honda reflexión de la realidad, pero también de la poderosa revelación de la fantasía, de la ficción. Hernández es, sin duda, un escritor de raza capaz de sorprender al lector con el más profundo comentario, como de iluminar sus ojos hasta mostrar una cómplice sonrisa tras su sentido del humor (tan gaditano), o de la sutil ironía que caracteriza su discurso narrativo, siempre bajo la resplandeciente luz de un lenguaje preciso y exquisito, que nos recuerda la más pura tradición literaria española, simbolizada para esta ocasión en la picaresca, con la que Hernández tanto empatiza. Desde la posguerra, pasando por la transición democrática hasta finalizar en el triunfo socialista andaluz son los ejes centrales en los que afianza su narración Hernández para mostrarnos todos los aspectos de la condición humana, para descubrir que en ella se asientan valores perniciosos como la ambición por el poder, el culto al dios dinero o la traición, frente a otros como la solidaridad o la fraternidad humanas. Los personajes están definidos con tal precisión que la narración se desarrolla de forma ágil, en el tiempo y el espacio. “La leyenda de Géminis” viene a confirmar la excelencia narrativa de Antonio Hernández, que como en otras novelas anteriores, no duda en aplicar la observación y la profunda meditación sobre lo vivido y aprehendido para conformar así una historia que pudiendo parecer a primera vista tediosa y compleja, su oficio de escritor convierte esta sensación en puro goce de los sentidos y el intelecto. Esta es, podríamos decir, la historia de un ideal, pero también la historia de un desengaño, de una derrota: «Porque siento que ha vencido la vulgaridad: el dinero que se atesora sobre el que se reparte; la fama sobre el prestigio; el poder sobre la dignidad; la conveniencia sobre la obligación; la adicción sobre la delicadeza, estar sobre ser». Novela de aprendizaje, como ya se ha dicho con anterioridad, con el valor añadido de la erudición que caracteriza a su autor; novela donde la sátira, el humor y un discurso narrativo de una belleza y profundidad sin parangón, procuran al lector ese placentero instante en el cual la lectura se convierte, hacienda de ella una perentoria necesidad, una imprescindible actividad humana. “La leyenda de Géminis” es la crónica de un tiempo oscuro y de silencios, la historia de un lugar y unos seres derrotados, la confluencia de los opuestos, del bien y del mal, tratada con la sabiduría de un narrador imprescindible en el panorama de las letras españolas, que es de justicia distinguir ahora más que nunca: Antonio Hernández.
LA LEYENDA DE GÉMINIS de Antonio Hernández, por José Antonio Santano
Si Antonio Hernández es el poeta que todos reconocemos en “Nueva York después de muerto”, con el que fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía 2014, también es el extraordinario narrador de esta novela y de otras como “Sangre fría”, “Vestida de novia”, “Raigosa ha muerto.Viva el rey” o “El tesoro de Juan Morales”. Dominador de ambos géneros: poesía y novela, Antonio Hernández es, en uno y otro ámbito, una de las voces más lúcidas del panorama literario español. En “La leyenda de Géminis”, Hernández nos propone la historia de un aprendizaje, no solo desde el punto de vista de la formación académica de Antonio, su protagonista, sino también vital a través de las enseñanzas del magisterio integrador de don Jonás, el otro protagonista. Esta es una novela que se caracteriza por la honda reflexión de la realidad, pero también de la poderosa revelación de la fantasía, de la ficción. Hernández es, sin duda, un escritor de raza capaz de sorprender al lector con el más profundo comentario, como de iluminar sus ojos hasta mostrar una cómplice sonrisa tras su sentido del humor (tan gaditano), o de la sutil ironía que caracteriza su discurso narrativo, siempre bajo la resplandeciente luz de un lenguaje preciso y exquisito, que nos recuerda la más pura tradición literaria española, simbolizada para esta ocasión en la picaresca, con la que Hernández tanto empatiza. Desde la posguerra, pasando por la transición democrática hasta finalizar en el triunfo socialista andaluz son los ejes centrales en los que afianza su narración Hernández para mostrarnos todos los aspectos de la condición humana, para descubrir que en ella se asientan valores perniciosos como la ambición por el poder, el culto al dios dinero o la traición, frente a otros como la solidaridad o la fraternidad humanas. Los personajes están definidos con tal precisión que la narración se desarrolla de forma ágil, en el tiempo y el espacio. “La leyenda de Géminis” viene a confirmar la excelencia narrativa de Antonio Hernández, que como en otras novelas anteriores, no duda en aplicar la observación y la profunda meditación sobre lo vivido y aprehendido para conformar así una historia que pudiendo parecer a primera vista tediosa y compleja, su oficio de escritor convierte esta sensación en puro goce de los sentidos y el intelecto. Esta es, podríamos decir, la historia de un ideal, pero también la historia de un desengaño, de una derrota: «Porque siento que ha vencido la vulgaridad: el dinero que se atesora sobre el que se reparte; la fama sobre el prestigio; el poder sobre la dignidad; la conveniencia sobre la obligación; la adicción sobre la delicadeza, estar sobre ser». Novela de aprendizaje, como ya se ha dicho con anterioridad, con el valor añadido de la erudición que caracteriza a su autor; novela donde la sátira, el humor y un discurso narrativo de una belleza y profundidad sin parangón, procuran al lector ese placentero instante en el cual la lectura se convierte, hacienda de ella una perentoria necesidad, una imprescindible actividad humana. “La leyenda de Géminis” es la crónica de un tiempo oscuro y de silencios, la historia de un lugar y unos seres derrotados, la confluencia de los opuestos, del bien y del mal, tratada con la sabiduría de un narrador imprescindible en el panorama de las letras españolas, que es de justicia distinguir ahora más que nunca: Antonio Hernández.
TRADUCCIÓN DEL SILENCIO
SALÓN DE LECTURA ___________________________ José Antonio Santano
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TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014
ISBN: 13: 978-84-942992-3-0
Clasificación: Poesía.
Tamaño: 14x21 cm
Idioma de publicación: Castellano
Edición: 1ª Ed.1ª Impr.
Fecha de impresión: Noviembre 2014
Encuadernación: Rústica con solapa
Páginas: 104
PVP: 12€
Colección: Daraxa
José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.
Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.
José Cabrera Martos