EN LA TIERRA DE NOD
La reivindicación de su homosexualidad, vedada por una sociedad hipócrita y pacata, es el punto de partida, tal vez de una huida, pero hacia adelante, reveladora del ser y estar en su esencialidad, y en ese trayecto hay cabida para el dolor, también para la resistencia y la ofrenda de una lírica inusual, bella y aterradora al mismo tiempo, alimentada por la tradición y la excelencia poética de quienes, poeta como él, le antecedieron en el tiempo. El mismo título del poemario viene a confirmar lo expresado en líneas anteriores, pues Nod es la tierra a la cual es desterrado Caín, es decir, de nuevo viene a plantearnos el poeta el debate entre el Bien y el Mal, pero desde su propia experiencia vivencial. La poesía de Pedro Juan Gomila es reflexiva, vital, coherente, apartada de ese regusto propio de nuestros días basado en el postureo, la superficialidad y el desconocimiento, es decir, en la más pura mediocridad. El libro objeto de nuestra atención produce en el lector una sensación agridulce, esa mezcla de de saber que el dolor te hace su esclavo al tiempo que te libera una ve derrotada, aunque esa derrota sea circunstancial, momentánea, porque el poeta siempre arrastra los recuerdos de su experiencia vital. Esa reclusión lleva al poeta a interiorizar su discurso poético de tal manera que aún en las tinieblas, doliéndose incluso de su suerte, sabe alzar la voz para rebelarse y crear un haz de luz, de esperanza en el hombre. Pero lo determinante en este juego de sombras y luces, de dolor y soledades no es, a mi modo de ver, ni la sexualidad, la religión, ni la Naturaleza misma, sino la búsqueda de su verdad, del pensamiento, la idealización del mundo interior del poeta, que hace que brille la palabra, que el fuego de poesía incendie la vida misma, en un desafío perenne, donde los yoes batallan uno frente al otro desnudos en cuerpo y alma. Señalemos algunos de los versos que conforman, tal vez, la esencia de la poesía (lumínica y devastadora a un tiempo) de Gomila. Abre el libro un poema que desnuda el sentimiento del poeta, que nos describe a la madre, también en él el dolor y los reproches: «Madre: / la señora de la nieve alabastrina, / la del sílex y el estuco y la madera; / la que un alba despeñó todos sus libros; / la guardiana de un castillo diminuto / gobernado por un ídolo de baro; la llanura sin batalla donde mueren / los guerreros que soñaron con ser niños».
Autor: Pedro Juan Gomila Martorell
Editorial: La Lucerna (Palma de Mallorca, 2015)