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Pasiones y penumbras. Salón de lectura



PASIONES Y PENUMBRAS



 Abrir un libro de poesía siempre es un acto apasionante y misterioso, mágico diría, porque no se sabe nunca que nos deparará su atenta lectura. Escudriñar en el interior hasta sentir ese temblor amigo que nos impulsa hacia el vuelo, en un viaje siempre floreciente en asombros, puede ser un valioso segundo de eternidad, la eternidad misma. Y algo de esto ocurre con Pasiones y penumbras, última entrega poética de José Lupiáñez (La Línea, 1955). Búsqueda de la palabra, del fuego de la pasión, también de la soledad y sus sombras. Lupiáñez es un poeta con oficio y así se puede comprobar desde el poema inicial de este libro “Alguien me llama”, en el que una voz -¿la suya?- levita en la oscuridad de la estancia y propicia en el poeta la incertidumbre, la duda o el desasosiego que prende en su mirada infinita ¿al futuro? No se sabe, ni el poeta acierta en la respuesta, no halla el camino, la luz que guíe sus pasos: “No sé qué hacer, no sé si he de asomarme, / no sé si he de trepar hasta esa reja altiva. / Quizá sí esté esta vez y quiera consolarme / con su voz que adormece, con su voz que cautiva…”. Son los primeros versos, el preludio de un viaje al territorio de las “Pasiones” primero y de las “Penumbras” después, y en cual hallaremos el latido de la tradición clásica de los primeros sonetos al amor (“amar es caminar hacia el tormento, / es un naufragio siempre, que despoja / de todo bien que prometiera el mundo”), el recuerdo y la soledad (“…ella sigue adelante con su etílica bruma / y un trago receloso, a veces, la conforta. / Ya no tiene recuerdos, por más que hace la suma; / atrás quedó, perdida, en su paisaje, absorta, / sintiendo cómo el tiempo se le escapa y esfuma”), la poesía en “Voseo Garcilasiano” (“Sin Vos yo sé que soy un desvalido…Ni encuentro paraíso en donde vibre / ajena a Vos mi alma un solo instante. / No lograré romper esta cadena”), o el balance de lo vivido, del tiempo que se escapa y la memoria recupera en un acto casi de salvación:”Atrás quedaron sueños y quimeras, / otros inviernos fueron y veranos, / los que viste marchar plenos o vanos / y otoños portentosos, primaveras…/ Diciembre, abismo, límite, en mi espejo / ¡Tu secreto me deja tan perplejo!

 Pero también la denuncia se hace eco en sus versos, en su mirada al continente africano: “De borrosos países de miseria y de muerte, / desde el fondo más negro del África abismal, / llegan estos hermanos pidiendo algo de suerte, / eso dicen sus ojos, que azotó el vendaval”. Poesía en estado puro la de José Lupiáñez. 

Pasiones y penumbras. Salón de lectura



PASIONES Y PENUMBRAS



 Abrir un libro de poesía siempre es un acto apasionante y misterioso, mágico diría, porque no se sabe nunca que nos deparará su atenta lectura. Escudriñar en el interior hasta sentir ese temblor amigo que nos impulsa hacia el vuelo, en un viaje siempre floreciente en asombros, puede ser un valioso segundo de eternidad, la eternidad misma. Y algo de esto ocurre con Pasiones y penumbras, última entrega poética de José Lupiáñez (La Línea, 1955). Búsqueda de la palabra, del fuego de la pasión, también de la soledad y sus sombras. Lupiáñez es un poeta con oficio y así se puede comprobar desde el poema inicial de este libro “Alguien me llama”, en el que una voz -¿la suya?- levita en la oscuridad de la estancia y propicia en el poeta la incertidumbre, la duda o el desasosiego que prende en su mirada infinita ¿al futuro? No se sabe, ni el poeta acierta en la respuesta, no halla el camino, la luz que guíe sus pasos: “No sé qué hacer, no sé si he de asomarme, / no sé si he de trepar hasta esa reja altiva. / Quizá sí esté esta vez y quiera consolarme / con su voz que adormece, con su voz que cautiva…”. Son los primeros versos, el preludio de un viaje al territorio de las “Pasiones” primero y de las “Penumbras” después, y en cual hallaremos el latido de la tradición clásica de los primeros sonetos al amor (“amar es caminar hacia el tormento, / es un naufragio siempre, que despoja / de todo bien que prometiera el mundo”), el recuerdo y la soledad (“…ella sigue adelante con su etílica bruma / y un trago receloso, a veces, la conforta. / Ya no tiene recuerdos, por más que hace la suma; / atrás quedó, perdida, en su paisaje, absorta, / sintiendo cómo el tiempo se le escapa y esfuma”), la poesía en “Voseo Garcilasiano” (“Sin Vos yo sé que soy un desvalido…Ni encuentro paraíso en donde vibre / ajena a Vos mi alma un solo instante. / No lograré romper esta cadena”), o el balance de lo vivido, del tiempo que se escapa y la memoria recupera en un acto casi de salvación:”Atrás quedaron sueños y quimeras, / otros inviernos fueron y veranos, / los que viste marchar plenos o vanos / y otoños portentosos, primaveras…/ Diciembre, abismo, límite, en mi espejo / ¡Tu secreto me deja tan perplejo!

 Pero también la denuncia se hace eco en sus versos, en su mirada al continente africano: “De borrosos países de miseria y de muerte, / desde el fondo más negro del África abismal, / llegan estos hermanos pidiendo algo de suerte, / eso dicen sus ojos, que azotó el vendaval”. Poesía en estado puro la de José Lupiáñez. 

Pasiones y penumbras. José Lupiáñez



PASIONES Y PENUMBRAS



 Abrir un libro de poesía siempre es un acto apasionante y misterioso, mágico diría, porque no se sabe nunca que nos deparará su atenta lectura. Escudriñar en el interior hasta sentir ese temblor amigo que nos impulsa hacia el vuelo, en un viaje siempre floreciente en asombros, puede ser un valioso segundo de eternidad, la eternidad misma. Y algo de esto ocurre con Pasiones y penumbras, última entrega poética de José Lupiáñez (La Línea, 1955). Búsqueda de la palabra, del fuego de la pasión, también de la soledad y sus sombras. Lupiáñez es un poeta con oficio y así se puede comprobar desde el poema inicial de este libro “Alguien me llama”, en el que una voz -¿la suya?- levita en la oscuridad de la estancia y propicia en el poeta la incertidumbre, la duda o el desasosiego que prende en su mirada infinita ¿al futuro? No se sabe, ni el poeta acierta en la respuesta, no halla el camino, la luz que guíe sus pasos: “No sé qué hacer, no sé si he de asomarme, / no sé si he de trepar hasta esa reja altiva. / Quizá sí esté esta vez y quiera consolarme / con su voz que adormece, con su voz que cautiva…”. Son los primeros versos, el preludio de un viaje al territorio de las “Pasiones” primero y de las “Penumbras” después, y en cual hallaremos el latido de la tradición clásica de los primeros sonetos al amor (“amar es caminar hacia el tormento, / es un naufragio siempre, que despoja / de todo bien que prometiera el mundo”), el recuerdo y la soledad (“…ella sigue adelante con su etílica bruma / y un trago receloso, a veces, la conforta. / Ya no tiene recuerdos, por más que hace la suma; / atrás quedó, perdida, en su paisaje, absorta, / sintiendo cómo el tiempo se le escapa y esfuma”), la poesía en “Voseo Garcilasiano” (“Sin Vos yo sé que soy un desvalido…Ni encuentro paraíso en donde vibre / ajena a Vos mi alma un solo instante. / No lograré romper esta cadena”), o el balance de lo vivido, del tiempo que se escapa y la memoria recupera en un acto casi de salvación:”Atrás quedaron sueños y quimeras, / otros inviernos fueron y veranos, / los que viste marchar plenos o vanos / y otoños portentosos, primaveras…/ Diciembre, abismo, límite, en mi espejo / ¡Tu secreto me deja tan perplejo!

 Pero también la denuncia se hace eco en sus versos, en su mirada al continente africano: “De borrosos países de miseria y de muerte, / desde el fondo más negro del África abismal, / llegan estos hermanos pidiendo algo de suerte, / eso dicen sus ojos, que azotó el vendaval”. Poesía en estado puro la de José Lupiáñez. 

Pasiones y penumbras. José Lupiáñez



PASIONES Y PENUMBRAS



 Abrir un libro de poesía siempre es un acto apasionante y misterioso, mágico diría, porque no se sabe nunca que nos deparará su atenta lectura. Escudriñar en el interior hasta sentir ese temblor amigo que nos impulsa hacia el vuelo, en un viaje siempre floreciente en asombros, puede ser un valioso segundo de eternidad, la eternidad misma. Y algo de esto ocurre con Pasiones y penumbras, última entrega poética de José Lupiáñez (La Línea, 1955). Búsqueda de la palabra, del fuego de la pasión, también de la soledad y sus sombras. Lupiáñez es un poeta con oficio y así se puede comprobar desde el poema inicial de este libro “Alguien me llama”, en el que una voz -¿la suya?- levita en la oscuridad de la estancia y propicia en el poeta la incertidumbre, la duda o el desasosiego que prende en su mirada infinita ¿al futuro? No se sabe, ni el poeta acierta en la respuesta, no halla el camino, la luz que guíe sus pasos: “No sé qué hacer, no sé si he de asomarme, / no sé si he de trepar hasta esa reja altiva. / Quizá sí esté esta vez y quiera consolarme / con su voz que adormece, con su voz que cautiva…”. Son los primeros versos, el preludio de un viaje al territorio de las “Pasiones” primero y de las “Penumbras” después, y en cual hallaremos el latido de la tradición clásica de los primeros sonetos al amor (“amar es caminar hacia el tormento, / es un naufragio siempre, que despoja / de todo bien que prometiera el mundo”), el recuerdo y la soledad (“…ella sigue adelante con su etílica bruma / y un trago receloso, a veces, la conforta. / Ya no tiene recuerdos, por más que hace la suma; / atrás quedó, perdida, en su paisaje, absorta, / sintiendo cómo el tiempo se le escapa y esfuma”), la poesía en “Voseo Garcilasiano” (“Sin Vos yo sé que soy un desvalido…Ni encuentro paraíso en donde vibre / ajena a Vos mi alma un solo instante. / No lograré romper esta cadena”), o el balance de lo vivido, del tiempo que se escapa y la memoria recupera en un acto casi de salvación:”Atrás quedaron sueños y quimeras, / otros inviernos fueron y veranos, / los que viste marchar plenos o vanos / y otoños portentosos, primaveras…/ Diciembre, abismo, límite, en mi espejo / ¡Tu secreto me deja tan perplejo!

 Pero también la denuncia se hace eco en sus versos, en su mirada al continente africano: “De borrosos países de miseria y de muerte, / desde el fondo más negro del África abismal, / llegan estos hermanos pidiendo algo de suerte, / eso dicen sus ojos, que azotó el vendaval”. Poesía en estado puro la de José Lupiáñez. 

Tormenta de arena. Josefina Niebla

TORMENTA DE ARENA
2 de mayo 2015
Josefina Niebla

 C:\Users\fnm\Desktop\Tsunami_de_arena_Australia2.jpg


Caía la tarde impía,bajo la sombra de las obscuras almas
No había nada, ni dolor, ni alegría,
Solo quietud, vaguedad
Nadie recordaba siquiera el más lejano atisbo de incertidumbre...
Reinaba la nada
De repente el horizonte barruntó una tormenta, una devastadora arenada
Y surgió el miedo, la duda...
El sudor a savia de los árboles heló su curso en la piel
El mañana dejó de ser inhábil
Las miradas comenzaron a dibujarse profundas
Los surcos de la raza surgieron brotando lágrimas
Sólo un presagio de mutación fue suficiente
Sólo aquel velo turbio destapado
Porque  MUERTE y VIDA se abren paso
El tiempo es solo mirar al pasado
Un abismo de mañanas
El vacío es un grito, un ECO
A lo lejos se oye una voz de  mesozoprano, rota en mil añicos...
Y vuelve,  siempre vuelve
El pasajero inesperado, sin valija, sin destino
Prende las manos de tu alma
Y quieres dormir esa pesadilla
Y quieres despertar ese sueño
Anhelas dejarte abrazar por sus latidos
Te lleva la danza de las ramas de tus milenarios árboles
Sientes como brota la savia, curso de vida...
Arrastrando tu canto, tu grito de esperanza, hacia orillas desconocidas, que no  te son ajenas
Y dibujas el calor de su mirada en los troncos de tu árbol
Y sientes el calor de su mano acariciando tu alma de niña
Y despiertas y lamentas el aliento que despide la mañana
Porque solo la noche imaginada desvela tu disfraz
Y deseas ser un jinete derrotado en la arena ardiente
Brotando tu sangre viva
Volviendo tu alma, de muerte herida,a iluminar un incierto día
Y quizás así hallar el imaginario oasis de ocres que antaño dibujabas.





Tormenta de arena. Josefina Niebla

TORMENTA DE ARENA
2 de mayo 2015
Josefina Niebla

 C:\Users\fnm\Desktop\Tsunami_de_arena_Australia2.jpg


Caía la tarde impía,bajo la sombra de las obscuras almas
No había nada, ni dolor, ni alegría,
Solo quietud, vaguedad
Nadie recordaba siquiera el más lejano atisbo de incertidumbre...
Reinaba la nada
De repente el horizonte barruntó una tormenta, una devastadora arenada
Y surgió el miedo, la duda...
El sudor a savia de los árboles heló su curso en la piel
El mañana dejó de ser inhábil
Las miradas comenzaron a dibujarse profundas
Los surcos de la raza surgieron brotando lágrimas
Sólo un presagio de mutación fue suficiente
Sólo aquel velo turbio destapado
Porque  MUERTE y VIDA se abren paso
El tiempo es solo mirar al pasado
Un abismo de mañanas
El vacío es un grito, un ECO
A lo lejos se oye una voz de  mesozoprano, rota en mil añicos...
Y vuelve,  siempre vuelve
El pasajero inesperado, sin valija, sin destino
Prende las manos de tu alma
Y quieres dormir esa pesadilla
Y quieres despertar ese sueño
Anhelas dejarte abrazar por sus latidos
Te lleva la danza de las ramas de tus milenarios árboles
Sientes como brota la savia, curso de vida...
Arrastrando tu canto, tu grito de esperanza, hacia orillas desconocidas, que no  te son ajenas
Y dibujas el calor de su mirada en los troncos de tu árbol
Y sientes el calor de su mano acariciando tu alma de niña
Y despiertas y lamentas el aliento que despide la mañana
Porque solo la noche imaginada desvela tu disfraz
Y deseas ser un jinete derrotado en la arena ardiente
Brotando tu sangre viva
Volviendo tu alma, de muerte herida,a iluminar un incierto día
Y quizás así hallar el imaginario oasis de ocres que antaño dibujabas.





Una mala vida la tiene cualquiera. José Antonio Santano

 

 

 ¡Albricias! Aparece en La isla de Siltolá, colección Tierra, el poemario de Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) Una mala vida la tiene cualquiera. Avalan la trayectoria poética de Salvago libros tales como La destrucción o el humor, En la perfecta edad, Variaciones y reincidencias, Volverlo a intentar, Los mejores años, Ulises y Nada importa nada. Dividido en cuatro partes el presente poemario responde a temáticas variadas y a registros diferentes. Al primero de los poemas “La poesía”, con acertada cita de Borges, siguen otros en los que el poeta unas veces mira hacia atrás acometiendo un balance vital (“Ajuste de cuentas”), otras se reprocha la cobardía en esa búsqueda de la verdad (“La verdadera verdad”), la impiedad de la juventud (“La fea”) o el canto a la muerte “A la manera de los poetas tradicionales de hikus…” en “Haikus de la frontera”: “Al fin, desnudo, / en una caja oscura, / se pudre el traje”,  y luego a manera de cierre con “Otro epitafio”, del que se extrae el título del poemario: “Una mala noche / la tiene cualquiera, y cien, y doscientas, / y doscientos días, y un año, y ochenta. / Una mala vida la tiene cualquiera”; en todos se desnuda el poeta, se muestra tal cual es, escribe su vida, que es poesía “Sin pudor ni vergüenza”: “Otros de mis errores / fue obstinarme en contar / las cosas como eran, / en mostrarme tal cual, / desnudo, sin careta, / sin tratar de ocultar / mi cara verdadera”. En la segunda parte del libro el poeta opta de nuevo por poemas breves (octasílabos) en “Soleares”, “Coplas de cuatro versos”; retoma el haiku (5-7-5 sílabas) por “soleares”: “Cuánta mentira… / Te cansas de sembrar / y ni una espiga”, para seguir con una serie de “Epigramas” y unos “Apuntes”, aforísticos en algunos casos: “Del fracaso se aprende, / pero se aprende tarde”. 

La tercera parte contiene un solo poema titulado “En la infinita calma de Dios”, precedido por una cita de Walt Whitman (“Yo soy inmenso y contengo multitudes”), de metro endecasílabo y dividido, a su vez, en tres apartados: un viaje a la creación del universo, de la farsa y la magia por un Dios en su infinita calma. Cierra el poemario “Epílogo”; rutina, cotidianidad, algún equívoco y unos versos al poeta fenecido Fernando Ortíz: “Te imagino vagando en la infinita / región donde el voraz reloj del tiempo / se para porque tú ya eres eterno / -eterno cada instante de tus días-“. En “Una mala vida la tiene cualquiera” hallamos al poeta en su esencia, versátil en los matices y registros, capaz de contagiarnos con la sonoridad de la poesía vital, auténtica.   

Una mala vida la tiene cualquiera. José Antonio Santano

 

 

 ¡Albricias! Aparece en La isla de Siltolá, colección Tierra, el poemario de Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) Una mala vida la tiene cualquiera. Avalan la trayectoria poética de Salvago libros tales como La destrucción o el humor, En la perfecta edad, Variaciones y reincidencias, Volverlo a intentar, Los mejores años, Ulises y Nada importa nada. Dividido en cuatro partes el presente poemario responde a temáticas variadas y a registros diferentes. Al primero de los poemas “La poesía”, con acertada cita de Borges, siguen otros en los que el poeta unas veces mira hacia atrás acometiendo un balance vital (“Ajuste de cuentas”), otras se reprocha la cobardía en esa búsqueda de la verdad (“La verdadera verdad”), la impiedad de la juventud (“La fea”) o el canto a la muerte “A la manera de los poetas tradicionales de hikus…” en “Haikus de la frontera”: “Al fin, desnudo, / en una caja oscura, / se pudre el traje”,  y luego a manera de cierre con “Otro epitafio”, del que se extrae el título del poemario: “Una mala noche / la tiene cualquiera, y cien, y doscientas, / y doscientos días, y un año, y ochenta. / Una mala vida la tiene cualquiera”; en todos se desnuda el poeta, se muestra tal cual es, escribe su vida, que es poesía “Sin pudor ni vergüenza”: “Otros de mis errores / fue obstinarme en contar / las cosas como eran, / en mostrarme tal cual, / desnudo, sin careta, / sin tratar de ocultar / mi cara verdadera”. En la segunda parte del libro el poeta opta de nuevo por poemas breves (octasílabos) en “Soleares”, “Coplas de cuatro versos”; retoma el haiku (5-7-5 sílabas) por “soleares”: “Cuánta mentira… / Te cansas de sembrar / y ni una espiga”, para seguir con una serie de “Epigramas” y unos “Apuntes”, aforísticos en algunos casos: “Del fracaso se aprende, / pero se aprende tarde”. 

La tercera parte contiene un solo poema titulado “En la infinita calma de Dios”, precedido por una cita de Walt Whitman (“Yo soy inmenso y contengo multitudes”), de metro endecasílabo y dividido, a su vez, en tres apartados: un viaje a la creación del universo, de la farsa y la magia por un Dios en su infinita calma. Cierra el poemario “Epílogo”; rutina, cotidianidad, algún equívoco y unos versos al poeta fenecido Fernando Ortíz: “Te imagino vagando en la infinita / región donde el voraz reloj del tiempo / se para porque tú ya eres eterno / -eterno cada instante de tus días-“. En “Una mala vida la tiene cualquiera” hallamos al poeta en su esencia, versátil en los matices y registros, capaz de contagiarnos con la sonoridad de la poesía vital, auténtica.   

Una mala vida la tiene cualquiera. Javier Salvago




UNA MALA VIDA LA TIENE CUALQUIERA


             ¡Albricias! Aparece en La isla de Siltolá, colección Tierra, el poemario de Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) Una mala vida la tiene cualquiera. Avalan la trayectoria poética de Salvago libros tales como La destrucción o el humor, En la perfecta edad, Variaciones y reincidencias, Volverlo a intentar, Los mejores años, Ulises y Nada importa nada. Dividido en cuatro partes el presente poemario responde a temáticas variadas y a registros diferentes. Al primero de los poemas “La poesía”, con acertada cita de Borges, siguen otros en los que el poeta unas veces mira hacia atrás acometiendo un balance vital (“Ajuste de cuentas”), otras se reprocha la cobardía en esa búsqueda de la verdad (“La verdadera verdad”), la impiedad de la juventud (“La fea”) o el canto a la muerte “A la manera de los poetas tradicionales de hikus…” en “Haikus de la frontera”: “Al fin, desnudo, / en una caja oscura, / se pudre el traje”,  y luego a manera de cierre con “Otro epitafio”, del que se extrae el título del poemario: “Una mala noche / la tiene cualquiera, y cien, y doscientas, / y doscientos días, y un año, y ochenta. / Una mala vida la tiene cualquiera”; en todos se desnuda el poeta, se muestra tal cual es, escribe su vida, que es poesía “Sin pudor ni vergüenza”: “Otros de mis errores / fue obstinarme en contar / las cosas como eran, / en mostrarme tal cual, / desnudo, sin careta, / sin tratar de ocultar / mi cara verdadera”. En la segunda parte del libro el poeta opta de nuevo por poemas breves (octasílabos) en “Soleares”, “Coplas de cuatro versos”; retoma el haiku (5-7-5 sílabas) por “soleares”: “Cuánta mentira… / Te cansas de sembrar / y ni una espiga”, para seguir con una serie de “Epigramas” y unos “Apuntes”, aforísticos en algunos casos: “Del fracaso se aprende, / pero se aprende tarde”. 

La tercera parte contiene un solo poema titulado “En la infinita calma de Dios”, precedido por una cita de Walt Whitman (“Yo soy inmenso y contengo multitudes”), de metro endecasílabo y dividido, a su vez, en tres apartados: un viaje a la creación del universo, de la farsa y la magia por un Dios en su infinita calma. Cierra el poemario “Epílogo”; rutina, cotidianidad, algún equívoco y unos versos al poeta fenecido Fernando Ortíz: “Te imagino vagando en la infinita / región donde el voraz reloj del tiempo / se para porque tú ya eres eterno / -eterno cada instante de tus días-“. En “Una mala vida la tiene cualquiera” hallamos al poeta en su esencia, versátil en los matices y registros, capaz de contagiarnos con la sonoridad de la poesía vital, auténtica.    

Una mala vida la tiene cualquiera. Javier Salvago




UNA MALA VIDA LA TIENE CUALQUIERA


             ¡Albricias! Aparece en La isla de Siltolá, colección Tierra, el poemario de Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) Una mala vida la tiene cualquiera. Avalan la trayectoria poética de Salvago libros tales como La destrucción o el humor, En la perfecta edad, Variaciones y reincidencias, Volverlo a intentar, Los mejores años, Ulises y Nada importa nada. Dividido en cuatro partes el presente poemario responde a temáticas variadas y a registros diferentes. Al primero de los poemas “La poesía”, con acertada cita de Borges, siguen otros en los que el poeta unas veces mira hacia atrás acometiendo un balance vital (“Ajuste de cuentas”), otras se reprocha la cobardía en esa búsqueda de la verdad (“La verdadera verdad”), la impiedad de la juventud (“La fea”) o el canto a la muerte “A la manera de los poetas tradicionales de hikus…” en “Haikus de la frontera”: “Al fin, desnudo, / en una caja oscura, / se pudre el traje”,  y luego a manera de cierre con “Otro epitafio”, del que se extrae el título del poemario: “Una mala noche / la tiene cualquiera, y cien, y doscientas, / y doscientos días, y un año, y ochenta. / Una mala vida la tiene cualquiera”; en todos se desnuda el poeta, se muestra tal cual es, escribe su vida, que es poesía “Sin pudor ni vergüenza”: “Otros de mis errores / fue obstinarme en contar / las cosas como eran, / en mostrarme tal cual, / desnudo, sin careta, / sin tratar de ocultar / mi cara verdadera”. En la segunda parte del libro el poeta opta de nuevo por poemas breves (octasílabos) en “Soleares”, “Coplas de cuatro versos”; retoma el haiku (5-7-5 sílabas) por “soleares”: “Cuánta mentira… / Te cansas de sembrar / y ni una espiga”, para seguir con una serie de “Epigramas” y unos “Apuntes”, aforísticos en algunos casos: “Del fracaso se aprende, / pero se aprende tarde”. 

La tercera parte contiene un solo poema titulado “En la infinita calma de Dios”, precedido por una cita de Walt Whitman (“Yo soy inmenso y contengo multitudes”), de metro endecasílabo y dividido, a su vez, en tres apartados: un viaje a la creación del universo, de la farsa y la magia por un Dios en su infinita calma. Cierra el poemario “Epílogo”; rutina, cotidianidad, algún equívoco y unos versos al poeta fenecido Fernando Ortíz: “Te imagino vagando en la infinita / región donde el voraz reloj del tiempo / se para porque tú ya eres eterno / -eterno cada instante de tus días-“. En “Una mala vida la tiene cualquiera” hallamos al poeta en su esencia, versátil en los matices y registros, capaz de contagiarnos con la sonoridad de la poesía vital, auténtica.    

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986