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LA URUGUAYA


SALÓN DE LECTURA____________ José Antonio Santano


LA URUGUAYA
Para quienes creemos que la lectura forma parte de la vida, que es como el aire que respiramos, cualquier momento es bueno para asirse a un libro, detener nuestra mirada sobre sus páginas y dejarnos llevar por el vuelo de la palabra. Cada una de ellas en su individualidad y sumadas en su conjunto procuran siempre un viaje a lugares insospechados sobrecogiéndonos por su magia que nos adentra en otras vidas y experiencias múltiples, enseñándonos así que la literatura puede ser un refugio para la soledad o un inmenso oasis de esperanza. La propuesta para esta ocasión no es otra que una novela corta, pero sustancial y sustanciosa en la medida que su escritura puede responder a las expectativas de un amplio número de lectores. 
 PEDRO MAIRAL (BUENOS AIRES, 1970)
PEDRO MAIRAL (BUENOS AIRES, 1970)

Su título, “La uruguaya”, su autor, Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) y el sello editorial , publicada por el sello editorial “Libros del asteroide”. En ella se combinan todos los ingredientes necesarios para conformar una interesante historia, urdida sobre la base de una crisis conyugal, la que padece su protagonista, Lucas Pereyra, un escritor argentino que vive una difícil situación económica y familiar. Su país, Argentina, vive también un mal momento financiero debido a las restricciones bancarias, de tal manera que el hecho de viajar a Montevideo (Uruguay) para cobrar unos anticipos editoriales y la visita a una joven amiga de tiempo atrás será el detonante de esta aventura que durará un día solo pero que deparará en el protagonista y el lector la sorprendente huella de una nueva y desafortunada realidad, la de un vencido más, un fracasado, un inadaptado más. Este es un viaje de ida y vuelta al interior de uno mismo, en este caso de Lucas Pereyra, ese escritor que vive la incomprensión familiar y la culpa como algo cotidiano y cuyo anhelo no es otro que respirar otro aire y en otra ciudad diferente, ajeno a la dominación de la esposa: «Me tranquilizaba sentir que había una parte de mi cerebro que no compartía con vos. Necesitaba mi cono de sombra, mi traba en la puerte, mi intimidad, aunque solo fuera para estar en silencio. Siempre me aterra esa cosa siamesa de las parejas: opinan lo mismo, comen lo mismo, se emborrachan a la par, como si compartieran el torrente sanguíneo.». Este es el relato de una soledad anunciada y vivida: «Solos y juntos…, estábamos al lado pero inalcanzables, como en dos planos distintos de la realidad». La narración discurre sustentada por la lúcida prosa de Pedro Mairal, en la que hallamos la fuerza de un lenguaje que no escapa del uso de modismos o expresiones propias de su país, Argentina, como de una variedad de recursos lingüísticos tal que hace que la tensión discursiva se mantenga a lo largo de toda la lectura, procurando en el lector un único deseo: leer una página tras otra, sin tregua alguna, hasta su conclusión. En esta historia, que pudiera parecer simple y que no da juego para mucho, Mairal nos descubre su verdadero ingenio narrativo, de tal manera que, desde la apariencia de una fuerte masculinidad se nos presenta un ser frágil, al que se puede engañar con poco, para regresar al fin al mismo lugar de la partida con las manos vacías y humillado, en sentido sexual y personal. El hombre que quiso ser Lucas, supuestamente enamorado, entregado al amor de la uruguaya Guerra, no es sino una falsa ilusión, un camino aciago que lo devolverá a una cruel realidad, a la pérdida de casi todo, incluso de su dignidad. Seduce en este relato la tensión discursiva de Mairal, la capacidad para describir todas y cada una de las situaciones que se producen en el corto espacio de un día y cómo resuelve la narración de forma sorpresiva. La uruguaya es una novela en la que no falta el dinero, el sexo, el humor, la soledad, la infidelidad, la ironía, el engaño, la literatura y hasta el fútbol. Novela dirigida, por tanto, a un público amplio y heterogéneo, atractiva desde el punto y hora que centra su trama en un hecho actual con el cual muchos lectores pueden verse identificados. Una sociedad en crisis es reflejo de las continuadas crisis en las relaciones humanas, y dentro de estas, las familiares ocupan un lugar predominante. El sexo ocupa también un lugar significativo, hasta el punto que el protagonista se ciega en su búsqueda. Todo estaba planeado para el encuentro con la joven Guerra, pero también todo estaba tasado para el fracaso y el engaño. Con todo, “La uruguaya” es una novela escrita con maestría, en la que su autor ha sabido, a pesar de su brevedad, conjugar todos los elementos necesarios para hilar un discurso narrativo que seduce al lector desde el primer momento, reflejo de lo que es la vida y sus contradicciones, en consecuencia, de la fragilidad del ser humano ante sí y el mundo que le rodea. Todo puede suceder en la ficción, incluso superar el grado de conocimiento de la realidad circundante. Así lo ha creído Pedro Mairal al escribir esta sugerente, atractiva y breve novela, tal es “La uruguaya”.
LA URUGUAYA


Título:La uruguaya
Autor: Pedro Mairal
Editorial: Libros del asteroide (2018)


LA URUGUAYA


SALÓN DE LECTURA____________ José Antonio Santano


LA URUGUAYA
Para quienes creemos que la lectura forma parte de la vida, que es como el aire que respiramos, cualquier momento es bueno para asirse a un libro, detener nuestra mirada sobre sus páginas y dejarnos llevar por el vuelo de la palabra. Cada una de ellas en su individualidad y sumadas en su conjunto procuran siempre un viaje a lugares insospechados sobrecogiéndonos por su magia que nos adentra en otras vidas y experiencias múltiples, enseñándonos así que la literatura puede ser un refugio para la soledad o un inmenso oasis de esperanza. La propuesta para esta ocasión no es otra que una novela corta, pero sustancial y sustanciosa en la medida que su escritura puede responder a las expectativas de un amplio número de lectores. 
 PEDRO MAIRAL (BUENOS AIRES, 1970)
PEDRO MAIRAL (BUENOS AIRES, 1970)

Su título, “La uruguaya”, su autor, Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) y el sello editorial , publicada por el sello editorial “Libros del asteroide”. En ella se combinan todos los ingredientes necesarios para conformar una interesante historia, urdida sobre la base de una crisis conyugal, la que padece su protagonista, Lucas Pereyra, un escritor argentino que vive una difícil situación económica y familiar. Su país, Argentina, vive también un mal momento financiero debido a las restricciones bancarias, de tal manera que el hecho de viajar a Montevideo (Uruguay) para cobrar unos anticipos editoriales y la visita a una joven amiga de tiempo atrás será el detonante de esta aventura que durará un día solo pero que deparará en el protagonista y el lector la sorprendente huella de una nueva y desafortunada realidad, la de un vencido más, un fracasado, un inadaptado más. Este es un viaje de ida y vuelta al interior de uno mismo, en este caso de Lucas Pereyra, ese escritor que vive la incomprensión familiar y la culpa como algo cotidiano y cuyo anhelo no es otro que respirar otro aire y en otra ciudad diferente, ajeno a la dominación de la esposa: «Me tranquilizaba sentir que había una parte de mi cerebro que no compartía con vos. Necesitaba mi cono de sombra, mi traba en la puerte, mi intimidad, aunque solo fuera para estar en silencio. Siempre me aterra esa cosa siamesa de las parejas: opinan lo mismo, comen lo mismo, se emborrachan a la par, como si compartieran el torrente sanguíneo.». Este es el relato de una soledad anunciada y vivida: «Solos y juntos…, estábamos al lado pero inalcanzables, como en dos planos distintos de la realidad». La narración discurre sustentada por la lúcida prosa de Pedro Mairal, en la que hallamos la fuerza de un lenguaje que no escapa del uso de modismos o expresiones propias de su país, Argentina, como de una variedad de recursos lingüísticos tal que hace que la tensión discursiva se mantenga a lo largo de toda la lectura, procurando en el lector un único deseo: leer una página tras otra, sin tregua alguna, hasta su conclusión. En esta historia, que pudiera parecer simple y que no da juego para mucho, Mairal nos descubre su verdadero ingenio narrativo, de tal manera que, desde la apariencia de una fuerte masculinidad se nos presenta un ser frágil, al que se puede engañar con poco, para regresar al fin al mismo lugar de la partida con las manos vacías y humillado, en sentido sexual y personal. El hombre que quiso ser Lucas, supuestamente enamorado, entregado al amor de la uruguaya Guerra, no es sino una falsa ilusión, un camino aciago que lo devolverá a una cruel realidad, a la pérdida de casi todo, incluso de su dignidad. Seduce en este relato la tensión discursiva de Mairal, la capacidad para describir todas y cada una de las situaciones que se producen en el corto espacio de un día y cómo resuelve la narración de forma sorpresiva. La uruguaya es una novela en la que no falta el dinero, el sexo, el humor, la soledad, la infidelidad, la ironía, el engaño, la literatura y hasta el fútbol. Novela dirigida, por tanto, a un público amplio y heterogéneo, atractiva desde el punto y hora que centra su trama en un hecho actual con el cual muchos lectores pueden verse identificados. Una sociedad en crisis es reflejo de las continuadas crisis en las relaciones humanas, y dentro de estas, las familiares ocupan un lugar predominante. El sexo ocupa también un lugar significativo, hasta el punto que el protagonista se ciega en su búsqueda. Todo estaba planeado para el encuentro con la joven Guerra, pero también todo estaba tasado para el fracaso y el engaño. Con todo, “La uruguaya” es una novela escrita con maestría, en la que su autor ha sabido, a pesar de su brevedad, conjugar todos los elementos necesarios para hilar un discurso narrativo que seduce al lector desde el primer momento, reflejo de lo que es la vida y sus contradicciones, en consecuencia, de la fragilidad del ser humano ante sí y el mundo que le rodea. Todo puede suceder en la ficción, incluso superar el grado de conocimiento de la realidad circundante. Así lo ha creído Pedro Mairal al escribir esta sugerente, atractiva y breve novela, tal es “La uruguaya”.
LA URUGUAYA


Título: La uruguaya
Autor: Pedro Mairal
Editorial: Libros del asteroide (2018)


CATEDRAL DE LA NOCHE

CATEDRAL DE LA NOCHE

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano

CATEDRAL DE LA NOCHE

Reconforta siempre volver a la poesía, sumergirse en su esencia y dejarse llevar por su rumor, volar libre hasta el más escondido lugar de este planeta. Nada más placentero que la poesía para hacer de la vida el más grande monumento. Rimbaud llegó a decir que «practicar la alquimia de la palabra y considerar la escritura poética es en sí misma un medio para transformar al ser humano, pues ¿cómo puede el poeta vivir su poesía si no reinventa la vida?». 
La poesía como germen de toda transformación del pensamiento humano, de la vida. No se puede disgregar una cosa de la otra. La clave de todo está, si se me permite, en el silencio, su presencia y observación hacen de él el elemento más importante para la creación. El silencio es el origen de todo y quien se alía a él comprenderá mejor la existencia en sí misma. Mucho sabe de ese silencio, de los silencios que se catapultan a diario algunos poetas que, desde su particular visión del mundo, han hecho del silencio su mejor aliado para llevar la palabra poética allende los mares. Un caso concreto de esta seducción que genera el silencio en la poesía es sin duda alguna el poeta Ángel Guinda (Zaragoza, 1949) y prueba de ello, su poemario titulado “Catedral de la noche”. La noche es el todo y la nada, razón de ser, universo, símbolo de la vida y la muerte. “Catedral de la noche” es un texto que desde sus primeras páginas deja al lector en un estado de trance casi, como si la palabra ejerciera de poción mágica capaz de trascender y trascendernos de forma tan sutil como contundente. “Nací de la entrañas de la muerte” escribe el poeta al inicio de este viaje que ahonda en la condición humana con plena consciencia y sabiduría.
CATEDRAL DE LA NOCHE

 Es tiempo para la madurez del verbo y lo sabe bien Guinda, tiempo para modelar el barro de la palabra, unir experiencia y conocimiento para ser lo que se quiere ser: poeta y hombre, y viceversa. El poema “Del natural” podría resumir perfectamente la concepción del mundo que posee el poeta Ángel Guinda; desde el primer verso que hemos señalado, pasando por estos «Morir joven es duro, / pero más duro es envejecer: / consumirse inseguro, / solo, torpe, molesto, comprender / que en adelante aún será peor» y concluyendo con los que siguen: «Recuerdo que el olvido / me espera unos pasos más allá. / Antes de ser secuestrado me habré ido. / ¡Vendrá la Noche y no me encontrará», representan fielmente una manera de entender la poesía, de entender la vida, tan singular como esencialmente humana. La Noche es para el poeta oscuridad plena, silencio y luz, pérdida, olvido, pero sobre todo despedida, que en tono elegíaco nos muestra como salvación última. Preocupa al poeta el mundo que le rodea, porque él es parte intrínseca de ese mundo, es mundo por decirlo de otra manera, y la compenetración es tal que se abisma en su profunda oscuridad para alcanzar la luz, para afirmarse y afirmar que «Venimos a este mundo / para no quedarnos en nada ni nadie, / ni siquiera en nosotros. (…) Uno dentro del otro hemos estado / por un instante en la eternidad. ¡La eternidad, ahora, dónde está!» La palabra que nace para salvarnos, tal vez, del olvido y el miedo, del desencanto y la soledad, ¿tal vez de la muerte misma? Ángel Guinda nos muestra la intensa inmensidad de la Noche y quiere compartir con el lector ese estado de catarsis, en el cual el silencio resurge inexorablemente. “Catedral de la noche” es un solo poema -aunque contenga algo más de medio centenar de ellos-, una profunda elegía que ilumina el firmamento de la poesía y nos hace ser tan visionarios como lo es el propio poeta. Pero además, Guinda nos sorprende con la forma también, con el uso del “yo plural” como podríamos definirlo, cuya representación parece hablarnos de la excepcionalidad del yo individual-colectivo: «Yo miramos balcones… Yo nos llevo sin mí..., o, Yo nos vamos muy lejos», en un mestizaje que nos habla de un poeta que no se conforma, que resiste y que desea la transformación del mundo a través de la palabra.
 El poeta vive en continuo trance, en una espiritualidad plena que nos recuerda la más grande tradición mística, su voz es la voz del tiempo en el poema “Monasterio”: «Aquí se descalabra, inexorable, el tiempo», del dolor en “La trama de vivir”: «Vivir es esa trampa que demuele / el cuerpo, y hasta el alma, trecho a trecho. / La antorcha de cristal dentro de un pecho / que el huracán arrasa. Vivir duele. (…) ¡Quien no ha sufrido no ha estado en este mundo!», de la pobreza en el poema “La indigente”:«Su casa de cartones / trastrabilla en el rellano de una estrella. / Sólo el aire la abraza.[...] (Me recuerda al poeta: / todo lo tiene no teniendo nada / que no sea quimera.)», de la vejez: «Ceniza en las manos de un viejo / es lo que dejan los años al arder», o de la propia muerte, cuando se pregunta: «¿Moriré horizontal, verticalmente? / ¿Delirando, consciente, inconsciente? ¿He de morir despacio, de repente?». Así es la verdadera poesía, de manera que, si hay un verso que resume de forma categórica la grandeza de “Catedral de la noche” y del poeta Ángel Guinda , y concluyo, no puede ser otro que este: «Ya no hablo otra lengua que no sea el silencio.».
ÁNGEL GUINDA


Título: Catedral de la noche
Autor: Ángel Guinda
Editorial: Olifante (Tarazona, 2015)

CATEDRAL DE LA NOCHE

CATEDRAL DE LA NOCHE

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano

CATEDRAL DE LA NOCHE

Reconforta siempre volver a la poesía, sumergirse en su esencia y dejarse llevar por su rumor, volar libre hasta el más escondido lugar de este planeta. Nada más placentero que la poesía para hacer de la vida el más grande monumento. Rimbaud llegó a decir que «practicar la alquimia de la palabra y considerar la escritura poética es en sí misma un medio para transformar al ser humano, pues ¿cómo puede el poeta vivir su poesía si no reinventa la vida?». 
La poesía como germen de toda transformación del pensamiento humano, de la vida. No se puede disgregar una cosa de la otra. La clave de todo está, si se me permite, en el silencio, su presencia y observación hacen de él el elemento más importante para la creación. El silencio es el origen de todo y quien se alía a él comprenderá mejor la existencia en sí misma. Mucho sabe de ese silencio, de los silencios que se catapultan a diario algunos poetas que, desde su particular visión del mundo, han hecho del silencio su mejor aliado para llevar la palabra poética allende los mares. Un caso concreto de esta seducción que genera el silencio en la poesía es sin duda alguna el poeta Ángel Guinda (Zaragoza, 1949) y prueba de ello, su poemario titulado “Catedral de la noche”. La noche es el todo y la nada, razón de ser, universo, símbolo de la vida y la muerte. “Catedral de la noche” es un texto que desde sus primeras páginas deja al lector en un estado de trance casi, como si la palabra ejerciera de poción mágica capaz de trascender y trascendernos de forma tan sutil como contundente. “Nací de la entrañas de la muerte” escribe el poeta al inicio de este viaje que ahonda en la condición humana con plena consciencia y sabiduría.
CATEDRAL DE LA NOCHE

 Es tiempo para la madurez del verbo y lo sabe bien Guinda, tiempo para modelar el barro de la palabra, unir experiencia y conocimiento para ser lo que se quiere ser: poeta y hombre, y viceversa. El poema “Del natural” podría resumir perfectamente la concepción del mundo que posee el poeta Ángel Guinda; desde el primer verso que hemos señalado, pasando por estos «Morir joven es duro, / pero más duro es envejecer: / consumirse inseguro, / solo, torpe, molesto, comprender / que en adelante aún será peor» y concluyendo con los que siguen: «Recuerdo que el olvido / me espera unos pasos más allá. / Antes de ser secuestrado me habré ido. / ¡Vendrá la Noche y no me encontrará», representan fielmente una manera de entender la poesía, de entender la vida, tan singular como esencialmente humana. La Noche es para el poeta oscuridad plena, silencio y luz, pérdida, olvido, pero sobre todo despedida, que en tono elegíaco nos muestra como salvación última. Preocupa al poeta el mundo que le rodea, porque él es parte intrínseca de ese mundo, es mundo por decirlo de otra manera, y la compenetración es tal que se abisma en su profunda oscuridad para alcanzar la luz, para afirmarse y afirmar que «Venimos a este mundo / para no quedarnos en nada ni nadie, / ni siquiera en nosotros. (…) Uno dentro del otro hemos estado / por un instante en la eternidad. ¡La eternidad, ahora, dónde está!» La palabra que nace para salvarnos, tal vez, del olvido y el miedo, del desencanto y la soledad, ¿tal vez de la muerte misma? Ángel Guinda nos muestra la intensa inmensidad de la Noche y quiere compartir con el lector ese estado de catarsis, en el cual el silencio resurge inexorablemente. “Catedral de la noche” es un solo poema -aunque contenga algo más de medio centenar de ellos-, una profunda elegía que ilumina el firmamento de la poesía y nos hace ser tan visionarios como lo es el propio poeta. Pero además, Guinda nos sorprende con la forma también, con el uso del “yo plural” como podríamos definirlo, cuya representación parece hablarnos de la excepcionalidad del yo individual-colectivo: «Yo miramos balcones… Yo nos llevo sin mí..., o, Yo nos vamos muy lejos», en un mestizaje que nos habla de un poeta que no se conforma, que resiste y que desea la transformación del mundo a través de la palabra.
 El poeta vive en continuo trance, en una espiritualidad plena que nos recuerda la más grande tradición mística, su voz es la voz del tiempo en el poema “Monasterio”: «Aquí se descalabra, inexorable, el tiempo», del dolor en “La trama de vivir”: «Vivir es esa trampa que demuele / el cuerpo, y hasta el alma, trecho a trecho. / La antorcha de cristal dentro de un pecho / que el huracán arrasa. Vivir duele. (…) ¡Quien no ha sufrido no ha estado en este mundo!», de la pobreza en el poema “La indigente”:«Su casa de cartones / trastrabilla en el rellano de una estrella. / Sólo el aire la abraza.[...] (Me recuerda al poeta: / todo lo tiene no teniendo nada / que no sea quimera.)», de la vejez: «Ceniza en las manos de un viejo / es lo que dejan los años al arder», o de la propia muerte, cuando se pregunta: «¿Moriré horizontal, verticalmente? / ¿Delirando, consciente, inconsciente? ¿He de morir despacio, de repente?». Así es la verdadera poesía, de manera que, si hay un verso que resume de forma categórica la grandeza de “Catedral de la noche” y del poeta Ángel Guinda , y concluyo, no puede ser otro que este: «Ya no hablo otra lengua que no sea el silencio.».
ÁNGEL GUINDA


Título: Catedral de la noche
Autor: Ángel Guinda
Editorial: Olifante (Tarazona, 2015)

PARA VOLVER AL SUR.

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano



PARA VOLVER AL SUR
Volver a los orígenes es algo que en muchas ocasiones anhelamos como si en ello nos fuera la vida. Ese instante en el que la mirada se distancia del presente y nos revela un universo anterior incluso a nuestros propios sueños es de tal intensidad que solo la palabra puede salvarnos. En la memoria queda almacenado lo vivido y sentido, y así lo vemos en veloces fotogramas que nos pasan delante de los ojos sin poder evitarlo. Es la conciencia de lo que fuimos que aparece y desaparece como por arte de magia. Siempre la infancia que se muestra vivaz con el paso del tiempo, para devolver lo que fue su luz, su realidad más secreta. Desde esa realidad está pensado este poemario, “Para volver al Sur”, de José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Es este un libro en el cual el poeta bucea en el pasado, ese tiempo iluminado de la infancia, muestrario de los primeros descubrimientos, del juego y los afectos, que luego desde la soledad de un tiempo futuro renacerá vibrante en la memoria. Todo lo que pudiera parecer olvido toma aquí realidad, prefigura un estado de remembranza que nos conduce a esa edad de oro donde lo absoluto y la nada se confunde hasta plasmar un presente donde la palabra es el vehículo principal de la comunicación poética. Dedica el poeta este libro a su madre, mujer sureña del pueblo gaditano de Medina Sidonia («En Medina Sidonia un pájaro me dicta / con su voz tu presencia. / He volado hasta la cumbre azul de cielo. / Me escribe la mañana un nacer en las rosas. / Miro a la lejanía por si volvieras. Nadie / me dice una palabra sobre ti. Todo calla»), y en ella se conjuga la fuerza de esa luz que todo lo invade. Es la mirada al sur la que seduce y provoca la vuelta al territorio de la memoria, así ya desde el primero de los poemas, “Retorno”: «Vuelvo al Sur. El mar me deja / la derrota fugaz de un pez de olvido. / Ahora retorno hasta la orilla / inmóvil donde crece / la memoria de un tiempo ya lejano. […] Volver al Sur: sembrar sobre ese espacio / lo que ha sido fecundo en tus ausencias, / el modo de mirar, la voz que dice / todos sus ecos. Volver hasta el origen». La nostalgia marca la andadura para volver a los orígenes que el poeta ha fijado para siempre en su mente. La palabra como salvoconducto de lo habitado: la casa, la playa, las barcas, las salinas y todos los silencios, como los de Alberti en el Puerto de Santa María, los de Arcos de la Frontera, Cádiz, Zahara de los Atunes y el mar de fondo, creciéndose en una nube grandiosa de luces crepusculares en el último estío; todo está en la voz materna que no deja de escuchar el poeta, todo abarca su precisa presencia, la luz de su mirada que no deja sino un creciente rumor de olas y de abrazos, de besos encendidos. Vuelve Muñoz Quirós a la esencia del discurso poético, al tiempo en el que el sueño era lo absoluto, la única razón de la existencia, y lo hace con el lenguaje de la vida, con ese que en cada madrugada despierta diamantino y sereno. Alto es el vuelo del poeta “Para volver al Sur”, desde Ávila su refugio, desde la luz que acompaña la voz imperecedera de lo misterioso y secreto, guardado en la alacena del tiempo. Todo ese mundo sureño del que nos habla Muñoz Quirós sabe a ausencias, a la dolorosa ausencia de la madre, principio y fin de la existencia. Frente al mar, en las gaviotas, en todos los territorios y las horas está el eco de su voz, insistentemente melodiosa: «La realidad me obliga en cada instante / a vivir sometido. Estoy errante / junto a los días que se van perdiendo / por la senda del vuelo que me acerca / donde tú estás en mí». Volver al Sur es lo que importa al poeta ahora, en este momento de su andadura, reconocer y reconocerse en el pasado, también en el presente que arremete con su luz de mediodía y esclarece los sueños, porque en toda aventura el sueño late. En ese ir y venir de la realidad al sueño, y viceversa, el poeta descubre y ve con otros ojos lo que antes se ocultaba en la piedra o el agua. Volver, entonces, es una urgencia que se abisma en las profundas y procelosas olas de la vida, porque al origen se ha de volver siempre, siempre a su inquebrantable luz: «Estoy quieto y el cosmos se mueve en mi rutina. Vaga, / se aleja, duerme. Estoy en la invisible parodia / del olvido. Y esto es volver: / acercarse a la distancia, tocar la indefinible pasión de lo lejano, / amarrarse a las hojas de los árboles mudos. Esto / es traspasar los cimientos donde enmudece el tiempo, / por donde se construyen las leyes del camino». Muñoz Quirós realiza un ejercicio de memoria imprescindible para velar por la verdad poética –su verdad- que sustenta este tiempo de recuerdos y nostalgias, de un tiempo que fue y que el poeta quiere que siga siendo esa luz inagotable que brota de la palabra para hacernos más humanos y más libres: «La memoria me acerca entre sus huellas / un enigma de luz que ilumina mis ojos. / He callado en las dulces páginas del retorno / nacido como un tiempo que me enciende los labios». “Para volver al Sur”, un libro necesario, por el cual Muñoz Quirós mereció el Premio de Poesía Rafael Morales en su XLII edición.
Título: Para volver al sur
Autor: José Mª Muñoz Quirós


Editorial: (Ayto.Talavera de la Reina, col.Melibea, 2017)

PARA VOLVER AL SUR.

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano



PARA VOLVER AL SUR
Volver a los orígenes es algo que en muchas ocasiones anhelamos como si en ello nos fuera la vida. Ese instante en el que la mirada se distancia del presente y nos revela un universo anterior incluso a nuestros propios sueños es de tal intensidad que solo la palabra puede salvarnos. En la memoria queda almacenado lo vivido y sentido, y así lo vemos en veloces fotogramas que nos pasan delante de los ojos sin poder evitarlo. Es la conciencia de lo que fuimos que aparece y desaparece como por arte de magia. Siempre la infancia que se muestra vivaz con el paso del tiempo, para devolver lo que fue su luz, su realidad más secreta. Desde esa realidad está pensado este poemario, “Para volver al Sur”, de José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Es este un libro en el cual el poeta bucea en el pasado, ese tiempo iluminado de la infancia, muestrario de los primeros descubrimientos, del juego y los afectos, que luego desde la soledad de un tiempo futuro renacerá vibrante en la memoria. Todo lo que pudiera parecer olvido toma aquí realidad, prefigura un estado de remembranza que nos conduce a esa edad de oro donde lo absoluto y la nada se confunde hasta plasmar un presente donde la palabra es el vehículo principal de la comunicación poética. Dedica el poeta este libro a su madre, mujer sureña del pueblo gaditano de Medina Sidonia («En Medina Sidonia un pájaro me dicta / con su voz tu presencia. / He volado hasta la cumbre azul de cielo. / Me escribe la mañana un nacer en las rosas. / Miro a la lejanía por si volvieras. Nadie / me dice una palabra sobre ti. Todo calla»), y en ella se conjuga la fuerza de esa luz que todo lo invade. Es la mirada al sur la que seduce y provoca la vuelta al territorio de la memoria, así ya desde el primero de los poemas, “Retorno”: «Vuelvo al Sur. El mar me deja / la derrota fugaz de un pez de olvido. / Ahora retorno hasta la orilla / inmóvil donde crece / la memoria de un tiempo ya lejano. […] Volver al Sur: sembrar sobre ese espacio / lo que ha sido fecundo en tus ausencias, / el modo de mirar, la voz que dice / todos sus ecos. Volver hasta el origen». La nostalgia marca la andadura para volver a los orígenes que el poeta ha fijado para siempre en su mente. La palabra como salvoconducto de lo habitado: la casa, la playa, las barcas, las salinas y todos los silencios, como los de Alberti en el Puerto de Santa María, los de Arcos de la Frontera, Cádiz, Zahara de los Atunes y el mar de fondo, creciéndose en una nube grandiosa de luces crepusculares en el último estío; todo está en la voz materna que no deja de escuchar el poeta, todo abarca su precisa presencia, la luz de su mirada que no deja sino un creciente rumor de olas y de abrazos, de besos encendidos. Vuelve Muñoz Quirós a la esencia del discurso poético, al tiempo en el que el sueño era lo absoluto, la única razón de la existencia, y lo hace con el lenguaje de la vida, con ese que en cada madrugada despierta diamantino y sereno. Alto es el vuelo del poeta “Para volver al Sur”, desde Ávila su refugio, desde la luz que acompaña la voz imperecedera de lo misterioso y secreto, guardado en la alacena del tiempo. Todo ese mundo sureño del que nos habla Muñoz Quirós sabe a ausencias, a la dolorosa ausencia de la madre, principio y fin de la existencia. Frente al mar, en las gaviotas, en todos los territorios y las horas está el eco de su voz, insistentemente melodiosa: «La realidad me obliga en cada instante / a vivir sometido. Estoy errante / junto a los días que se van perdiendo / por la senda del vuelo que me acerca / donde tú estás en mí». Volver al Sur es lo que importa al poeta ahora, en este momento de su andadura, reconocer y reconocerse en el pasado, también en el presente que arremete con su luz de mediodía y esclarece los sueños, porque en toda aventura el sueño late. En ese ir y venir de la realidad al sueño, y viceversa, el poeta descubre y ve con otros ojos lo que antes se ocultaba en la piedra o el agua. Volver, entonces, es una urgencia que se abisma en las profundas y procelosas olas de la vida, porque al origen se ha de volver siempre, siempre a su inquebrantable luz: «Estoy quieto y el cosmos se mueve en mi rutina. Vaga, / se aleja, duerme. Estoy en la invisible parodia / del olvido. Y esto es volver: / acercarse a la distancia, tocar la indefinible pasión de lo lejano, / amarrarse a las hojas de los árboles mudos. Esto / es traspasar los cimientos donde enmudece el tiempo, / por donde se construyen las leyes del camino». Muñoz Quirós realiza un ejercicio de memoria imprescindible para velar por la verdad poética –su verdad- que sustenta este tiempo de recuerdos y nostalgias, de un tiempo que fue y que el poeta quiere que siga siendo esa luz inagotable que brota de la palabra para hacernos más humanos y más libres: «La memoria me acerca entre sus huellas / un enigma de luz que ilumina mis ojos. / He callado en las dulces páginas del retorno / nacido como un tiempo que me enciende los labios». “Para volver al Sur”, un libro necesario, por el cual Muñoz Quirós mereció el Premio de Poesía Rafael Morales en su XLII edición.
Título: Para volver al sur
Autor: José Mª Muñoz Quirós


Editorial: (Ayto.Talavera de la Reina, col.Melibea, 2017)

METÁSTASIS.

JOSÉ ANTONIO SANTANO

SALÓN DE LECTURA ___________________ José Antonio Santano

Los libros se amontonan sobre la mesa por días. A veces desearía reseñar cada uno de esos libros con tan solo la mirada, pero eso, como es lógico, no es posible. El libro necesita un cuidado especial, hay que sentir su piel acartonada sobre las manos, leer atentamente cada una de sus páginas, de sus versos y abstraerse en su mundo de signos y palabras, en su lenguaje hasta casi desfallecer. Solo la pasión por la lectura es la clave para luego analizar todos y cada uno de los aspectos que contienen ese objeto extraordinario que es el libro. En él todo es importante: prólogo, epílogo, encuadernación, portada y contraportada, color, tipo de letra, etc, etc. Entre esos libros de culto, o al menos así me lo parece, habría que considerar “Metástasis I”, del poeta Luis Tamarit (Puçol, Valencia, 1961). 
METÁSTASIS
Ya desde las primeras páginas del libro, su prologuista, la también poeta argentina Mercedes Roffé nos advierte de la posible reserva que su título pueda producir en el lector. La palabra en sí misma es un llamamiento al acabamiento, lo terminal, el miedo que deriva de su pronunciamiento, a la agria realidad que vaticina: la muerte. Sin embargo, esta “Metástasis I”, propuesta poética de Tamarit, es mucho más que todo eso, porque se adentra en el proceso de culminación de la obra literaria, basada en un lenguaje preciso, de filigrana, tal que uno parece ascender a un territorio cielo tan apasionadamente desconocido y misterioso que no dejará de crecer aun después de su lectura pausada, incluso discontinua, capaz de producir un ensimismamiento del pensamiento, de la idea poética que dejará una huella imborrable. 
Es la poesía de Tamarit un oasis entre tanta vacua versificación y tanto pseudopoeta que campa por doquier. La palabra como remanso de profunda reflexión, como si el poeta ejerciera de imán del tiempo y el espacio necesarios para construir un discurso tan novedoso como inteligente, un corpus único que trasciende la propia existencia del poeta. Tamarit teje una verdad indiscutible, su verdad: el poema en sí mismo. Abre las puertas de la razón y el conocimiento, se abisma en el alma de las cosas hasta atrapar la esencial palabra, el verbo que defina su poética incorruptible. Motivo de su expresión poética es la observación del mundo que le rodea, de las palabras que nacen y crecen y se precipitan a no se sabe dónde; es todo su bagaje puesto a disposición de la comunicación y consumación del lenguaje para crear otras formas de expresión, otro universo capaz de alterar, de alterarnos, propiciando una nueva concepción de la vida a partir de la palabra, las palabras. “Metástasis I” es la primera entrega de un proyecto que contendrá diez volúmenes (“Metástasis II”, en breve verá la luz); cada libro contiene 100 poemas y el primero del libro siguiente y todos formando un único ser. La estructura poemática es muy parecida en estas 101 composiciones, de tal manera que dos de los cinco versos que constituyen el poema se repiten en su enunciado inicial pero concluyen con resultado reflexivo desigual. Sirva como ejemplo este poema que aúna soledad y silencio, la luz y las sombras de lo humano: «A pesar de todos los pesares cavar y seguir / cavando una tumba sin manos // Escuchar el sonido de la ebriedad retumbando dentro // Escuchar el sonido del silencio soledad adentro // Permanecer andando permanecer humano ». Luis Tamarit halla el verdadero camino de su yo poético y lo sitúa atemporal sobre la esencialidad del lenguaje, trabaja su interconexión con otros universos hasta conseguir que la luz de la palabra escrita refulja diamantina y libre. Es como si el poeta se dejara llevar por la corriente de un caudaloso río, aun a sabiendas que el peligro acecha en su trayecto hasta desembocar en las azules aguas marinas. “Metástasis I” es un libro complejo, donde el pensamiento puebla cada uno de los versos que lo componen, y en su propia independencia lo aforístico también.
 La razón no es otra que la transfiguración de lo cotidiano hasta convertirlo en parte indisoluble de la creación propia del poema, el poema en sí mismo como única raíz, el origen del ser todo: «El verdadero poema camina por la muerte sin volver la vista / atrás sin tregua ni descanso // Tarde o temprano convierte todo acontecer en un ahora // Entre el carbón y la ceniza permanece cantando // Entre el carbón y la ceniza pertenece andando». Observése cómo provoca la ruptura del verso, como si en su orfandad creciera otro ser distinto. «En esa composición estrófica… cobra una significación extrema el intervalo, es decir, lo que no vemos, lo que no se ha escrito…”, escribe en el epílogo Alejandro Céspedes. Es lo que yo llamo “los silencios” tan extraordinariamente necesarios en todo poeta que se precie, porque en ellos toma fuerza la esencialidad del discurso, en lo que no se dice, sino que se silencia, sea con rupturas, espacios u otros signos de puntuación. La palabra en su esencia más pura vive y muere en el poema, y el silencio se hace música: «Cada dolor disperso en el devenir es lo único que de verdad / nos pertenece // Lo visible llama a lo invisible la luz a la oscuridad / Lo audible a lo no audible el silencio a la música // Tal vez no puedas aceptar la visión sin la muerte». Así es la poesía de Luis Tamarit: silencio al límite.
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LUIS TAMARIT.
Título: Metástasis I
Autor: Luis Tamarit
Editorial: Olifante (Tarazona, 2017)

METÁSTASIS.

JOSÉ ANTONIO SANTANO

SALÓN DE LECTURA ___________________ José Antonio Santano

Los libros se amontonan sobre la mesa por días. A veces desearía reseñar cada uno de esos libros con tan solo la mirada, pero eso, como es lógico, no es posible. El libro necesita un cuidado especial, hay que sentir su piel acartonada sobre las manos, leer atentamente cada una de sus páginas, de sus versos y abstraerse en su mundo de signos y palabras, en su lenguaje hasta casi desfallecer. Solo la pasión por la lectura es la clave para luego analizar todos y cada uno de los aspectos que contienen ese objeto extraordinario que es el libro. En él todo es importante: prólogo, epílogo, encuadernación, portada y contraportada, color, tipo de letra, etc, etc. Entre esos libros de culto, o al menos así me lo parece, habría que considerar “Metástasis I”, del poeta Luis Tamarit (Puçol, Valencia, 1961). 
METÁSTASIS
Ya desde las primeras páginas del libro, su prologuista, la también poeta argentina Mercedes Roffé nos advierte de la posible reserva que su título pueda producir en el lector. La palabra en sí misma es un llamamiento al acabamiento, lo terminal, el miedo que deriva de su pronunciamiento, a la agria realidad que vaticina: la muerte. Sin embargo, esta “Metástasis I”, propuesta poética de Tamarit, es mucho más que todo eso, porque se adentra en el proceso de culminación de la obra literaria, basada en un lenguaje preciso, de filigrana, tal que uno parece ascender a un territorio cielo tan apasionadamente desconocido y misterioso que no dejará de crecer aun después de su lectura pausada, incluso discontinua, capaz de producir un ensimismamiento del pensamiento, de la idea poética que dejará una huella imborrable. 
Es la poesía de Tamarit un oasis entre tanta vacua versificación y tanto pseudopoeta que campa por doquier. La palabra como remanso de profunda reflexión, como si el poeta ejerciera de imán del tiempo y el espacio necesarios para construir un discurso tan novedoso como inteligente, un corpus único que trasciende la propia existencia del poeta. Tamarit teje una verdad indiscutible, su verdad: el poema en sí mismo. Abre las puertas de la razón y el conocimiento, se abisma en el alma de las cosas hasta atrapar la esencial palabra, el verbo que defina su poética incorruptible. Motivo de su expresión poética es la observación del mundo que le rodea, de las palabras que nacen y crecen y se precipitan a no se sabe dónde; es todo su bagaje puesto a disposición de la comunicación y consumación del lenguaje para crear otras formas de expresión, otro universo capaz de alterar, de alterarnos, propiciando una nueva concepción de la vida a partir de la palabra, las palabras. “Metástasis I” es la primera entrega de un proyecto que contendrá diez volúmenes (“Metástasis II”, en breve verá la luz); cada libro contiene 100 poemas y el primero del libro siguiente y todos formando un único ser. La estructura poemática es muy parecida en estas 101 composiciones, de tal manera que dos de los cinco versos que constituyen el poema se repiten en su enunciado inicial pero concluyen con resultado reflexivo desigual. Sirva como ejemplo este poema que aúna soledad y silencio, la luz y las sombras de lo humano: «A pesar de todos los pesares cavar y seguir / cavando una tumba sin manos // Escuchar el sonido de la ebriedad retumbando dentro // Escuchar el sonido del silencio soledad adentro // Permanecer andando permanecer humano ». Luis Tamarit halla el verdadero camino de su yo poético y lo sitúa atemporal sobre la esencialidad del lenguaje, trabaja su interconexión con otros universos hasta conseguir que la luz de la palabra escrita refulja diamantina y libre. Es como si el poeta se dejara llevar por la corriente de un caudaloso río, aun a sabiendas que el peligro acecha en su trayecto hasta desembocar en las azules aguas marinas. “Metástasis I” es un libro complejo, donde el pensamiento puebla cada uno de los versos que lo componen, y en su propia independencia lo aforístico también.
 La razón no es otra que la transfiguración de lo cotidiano hasta convertirlo en parte indisoluble de la creación propia del poema, el poema en sí mismo como única raíz, el origen del ser todo: «El verdadero poema camina por la muerte sin volver la vista / atrás sin tregua ni descanso // Tarde o temprano convierte todo acontecer en un ahora // Entre el carbón y la ceniza permanece cantando // Entre el carbón y la ceniza pertenece andando». Observése cómo provoca la ruptura del verso, como si en su orfandad creciera otro ser distinto. «En esa composición estrófica… cobra una significación extrema el intervalo, es decir, lo que no vemos, lo que no se ha escrito…”, escribe en el epílogo Alejandro Céspedes. Es lo que yo llamo “los silencios” tan extraordinariamente necesarios en todo poeta que se precie, porque en ellos toma fuerza la esencialidad del discurso, en lo que no se dice, sino que se silencia, sea con rupturas, espacios u otros signos de puntuación. La palabra en su esencia más pura vive y muere en el poema, y el silencio se hace música: «Cada dolor disperso en el devenir es lo único que de verdad / nos pertenece // Lo visible llama a lo invisible la luz a la oscuridad / Lo audible a lo no audible el silencio a la música // Tal vez no puedas aceptar la visión sin la muerte». Así es la poesía de Luis Tamarit: silencio al límite.
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LUIS TAMARIT.
Título: Metástasis I
Autor: Luis Tamarit
Editorial: Olifante (Tarazona, 2017)

EL ÚLTIMO GIN-TONIC



EL ÚLTIMO GIN-TONIC
SALÓN DE LECTURA ______ José Antonio Santano


No creo que me equivoque si afirmo que es muy difícil encontrar en el panorama literario actual una voz que se distinga, elegante y personal, con variedad de registros que la hagan diferente, innovadora, perspicaz e irónica al mismo tiempo, esencial en su concepción misma, divertida incluso, cosmopolita, heredera de la mejor tradición narrativa española, y moderna en el sentido de original, de una frescura tan sublime como inaudita. Pocas veces halla uno una novela tan sólida en su estructura como sugerente por sus variados recursos lingüísticos, sintácticos y semánticos. 
Lo dicho y algo más que añadiremos más adelante constituye el ensamblaje, la arquitectura de un texto extraordinario, de una novela que derrocha imaginación e ingenio a lo largo de sus algo más de 200 páginas: “El último gin-tonic”, de Rafael Soler, que regresa así al género narrativo, a tomar las riendas de una prosa vivaz y diamantina. De la idea inicial de un correo electrónico, que sitúa la acción narrativa y el motivo central de lo que será luego un derroche de historias tan distintas como distintos son los personajes protagonistas de las mismas, hasta la conclusión de la narración, Soler viene a demostrar su talento para crear situaciones tan reales y sugestivas, desde una perspectiva lingüística y sintáctica que revela al escritor de raza que ha sido capaz de construir esta novela apasionante. 

Y lo es por muchos motivos: el manejo del lenguaje, una mirada que parte de la anécdota hasta transformarse en elemento trascendental de la narración, la descripción como pilar consustancial del discurso (poético-lírico en muchas ocasiones), el laberinto como modelo resolutivo de los conflictos y las relaciones, la presentación de los personajes enfrentados a sí mismos, el culto a lo novedoso tanto en su concepción como en su ejecución, influencia de modelos audiovisuales (cine, televisión, teatro, etc.) en la acción y narración de cada una de las historias, así como la frescura constructiva de los diálogos, son aspectos que hacen difícil definir o conceptuar exactamente la tipología narrativa de la novela. Todo sucede de lunes a jueves, en cuatro capítulos respectivamente: “Tres más uno”, “Los abrazos”, “Aquí nadie tiene a nadie” y “Póker de ases”. Tiempo suficiente, cuatro días, para contarnos lo mucho que sucede a la familia Casares (Moisés Casares Cendoya, el abuelo; Alberto y Lucas, sus hijos, y Juan, Marcos y Mateo –como los evangelistas- los hijos de Lucas, además de otros personajes que complementan la narración como María –la amante- o Diego –el esposo cornudo y autor de los correos electrónicos- hasta crear una narración de auténtica filigrana). La disección de cada uno de los personajes mencionados es de una precisión matemática y todos juntos o por separado constituyen el elemento vertebrador de la narración, a veces laberíntica por su propia estructura discursiva pero nunca incomprensible o aburrida. Soler construye una historia tan sólida como ingeniosa y actual, que afronta los problemas propios del tiempo que nos ha tocado vivir, pero que él trata con ese regusto por la palabra y un lenguaje siempre acorde con la realidad que describe, en muchas ocasiones irónico, en otras con un humor tan negro como elegante, que nos devuelve a la mejor tradición novelística española, a la cervantina concepción de la novela. Realidad y ficción se complementan para vivir en las páginas de “El último gin-tonic” situaciones que van del hecho mismo de la muerte hasta el amor, pasando por la soledad, miedos, violencia, traiciones, dolor, sexo, juego; es decir, el deseo de revelar la porción que en cada ser existe de felicidad o desdicha, desde la concepción personal que cada uno de los personajes posee de la vida, que a fin de cuentas es la literatura. Un viaje al territorio de lo desconocido, no solo al de los pingüinos de Puerto Madryn en la Península Valdés (Argentina), sino al mundo interior de cada uno de los protagonistas de esta historia escrita con el rigor y el ingenio que caracteriza a su autor, Rafael Soler. 
De fuera hacia adentro, y viceversa, Soler ha sabido plasmar lo que parece una simple anécdota, en una obra que contiene innumerables matices expresivos, desde los propios del lenguaje audiovisual, hasta los de encadenamiento narrativo de los diálogos en los tiempos y el espacio que el narrador ha considerado novedosos para imprimir a la historia ecos de auténtica literatura. Una ciudad, una familia y la soledad, el vacío que la vida nos impone en determinados momentos y la alegría de otros, los menos, porque el dolor y la muerte siempre están acechantes. Un recorrido por la vida misma en sus aspectos más cotidianos, que hacen de esta novela una lectura necesaria para comprender mejor el mundo en que vivimos, que a fin de cuentas de eso se trata, de desvelar y descubrir los misterios con la mejor herramienta que dispone el verdadero escritor: la palabra. Una novela original, que no dejará indiferentes a sus lectores, para los que deseo no sea este “El último gin-tonic”, sino el penúltimo, en compañía de su autor, Rafael Soler, y sus futuras narraciones.
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EL ÚLTIMO GIN-TONIC


Título:El último gin-tonic
Autor: Rafael Soler
Editorial: Contrabando (Valencia, 2018)


EL ÚLTIMO GIN-TONIC



EL ÚLTIMO GIN-TONIC
SALÓN DE LECTURA ______ José Antonio Santano


No creo que me equivoque si afirmo que es muy difícil encontrar en el panorama literario actual una voz que se distinga, elegante y personal, con variedad de registros que la hagan diferente, innovadora, perspicaz e irónica al mismo tiempo, esencial en su concepción misma, divertida incluso, cosmopolita, heredera de la mejor tradición narrativa española, y moderna en el sentido de original, de una frescura tan sublime como inaudita. Pocas veces halla uno una novela tan sólida en su estructura como sugerente por sus variados recursos lingüísticos, sintácticos y semánticos. 
Lo dicho y algo más que añadiremos más adelante constituye el ensamblaje, la arquitectura de un texto extraordinario, de una novela que derrocha imaginación e ingenio a lo largo de sus algo más de 200 páginas: “El último gin-tonic”, de Rafael Soler, que regresa así al género narrativo, a tomar las riendas de una prosa vivaz y diamantina. De la idea inicial de un correo electrónico, que sitúa la acción narrativa y el motivo central de lo que será luego un derroche de historias tan distintas como distintos son los personajes protagonistas de las mismas, hasta la conclusión de la narración, Soler viene a demostrar su talento para crear situaciones tan reales y sugestivas, desde una perspectiva lingüística y sintáctica que revela al escritor de raza que ha sido capaz de construir esta novela apasionante. 

Y lo es por muchos motivos: el manejo del lenguaje, una mirada que parte de la anécdota hasta transformarse en elemento trascendental de la narración, la descripción como pilar consustancial del discurso (poético-lírico en muchas ocasiones), el laberinto como modelo resolutivo de los conflictos y las relaciones, la presentación de los personajes enfrentados a sí mismos, el culto a lo novedoso tanto en su concepción como en su ejecución, influencia de modelos audiovisuales (cine, televisión, teatro, etc.) en la acción y narración de cada una de las historias, así como la frescura constructiva de los diálogos, son aspectos que hacen difícil definir o conceptuar exactamente la tipología narrativa de la novela. Todo sucede de lunes a jueves, en cuatro capítulos respectivamente: “Tres más uno”, “Los abrazos”, “Aquí nadie tiene a nadie” y “Póker de ases”. Tiempo suficiente, cuatro días, para contarnos lo mucho que sucede a la familia Casares (Moisés Casares Cendoya, el abuelo; Alberto y Lucas, sus hijos, y Juan, Marcos y Mateo –como los evangelistas- los hijos de Lucas, además de otros personajes que complementan la narración como María –la amante- o Diego –el esposo cornudo y autor de los correos electrónicos- hasta crear una narración de auténtica filigrana). La disección de cada uno de los personajes mencionados es de una precisión matemática y todos juntos o por separado constituyen el elemento vertebrador de la narración, a veces laberíntica por su propia estructura discursiva pero nunca incomprensible o aburrida. Soler construye una historia tan sólida como ingeniosa y actual, que afronta los problemas propios del tiempo que nos ha tocado vivir, pero que él trata con ese regusto por la palabra y un lenguaje siempre acorde con la realidad que describe, en muchas ocasiones irónico, en otras con un humor tan negro como elegante, que nos devuelve a la mejor tradición novelística española, a la cervantina concepción de la novela. Realidad y ficción se complementan para vivir en las páginas de “El último gin-tonic” situaciones que van del hecho mismo de la muerte hasta el amor, pasando por la soledad, miedos, violencia, traiciones, dolor, sexo, juego; es decir, el deseo de revelar la porción que en cada ser existe de felicidad o desdicha, desde la concepción personal que cada uno de los personajes posee de la vida, que a fin de cuentas es la literatura. Un viaje al territorio de lo desconocido, no solo al de los pingüinos de Puerto Madryn en la Península Valdés (Argentina), sino al mundo interior de cada uno de los protagonistas de esta historia escrita con el rigor y el ingenio que caracteriza a su autor, Rafael Soler. 
De fuera hacia adentro, y viceversa, Soler ha sabido plasmar lo que parece una simple anécdota, en una obra que contiene innumerables matices expresivos, desde los propios del lenguaje audiovisual, hasta los de encadenamiento narrativo de los diálogos en los tiempos y el espacio que el narrador ha considerado novedosos para imprimir a la historia ecos de auténtica literatura. Una ciudad, una familia y la soledad, el vacío que la vida nos impone en determinados momentos y la alegría de otros, los menos, porque el dolor y la muerte siempre están acechantes. Un recorrido por la vida misma en sus aspectos más cotidianos, que hacen de esta novela una lectura necesaria para comprender mejor el mundo en que vivimos, que a fin de cuentas de eso se trata, de desvelar y descubrir los misterios con la mejor herramienta que dispone el verdadero escritor: la palabra. Una novela original, que no dejará indiferentes a sus lectores, para los que deseo no sea este “El último gin-tonic”, sino el penúltimo, en compañía de su autor, Rafael Soler, y sus futuras narraciones.
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EL ÚLTIMO GIN-TONIC


Título: El último gin-tonic
Autor: Rafael Soler
Editorial: Contrabando (Valencia, 2018)


SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986