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OTRAS CAUSAS. GINÉS RECHE





OTRAS CAUSAS

Hay quien asevera que el poeta siempre escribe el mismo libro desde ópticas y tiempos distintos. También que todo está descubierto en el lenguaje poético y que las temáticas son siempre las mismas. Puede que tanto una como otra opinión tengan su parte de razón. No obstante, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de enfrascarse en la lectura de un libro de poemas son, evidentemente, la temática por una parte y el lenguaje por otra. La reflexión del poeta, su hondura poética, esa que es capaz de emocionar al lector, de conmoverlo hasta producirle esa especie de temblor interior, de sacudida interna, si se quiere, por qué no decirlo, de desmayo, de éxtasis. El caso que nos ocupa logra combinar los ingredientes necesarios para que el lector sienta, si no el todo, sí parte de lo expresado en líneas anteriores. Se trata del poemario “Otras causas”, del cual es autor el poeta almeriense, natural de Oria, Ginés Reche (1960). Desde su primera entrega “Huésped extraño”, libro con el que obtuvo el poeta oretano el premio Benito de Lucas en el año 2006, hasta este “Otras causas” han transcurrido exactamente diez años, tiempo suficiente para amasar la experiencia necesaria y el conocimiento en esa búsqueda constante de la palabra poética. Si bien es cierto que el origen, la razón existencial de este poemario es el amor, quizá convenga indagar en las otras causas que hacen que la mirada del poeta se detenga en sus distintas formas de seducción o rechazo para comprender –comprenderse- mejor el mundo que le rodea, su universo interior. 

 «Vivir en los ojos»«Abrir la mañana», escribe el poeta al comienzo de este libro, en ese deseo de auscultar la realidad y someterse a los destinos de la palabra amorosa. El poeta se prepara para ese viaje al abismo de los cuerpos que se aman y se desean: «Todo dispuesto / para desearte”, y así recorre la geografía amorosa como si fuera un mapa: «Descubrir el cuerpo como en un mapa». 

Discurre el poeta por la frontera del deseo y el desengaño, de la derrota asumida tal vez como parte de un tiempo pasado, o presente, quizá futuro: «El tiempo derrumba / la casa de los verbos», dice el poeta, pero ¿cuáles son esos verbos, vivir, amar, soñar? Reche ha madurado con el paso de los años, su discurso poético es hondo, reflexivo, porque ha aprendido a modelar la palabra como si fuera un alfarero, y sabe muy bien que sólo el amor puede devolver al hombre la esperanza. El poeta se deja seducir por la palabra que revolotea continuamente en su memoria, y se hace tacto en las manos o sueño en las noches. Los cuerpos se acercan para sentirse uno solo, en comunión perfecta, ayuntamiento único en la entrega amorosa. Él conoce de las causas, del origen y también de los daños colaterales, porque el amor es como un bebedizo alucinógeno que se bebe en tragos cortos, de ahí la brevedad de los versos, coincidente en este sentido con su poemario anterior y que tan bien resumió el poeta Benito de Lucas: «la composición de los poemas, todos de arte menor, en una estructura casi minimalista, que sea apoya en la economía del lenguaje y, a veces, en el silencio como complemento de la expresividad».

El poeta desnuda a la palabra de toda máscara y la muestra en su esencia de nombre, adjetivo o verbo, y en un juego mágico de mezcolanzas construye un hermoso lugar, un paraíso propio: «Bebiéndote / sufrí la sed». Consigue así Ginés Reche la sensación de universo y singularidad abarcadora desde la reiterada   meditación. No hay remedio para esa su insaciable sed de vida en el amor y la poesía. El poema “A crédito”, incluido en este volumen, representa esa realidad economicista que bien trata el poeta y amolda a su lenguaje contable: 

«Después 
/ de hipotecado nuestro amor, 
/ mucha letra pequeña 
/ y poco olvido.
 / Nos amábamos 
/ en cómodos y cortos plazos, 
/ ligeramente a crédito».

 Pero el poeta, incansable, va del pasado al presente, de norte a sur buscando su destino en un mapa imaginario o soñado. El amor y sus naufragios, los silencios secretos y callados de estos versos breves, a veces casi aforísticos, como si el poeta pretendiera resumir, extractar o cifrar los mensajes, las imágenes o las metáforas, dejándolas al albur del lector. “Otras causas” es un poemario acertado en la forma y el fondo, vivo reflejo de la voz poética en alza de Ginés Reche.

Título: Otras causas
Autor/a: Ginés Reche
Edita: Ediciones En Huida (Sevilla, 2016)




OTRAS CAUSAS. GINÉS RECHE





OTRAS CAUSAS


Hay quien asevera que el poeta siempre escribe el mismo libro desde ópticas y tiempos distintos. También que todo está descubierto en el lenguaje poético y que las temáticas son siempre las mismas. Puede que tanto una como otra opinión tengan su parte de razón. No obstante, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de enfrascarse en la lectura de un libro de poemas son, evidentemente, la temática por una parte y el lenguaje por otra. La reflexión del poeta, su hondura poética, esa que es capaz de emocionar al lector, de conmoverlo hasta producirle esa especie de temblor interior, de sacudida interna, si se quiere, por qué no decirlo, de desmayo, de éxtasis. El caso que nos ocupa logra combinar los ingredientes necesarios para que el lector sienta, si no el todo, sí parte de lo expresado en líneas anteriores. Se trata del poemario “Otras causas”, del cual es autor el poeta almeriense, natural de Oria, Ginés Reche (1960). Desde su primera entrega “Huésped extraño”, libro con el que obtuvo el poeta oretano el premio Benito de Lucas en el año 2006, hasta este “Otras causas” han transcurrido exactamente diez años, tiempo suficiente para amasar la experiencia necesaria y el conocimiento en esa búsqueda constante de la palabra poética. Si bien es cierto que el origen, la razón existencial de este poemario es el amor, quizá convenga indagar en las otras causas que hacen que la mirada del poeta se detenga en sus distintas formas de seducción o rechazo para comprender –comprenderse- mejor el mundo que le rodea, su universo interior. 

 «Vivir en los ojos», «Abrir la mañana», escribe el poeta al comienzo de este libro, en ese deseo de auscultar la realidad y someterse a los destinos de la palabra amorosa. El poeta se prepara para ese viaje al abismo de los cuerpos que se aman y se desean: «Todo dispuesto / para desearte”, y así recorre la geografía amorosa como si fuera un mapa: «Descubrir el cuerpo como en un mapa». 

Discurre el poeta por la frontera del deseo y el desengaño, de la derrota asumida tal vez como parte de un tiempo pasado, o presente, quizá futuro: «El tiempo derrumba / la casa de los verbos», dice el poeta, pero ¿cuáles son esos verbos, vivir, amar, soñar? Reche ha madurado con el paso de los años, su discurso poético es hondo, reflexivo, porque ha aprendido a modelar la palabra como si fuera un alfarero, y sabe muy bien que sólo el amor puede devolver al hombre la esperanza. El poeta se deja seducir por la palabra que revolotea continuamente en su memoria, y se hace tacto en las manos o sueño en las noches. Los cuerpos se acercan para sentirse uno solo, en comunión perfecta, ayuntamiento único en la entrega amorosa. Él conoce de las causas, del origen y también de los daños colaterales, porque el amor es como un bebedizo alucinógeno que se bebe en tragos cortos, de ahí la brevedad de los versos, coincidente en este sentido con su poemario anterior y que tan bien resumió el poeta Benito de Lucas: «la composición de los poemas, todos de arte menor, en una estructura casi minimalista, que sea apoya en la economía del lenguaje y, a veces, en el silencio como complemento de la expresividad».

El poeta desnuda a la palabra de toda máscara y la muestra en su esencia de nombre, adjetivo o verbo, y en un juego mágico de mezcolanzas construye un hermoso lugar, un paraíso propio: «Bebiéndote / sufrí la sed». Consigue así Ginés Reche la sensación de universo y singularidad abarcadora desde la reiterada meditación. No hay remedio para esa su insaciable sed de vida en el amor y la poesía. El poema “A crédito”, incluido en este volumen, representa esa realidad economicista que bien trata el poeta y amolda a su lenguaje contable: 

«Después 
/ de hipotecado nuestro amor, 
/ mucha letra pequeña 
/ y poco olvido.
 / Nos amábamos 
/ en cómodos y cortos plazos, 
/ ligeramente a crédito».

 Pero el poeta, incansable, va del pasado al presente, de norte a sur buscando su destino en un mapa imaginario o soñado. El amor y sus naufragios, los silencios secretos y callados de estos versos breves, a veces casi aforísticos, como si el poeta pretendiera resumir, extractar o cifrar los mensajes, las imágenes o las metáforas, dejándolas al albur del lector. “Otras causas” es un poemario acertado en la forma y el fondo, vivo reflejo de la voz poética en alza de Ginés Reche.

Título: Otras causas
Autor/a: Ginés Reche
Edita: Ediciones En Huida (Sevilla, 2016)




OTRAS CAUSAS. GINÉS RECHE





OTRAS CAUSAS


Hay quien asevera que el poeta siempre escribe el mismo libro desde ópticas y tiempos distintos. También que todo está descubierto en el lenguaje poético y que las temáticas son siempre las mismas. Puede que tanto una como otra opinión tengan su parte de razón. No obstante, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de enfrascarse en la lectura de un libro de poemas son, evidentemente, la temática por una parte y el lenguaje por otra. La reflexión del poeta, su hondura poética, esa que es capaz de emocionar al lector, de conmoverlo hasta producirle esa especie de temblor interior, de sacudida interna, si se quiere, por qué no decirlo, de desmayo, de éxtasis. El caso que nos ocupa logra combinar los ingredientes necesarios para que el lector sienta, si no el todo, sí parte de lo expresado en líneas anteriores. Se trata del poemario “Otras causas”, del cual es autor el poeta almeriense, natural de Oria, Ginés Reche (1960). Desde su primera entrega “Huésped extraño”, libro con el que obtuvo el poeta oretano el premio Benito de Lucas en el año 2006, hasta este “Otras causas” han transcurrido exactamente diez años, tiempo suficiente para amasar la experiencia necesaria y el conocimiento en esa búsqueda constante de la palabra poética. Si bien es cierto que el origen, la razón existencial de este poemario es el amor, quizá convenga indagar en las otras causas que hacen que la mirada del poeta se detenga en sus distintas formas de seducción o rechazo para comprender –comprenderse- mejor el mundo que le rodea, su universo interior. 

 «Vivir en los ojos», «Abrir la mañana», escribe el poeta al comienzo de este libro, en ese deseo de auscultar la realidad y someterse a los destinos de la palabra amorosa. El poeta se prepara para ese viaje al abismo de los cuerpos que se aman y se desean: «Todo dispuesto / para desearte”, y así recorre la geografía amorosa como si fuera un mapa: «Descubrir el cuerpo como en un mapa». 

Discurre el poeta por la frontera del deseo y el desengaño, de la derrota asumida tal vez como parte de un tiempo pasado, o presente, quizá futuro: «El tiempo derrumba / la casa de los verbos», dice el poeta, pero ¿cuáles son esos verbos, vivir, amar, soñar? Reche ha madurado con el paso de los años, su discurso poético es hondo, reflexivo, porque ha aprendido a modelar la palabra como si fuera un alfarero, y sabe muy bien que sólo el amor puede devolver al hombre la esperanza. El poeta se deja seducir por la palabra que revolotea continuamente en su memoria, y se hace tacto en las manos o sueño en las noches. Los cuerpos se acercan para sentirse uno solo, en comunión perfecta, ayuntamiento único en la entrega amorosa. Él conoce de las causas, del origen y también de los daños colaterales, porque el amor es como un bebedizo alucinógeno que se bebe en tragos cortos, de ahí la brevedad de los versos, coincidente en este sentido con su poemario anterior y que tan bien resumió el poeta Benito de Lucas: «la composición de los poemas, todos de arte menor, en una estructura casi minimalista, que sea apoya en la economía del lenguaje y, a veces, en el silencio como complemento de la expresividad».

El poeta desnuda a la palabra de toda máscara y la muestra en su esencia de nombre, adjetivo o verbo, y en un juego mágico de mezcolanzas construye un hermoso lugar, un paraíso propio: «Bebiéndote / sufrí la sed». Consigue así Ginés Reche la sensación de universo y singularidad abarcadora desde la reiterada meditación. No hay remedio para esa su insaciable sed de vida en el amor y la poesía. El poema “A crédito”, incluido en este volumen, representa esa realidad economicista que bien trata el poeta y amolda a su lenguaje contable: 

«Después 
/ de hipotecado nuestro amor, 
/ mucha letra pequeña 
/ y poco olvido.
 / Nos amábamos 
/ en cómodos y cortos plazos, 
/ ligeramente a crédito».

 Pero el poeta, incansable, va del pasado al presente, de norte a sur buscando su destino en un mapa imaginario o soñado. El amor y sus naufragios, los silencios secretos y callados de estos versos breves, a veces casi aforísticos, como si el poeta pretendiera resumir, extractar o cifrar los mensajes, las imágenes o las metáforas, dejándolas al albur del lector. “Otras causas” es un poemario acertado en la forma y el fondo, vivo reflejo de la voz poética en alza de Ginés Reche.

Título: Otras causas
Autor/a: Ginés Reche
Edita: Ediciones En Huida (Sevilla, 2016)




De los que nadie habla. Evelyn de Lezcano.

L a poesía germina en lo más hondo del ser humano, se interioriza la realidad y se transforma creando otra. Nada como la observación como método de conocimiento, de auscultación de paisaje y paisanaje para conformar un universo propio. El poeta, como parte de ese mundo, apuesta siempre por la mirada, esa mirada atenta y cuidadosa, abarcadora de la vida y sus silencios, como si todo dependiera de su luz, que vuela a los más recónditos lugares y regresa después de cada migración a vivir en sí misma la experiencia de los asombros. La poeta Evelyn de Lezcano (Las Palmas, Gran Canaria) nos propone un viaje hacia aquellos lugares que, de una u otra forma, son o han sido su particular refugio, bien para el encuentro o para la búsqueda. Esa búsqueda que todo poeta necesita para saberse vivo. En esta ocasión Evelyn de Lezcano quiere ser la voz de los silenciados, “De los que nadie habla”, título del poemario que hoy ocupa nuestra atención. ¿Por qué ese empeño en ser la voz de los que nadie habla?, y, ¿quiénes son esos de los que nadie habla?, ¿por qué este silencio?, ¿qué se esconde tras ese silencio? Estas y otras muchas preguntas podríamos hacernos respecto a este intrigante título del poemario. Ciertamente la poeta pretende que el asombro sea el lugar de encuentro, aunque para ello tenga que recorrer un camino complejo, en el cual la palabra fundamenta esa búsqueda hacia el abismo del sueño. Estructura la poeta el libro en cuatro partes disímiles entre sí, de forma que la primera contiene un solo poema, “Palpo voces en el interior del gran cofre”, la segunda, titulada “Sigue aquí la sombra del ángel gris”, añade a este un total de 9 poemas; la tercera, “Con la primera luz que nos prestaste, aquel día en”, hay que sumarle otros 7 poemas más, y, por último, la cuarta y más extensa, “Hay instantes en los que tus manos, entumecidas”, cierra con un total de 29 poemas. Esto nos da una idea general del contenido de este libro. Desde un punto de vista formal, la mayoría de los poemas combinan versos de arte menor y mayor, sin rima y libre. Sin embargo, lo más interesante de este volumen es, precisamente, la insistencia en lo desconocido para a partir de ahí construir una sinfonía de voces que solo intentan concluir la búsqueda tras el hallazgo de la palabra como necesidad imperiosa de esperanza ante un mundo que se desmorona. Ya desde el primer poema nos advierte la poeta del riesgo de la soledad, de las consecuencias de la misma, avisándonos de sus poderosos tentáculos, cuando escribe: «la pregunta que aprieta el aire / con los tentáculos de la soledad», para después invitarnos a descubrir quiénes son verdaderamente esos seres “de los que nadie habla”. En esa búsqueda se repite insistentemente “el ángel”, y habría que preguntarse: ¿el bueno o el malo?, entendiéndose así esa confluencia del eterno dilema del bien y del mal.
 De Lezcano nos propone un viaje a la palabra desnuda, esa que aflora de la verdad, de la verdad del poeta. Pero los seres de los que nadie habla están ahí, son parte de nuestras vidas diarias, aunque no podamos constatarlo materialmente, mas sí quien esto escribe, y que confiesa esa percepción del color y la espera: «Esperar / a los que aún no han llegado, a los que tampoco saben, / a los Ángeles granates de los que nadie habla». Referencias varias al entorno familiar en un juego de idas y venidas vinculadas a su propia historia, al universo infantil, a los recuerdos que se rebelan y surgen de la rutina de los días para transformarse en algo necesario. Los ángeles representan los silencios, esos que nos acompañan en este viaje terrenal o imaginario hacia otra luz, esa que la poeta busca incansable cada día en la palabra, y es eco del tiempo que se escapa. “De los que nadie habla” nos adentra en esa exploración permanente del ser humano en lo desconocido y misterioso. Evelyn de Lezcano bucea en la vida para encontrar la verdad –su verdad- y en este continuo sumergirse descubre la quietud del silencio como respuesta a la sordidez del mundo que le rodea, hasta descubrir un hilo de luz en lontananza, libre: «El ángel camina. / Ángel y fuego. / Fuego y crispación. / Crispación y olfato. / Ya no hay barrotes. / El Ángel está libre, / libre».
Título: De los que nadie habla
Autor/a: Evelyn de Lezcano

Edita: Huega & Fierro (Madrid, 2015)  

De los que nadie habla. Evelyn de Lezcano.

L a poesía germina en lo más hondo del ser humano, se interioriza la realidad y se transforma creando otra. Nada como la observación como método de conocimiento, de auscultación de paisaje y paisanaje para conformar un universo propio. El poeta, como parte de ese mundo, apuesta siempre por la mirada, esa mirada atenta y cuidadosa, abarcadora de la vida y sus silencios, como si todo dependiera de su luz, que vuela a los más recónditos lugares y regresa después de cada migración a vivir en sí misma la experiencia de los asombros. La poeta Evelyn de Lezcano (Las Palmas, Gran Canaria) nos propone un viaje hacia aquellos lugares que, de una u otra forma, son o han sido su particular refugio, bien para el encuentro o para la búsqueda. Esa búsqueda que todo poeta necesita para saberse vivo. En esta ocasión Evelyn de Lezcano quiere ser la voz de los silenciados, “De los que nadie habla”, título del poemario que hoy ocupa nuestra atención. ¿Por qué ese empeño en ser la voz de los que nadie habla?, y, ¿quiénes son esos de los que nadie habla?, ¿por qué este silencio?, ¿qué se esconde tras ese silencio? Estas y otras muchas preguntas podríamos hacernos respecto a este intrigante título del poemario. Ciertamente la poeta pretende que el asombro sea el lugar de encuentro, aunque para ello tenga que recorrer un camino complejo, en el cual la palabra fundamenta esa búsqueda hacia el abismo del sueño. Estructura la poeta el libro en cuatro partes disímiles entre sí, de forma que la primera contiene un solo poema, “Palpo voces en el interior del gran cofre”, la segunda, titulada “Sigue aquí la sombra del ángel gris”, añade a este un total de 9 poemas; la tercera, “Con la primera luz que nos prestaste, aquel día en”, hay que sumarle otros 7 poemas más, y, por último, la cuarta y más extensa, “Hay instantes en los que tus manos, entumecidas”, cierra con un total de 29 poemas. Esto nos da una idea general del contenido de este libro. Desde un punto de vista formal, la mayoría de los poemas combinan versos de arte menor y mayor, sin rima y libre. Sin embargo, lo más interesante de este volumen es, precisamente, la insistencia en lo desconocido para a partir de ahí construir una sinfonía de voces que solo intentan concluir la búsqueda tras el hallazgo de la palabra como necesidad imperiosa de esperanza ante un mundo que se desmorona. Ya desde el primer poema nos advierte la poeta del riesgo de la soledad, de las consecuencias de la misma, avisándonos de sus poderosos tentáculos, cuando escribe: «la pregunta que aprieta el aire / con los tentáculos de la soledad», para después invitarnos a descubrir quiénes son verdaderamente esos seres “de los que nadie habla”. En esa búsqueda se repite insistentemente “el ángel”, y habría que preguntarse: ¿el bueno o el malo?, entendiéndose así esa confluencia del eterno dilema del bien y del mal.
 De Lezcano nos propone un viaje a la palabra desnuda, esa que aflora de la verdad, de la verdad del poeta. Pero los seres de los que nadie habla están ahí, son parte de nuestras vidas diarias, aunque no podamos constatarlo materialmente, mas sí quien esto escribe, y que confiesa esa percepción del color y la espera: «Esperar / a los que aún no han llegado, a los que tampoco saben, / a los Ángeles granates de los que nadie habla». Referencias varias al entorno familiar en un juego de idas y venidas vinculadas a su propia historia, al universo infantil, a los recuerdos que se rebelan y surgen de la rutina de los días para transformarse en algo necesario. Los ángeles representan los silencios, esos que nos acompañan en este viaje terrenal o imaginario hacia otra luz, esa que la poeta busca incansable cada día en la palabra, y es eco del tiempo que se escapa. “De los que nadie habla” nos adentra en esa exploración permanente del ser humano en lo desconocido y misterioso. Evelyn de Lezcano bucea en la vida para encontrar la verdad –su verdad- y en este continuo sumergirse descubre la quietud del silencio como respuesta a la sordidez del mundo que le rodea, hasta descubrir un hilo de luz en lontananza, libre: «El ángel camina. / Ángel y fuego. / Fuego y crispación. / Crispación y olfato. / Ya no hay barrotes. / El Ángel está libre, / libre».
Título: De los que nadie habla
Autor/a: Evelyn de Lezcano

Edita: Huega & Fierro (Madrid, 2015)  

De los que nadie habla. Evelyn de Lezcano






L a poesía germina en lo más hondo del ser humano, se interioriza la realidad y se transforma creando otra. Nada como la observación como método de conocimiento, de auscultación de paisaje y paisanaje para conformar un universo propio. El poeta, como parte de ese mundo, apuesta siempre por la mirada, esa mirada atenta y cuidadosa, abarcadora de la vida y sus silencios, como si todo dependiera de su luz, que vuela a los más recónditos lugares y regresa después de cada migración a vivir en sí misma la experiencia de los asombros. La poeta Evelyn de Lezcano (Las Palmas, Gran Canaria) nos propone un viaje hacia aquellos lugares que, de una u otra forma, son o han sido su particular refugio, bien para el encuentro o para la búsqueda. Esa búsqueda que todo poeta necesita para saberse vivo. En esta ocasión Evelyn de Lezcano quiere ser la voz de los silenciados, “De los que nadie habla”, título del poemario que hoy ocupa nuestra atención. ¿Por qué ese empeño en ser la voz de los que nadie habla?, y, ¿quiénes son esos de los que nadie habla?, ¿por qué este silencio?, ¿qué se esconde tras ese silencio? Estas y otras muchas preguntas podríamos hacernos respecto a este intrigante título del poemario. Ciertamente la poeta pretende que el asombro sea el lugar de encuentro, aunque para ello tenga que recorrer un camino complejo, en el cual la palabra fundamenta esa búsqueda hacia el abismo del sueño. Estructura la poeta el libro en cuatro partes disímiles entre sí, de forma que la primera contiene un solo poema, “Palpo voces en el interior del gran cofre”, la segunda, titulada “Sigue aquí la sombra del ángel gris”, añade a este un total de 9 poemas; la tercera, “Con la primera luz que nos prestaste, aquel día en”, hay que sumarle otros 7 poemas más, y, por último, la cuarta y más extensa, “Hay instantes en los que tus manos, entumecidas”, cierra con un total de 29 poemas. Esto nos da una idea general del contenido de este libro. Desde un punto de vista formal, la mayoría de los poemas combinan versos de arte menor y mayor, sin rima y libre. Sin embargo, lo más interesante de este volumen es, precisamente, la insistencia en lo desconocido para a partir de ahí construir una sinfonía de voces que solo intentan concluir la búsqueda tras el hallazgo de la palabra como necesidad imperiosa de esperanza ante un mundo que se desmorona. Ya desde el primer poema nos advierte la poeta del riesgo de la soledad, de las consecuencias de la misma, avisándonos de sus poderosos tentáculos, cuando escribe: «la pregunta que aprieta el aire / con los tentáculos de la soledad», para después invitarnos a descubrir quiénes son verdaderamente esos seres “de los que nadie habla”. En esa búsqueda se repite insistentemente “el ángel”, y habría que preguntarse: ¿el bueno o el malo?, entendiéndose así esa confluencia del eterno dilema del bien y del mal.

 De Lezcano nos propone un viaje a la palabra desnuda, esa que aflora de la verdad, de la verdad del poeta. Pero los seres de los que nadie habla están ahí, son parte de nuestras vidas diarias, aunque no podamos constatarlo materialmente, mas sí quien esto escribe, y que confiesa esa percepción del color y la espera: «Esperar / a los que aún no han llegado, a los que tampoco saben, / a los Ángeles granates de los que nadie habla». Referencias varias al entorno familiar en un juego de idas y venidas vinculadas a su propia historia, al universo infantil, a los recuerdos que se rebelan y surgen de la rutina de los días para transformarse en algo necesario. Los ángeles representan los silencios, esos que nos acompañan en este viaje terrenal o imaginario hacia otra luz, esa que la poeta busca incansable cada día en la palabra, y es eco del tiempo que se escapa. “De los que nadie habla” nos adentra en esa exploración permanente del ser humano en lo desconocido y misterioso. Evelyn de Lezcano bucea en la vida para encontrar la verdad –su verdad- y en este continuo sumergirse descubre la quietud del silencio como respuesta a la sordidez del mundo que le rodea, hasta descubrir un hilo de luz en lontananza, libre: «El ángel camina. / Ángel y fuego. / Fuego y crispación. / Crispación y olfato. / Ya no hay barrotes. / El Ángel está libre, / libre».

Título: De los que nadie habla
Autor/a: Evelyn de Lezcano

Edita: Huega & Fierro (Madrid, 2015)  

De los que nadie habla. Evelyn de Lezcano






L a poesía germina en lo más hondo del ser humano, se interioriza la realidad y se transforma creando otra. Nada como la observación como método de conocimiento, de auscultación de paisaje y paisanaje para conformar un universo propio. El poeta, como parte de ese mundo, apuesta siempre por la mirada, esa mirada atenta y cuidadosa, abarcadora de la vida y sus silencios, como si todo dependiera de su luz, que vuela a los más recónditos lugares y regresa después de cada migración a vivir en sí misma la experiencia de los asombros. La poeta Evelyn de Lezcano (Las Palmas, Gran Canaria) nos propone un viaje hacia aquellos lugares que, de una u otra forma, son o han sido su particular refugio, bien para el encuentro o para la búsqueda. Esa búsqueda que todo poeta necesita para saberse vivo. En esta ocasión Evelyn de Lezcano quiere ser la voz de los silenciados, “De los que nadie habla”, título del poemario que hoy ocupa nuestra atención. ¿Por qué ese empeño en ser la voz de los que nadie habla?, y, ¿quiénes son esos de los que nadie habla?, ¿por qué este silencio?, ¿qué se esconde tras ese silencio? Estas y otras muchas preguntas podríamos hacernos respecto a este intrigante título del poemario. Ciertamente la poeta pretende que el asombro sea el lugar de encuentro, aunque para ello tenga que recorrer un camino complejo, en el cual la palabra fundamenta esa búsqueda hacia el abismo del sueño. Estructura la poeta el libro en cuatro partes disímiles entre sí, de forma que la primera contiene un solo poema, “Palpo voces en el interior del gran cofre”, la segunda, titulada “Sigue aquí la sombra del ángel gris”, añade a este un total de 9 poemas; la tercera, “Con la primera luz que nos prestaste, aquel día en”, hay que sumarle otros 7 poemas más, y, por último, la cuarta y más extensa, “Hay instantes en los que tus manos, entumecidas”, cierra con un total de 29 poemas. Esto nos da una idea general del contenido de este libro. Desde un punto de vista formal, la mayoría de los poemas combinan versos de arte menor y mayor, sin rima y libre. Sin embargo, lo más interesante de este volumen es, precisamente, la insistencia en lo desconocido para a partir de ahí construir una sinfonía de voces que solo intentan concluir la búsqueda tras el hallazgo de la palabra como necesidad imperiosa de esperanza ante un mundo que se desmorona. Ya desde el primer poema nos advierte la poeta del riesgo de la soledad, de las consecuencias de la misma, avisándonos de sus poderosos tentáculos, cuando escribe: «la pregunta que aprieta el aire / con los tentáculos de la soledad», para después invitarnos a descubrir quiénes son verdaderamente esos seres “de los que nadie habla”. En esa búsqueda se repite insistentemente “el ángel”, y habría que preguntarse: ¿el bueno o el malo?, entendiéndose así esa confluencia del eterno dilema del bien y del mal.

 De Lezcano nos propone un viaje a la palabra desnuda, esa que aflora de la verdad, de la verdad del poeta. Pero los seres de los que nadie habla están ahí, son parte de nuestras vidas diarias, aunque no podamos constatarlo materialmente, mas sí quien esto escribe, y que confiesa esa percepción del color y la espera: «Esperar / a los que aún no han llegado, a los que tampoco saben, / a los Ángeles granates de los que nadie habla». Referencias varias al entorno familiar en un juego de idas y venidas vinculadas a su propia historia, al universo infantil, a los recuerdos que se rebelan y surgen de la rutina de los días para transformarse en algo necesario. Los ángeles representan los silencios, esos que nos acompañan en este viaje terrenal o imaginario hacia otra luz, esa que la poeta busca incansable cada día en la palabra, y es eco del tiempo que se escapa. “De los que nadie habla” nos adentra en esa exploración permanente del ser humano en lo desconocido y misterioso. Evelyn de Lezcano bucea en la vida para encontrar la verdad –su verdad- y en este continuo sumergirse descubre la quietud del silencio como respuesta a la sordidez del mundo que le rodea, hasta descubrir un hilo de luz en lontananza, libre: «El ángel camina. / Ángel y fuego. / Fuego y crispación. / Crispación y olfato. / Ya no hay barrotes. / El Ángel está libre, / libre».

Título: De los que nadie habla
Autor/a: Evelyn de Lezcano

Edita: Huega & Fierro (Madrid, 2015)  

CUATRO POETAS. Instituto de Estudios Almerienses.



CUATRO POETAS
Aunque con retraso, más del que había previsto, traigo a este singular escaparate literario un libro publicado en el año 2014 por el Instituto de Estudios Almerienses, en su colección Poesía, titulado “Cuatro poetas”, a saber: Perfecto Herrera Ramos (Berja, Almería, 1956), Francisco Ortíz (Almería, 1970) José Moreno Fernández (Málaga) y María Ángeles Lonardi (Larroque, Argentina, 1970). “Cuatro poetas” reúne cuatro poemarios, uno por cada autor: “Poemas turineses”, “Geografía”, “Por diciembre en mayo” y “El jardín azul”, respectivamente. Reunir en un mismo volumen cuatro poemarios de distintos autores es siempre arriesgado, si bien puede ser interesante por la posibilidad que abre al lector de comparar el estilo de cada uno de los poetas participantes.  

Cuatro Poetas

Confluyen en cada poeta circunstancias, percepciones, sentimientos, pensamientos o ideas distintas, de ahí que la poesía sea también distinta, las señas de identidad difieren de uno a otro, bien por la edad –por lo vivido- o por la propia concepción del mundo de cada uno. De esta manera si la poesía de Perfecto Herrera, en palabras de la prologuista del libro, Pilar Quirosa, «nos lega impactantes momentos de eternidad en la captación de la imagen, pasajes italianos y el profuso legado literario», Francisco Ortiz «nos acerca al paisaje del levante almeriense, trazando una topografía llena de singularidad», en José Moreno «Emigración y vida trazan una línea paralela a la memoria sentimental, un recorrido intenso y compartido, desde una voz matizada por los recuerdos», y, finalmente, la poesía de María Ángeles Lonardi que nos transporta a «un jardín sensorial, de herencia modernistas, donde se detienen las pausas, los deseos vitales y la esperanza». Me detendré en este último libro “El jardín azul”, de María Ángeles Lonardi, quien desde el año 2002 reside en Almería. El hecho de su condición de emigrante, de la hermana Argentina, y la temática que nos propone, motivan que dedique este breve comentario. Me interesa la cuestión migratoria por cuanto dicha condición genera una visión del mundo distinta, en su sentido de adaptación al medio nuevo, a las costumbres del lugar, cultura, formas de vida, comportamientos humanos, etc. De manera que la poética de Lonardi bebe de todas las transformaciones que el yo poético adopta en el proceso de mestizaje-paisanaje, sin olvidar las diferencias respecto al paisaje, la naturaleza. Para Lonardi todo esto no es sino un jardín, que apellida o adjetiva “azul”, de ahí la referencia al modernismo de Pilar Quirosa en la figura de Rubén Darío, pero que también podríamos entender que se trata de otra clase de jardín (¿barroco?), que el profesor y poeta murciano David López García trata en su libro “Babilonia de flores”, referido a ese «lugar sagrado abierto para aquellos que se hallen o no enfermos de los males del alma». En cualquier caso, el jardín invita a la meditación siempre, a la observación detenida de cuanto acontece en su recinto, y por ello Lonardi confiesa:
«Mientras impera en el jardín
la zozobra
yo, huérfana de temores
me declaro viva».
Es ésta una declaración de principios para más adelante seguir en su compañía recorriendo el paisaje de su jardín imaginario, inventado. Nos hablará entonces de la “Crisálida”, “El viejo árbol de la mora”, de “Adán”, también de “Eva”, del “Paraíso”, incluso nos guiará, en su segunda parte “Más allá de jardín” hacia otros encuentros con poemas como “La esperanza”, “Amanece”, “Confesión” y “Plegaria”. Este es, sin duda, un viaje al interior, a ese espacio en el cual la poeta conversa consigo mismo, mira y medita cuanto acontece, se pregunta y se responde en esa continua búsqueda de la verdad, su verdad. En ese viaje circular Lonardi batalla con los recuerdos, la soledad, el tiempo o la muerte, es decir, con la vida misma. Es el suyo un vuelo hacia la luz, esa que siempre fulge en la palabra, a la que se entrega en cuerpo y alma. Es la palabra su “jardín azul”, el refugio al que siempre vuelve esperanzada de encontrar en él el resplandor del sueño, su sueño:

«No podemos detenernos a mirar en los charcos…

No podemos rendirnos:

Hay que construir un mundo

donde soñar sea posible».


 Título:Cuatro poetas
 Autores: Varios
 Edita: Instituto de Estudios Almerienses (2014)    

CUATRO POETAS. Instituto de Estudios Almerienses.



CUATRO POETAS
Aunque con retraso, más del que había previsto, traigo a este singular escaparate literario un libro publicado en el año 2014 por el Instituto de Estudios Almerienses, en su colección Poesía, titulado “Cuatro poetas”, a saber: Perfecto Herrera Ramos (Berja, Almería, 1956), Francisco Ortíz (Almería, 1970) José Moreno Fernández (Málaga) y María Ángeles Lonardi (Larroque, Argentina, 1970). “Cuatro poetas” reúne cuatro poemarios, uno por cada autor: “Poemas turineses”, “Geografía”, “Por diciembre en mayo” y “El jardín azul”, respectivamente. Reunir en un mismo volumen cuatro poemarios de distintos autores es siempre arriesgado, si bien puede ser interesante por la posibilidad que abre al lector de comparar el estilo de cada uno de los poetas participantes.  

Cuatro Poetas

Confluyen en cada poeta circunstancias, percepciones, sentimientos, pensamientos o ideas distintas, de ahí que la poesía sea también distinta, las señas de identidad difieren de uno a otro, bien por la edad –por lo vivido- o por la propia concepción del mundo de cada uno. De esta manera si la poesía de Perfecto Herrera, en palabras de la prologuista del libro, Pilar Quirosa, «nos lega impactantes momentos de eternidad en la captación de la imagen, pasajes italianos y el profuso legado literario», Francisco Ortiz «nos acerca al paisaje del levante almeriense, trazando una topografía llena de singularidad», en José Moreno «Emigración y vida trazan una línea paralela a la memoria sentimental, un recorrido intenso y compartido, desde una voz matizada por los recuerdos», y, finalmente, la poesía de María Ángeles Lonardi que nos transporta a «un jardín sensorial, de herencia modernistas, donde se detienen las pausas, los deseos vitales y la esperanza». Me detendré en este último libro “El jardín azul”, de María Ángeles Lonardi, quien desde el año 2002 reside en Almería. El hecho de su condición de emigrante, de la hermana Argentina, y la temática que nos propone, motivan que dedique este breve comentario. Me interesa la cuestión migratoria por cuanto dicha condición genera una visión del mundo distinta, en su sentido de adaptación al medio nuevo, a las costumbres del lugar, cultura, formas de vida, comportamientos humanos, etc. De manera que la poética de Lonardi bebe de todas las transformaciones que el yo poético adopta en el proceso de mestizaje-paisanaje, sin olvidar las diferencias respecto al paisaje, la naturaleza. Para Lonardi todo esto no es sino un jardín, que apellida o adjetiva “azul”, de ahí la referencia al modernismo de Pilar Quirosa en la figura de Rubén Darío, pero que también podríamos entender que se trata de otra clase de jardín (¿barroco?), que el profesor y poeta murciano David López García trata en su libro “Babilonia de flores”, referido a ese «lugar sagrado abierto para aquellos que se hallen o no enfermos de los males del alma». En cualquier caso, el jardín invita a la meditación siempre, a la observación detenida de cuanto acontece en su recinto, y por ello Lonardi confiesa:
«Mientras impera en el jardín
la zozobra
yo, huérfana de temores
me declaro viva».
Es ésta una declaración de principios para más adelante seguir en su compañía recorriendo el paisaje de su jardín imaginario, inventado. Nos hablará entonces de la “Crisálida”, “El viejo árbol de la mora”, de “Adán”, también de “Eva”, del “Paraíso”, incluso nos guiará, en su segunda parte “Más allá de jardín” hacia otros encuentros con poemas como “La esperanza”, “Amanece”, “Confesión” y “Plegaria”. Este es, sin duda, un viaje al interior, a ese espacio en el cual la poeta conversa consigo mismo, mira y medita cuanto acontece, se pregunta y se responde en esa continua búsqueda de la verdad, su verdad. En ese viaje circular Lonardi batalla con los recuerdos, la soledad, el tiempo o la muerte, es decir, con la vida misma. Es el suyo un vuelo hacia la luz, esa que siempre fulge en la palabra, a la que se entrega en cuerpo y alma. Es la palabra su “jardín azul”, el refugio al que siempre vuelve esperanzada de encontrar en él el resplandor del sueño, su sueño:

«No podemos detenernos a mirar en los charcos…

No podemos rendirnos:

Hay que construir un mundo

donde soñar sea posible».


 Título: Cuatro poetas
 Autores: Varios
 Edita: Instituto de Estudios Almerienses (2014)    

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986