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Antonio Praena por José Antonio Santano.


_Por José Antonio Santano

YO HE QUERIDO SER GRÚA MUCHAS VECES

Lo primero que uno se pregunta cuando tienes este poemario entre las manos es la causa, el motivo que llevó a su autor a titularlo así: Yo he querido ser grúa muchas veces. ¿Por qué ese deseo de ser grúa? ¿Qué representa la grúa para el dominico y poeta Antonio Praena, qué proceso de selección le llevó a determinar esa máquina, su simbolismo, por qué esa aspiración, ese anhelo? ¿Qué vio en ella, su altitud paradigma de ascensión al cielo, paraíso, edén celestial? ¿Quizá su función de máquina que soporta la carga –¿de los pecados del hombre en la sociedad actual?- y la traslada hasta el lugar más idóneo; tal vez la idea de refugio y nido de las bandadas de pájaros que vuelan la ciudad en sus migraciones? Por separado o unidos todos los motivos caben en el discurso poético contenido en este poemario galardonado con el XXVI Premio Tiflos de Poesía. El planteamiento textual pasa, inexorablemente, por su carácter místico, quizá no tan hondo y apasionado como lo hallamos en Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús. El misticismo en Praena es más reservado y atemperado, sin negarle su esencia. La cruda realidad que observa a su derredor hace que el verso se revista de humano sentir y vuele trascendido a otros lugares.

De ahí la necesidad del vuelo, de la libertad como el más preciado tesoro; en esa simbología del vuelo, la otredad: «No el ser. / No lo uno. / No lo bello. // Lo otro. // Tú.», en este poema perteneciente a la primera parte del libro “Horas de vuelo”, con referencias constantes y continuadas a los pájaros, cuyo vuelo sigue una vez y otra, en la esperanza del encontrar el camino, o crearlo. Mas el hombre como tal ha de pagar un precio alto en la sociedad actual: conocerá de la soledad y la niebla: «cuando en los centros comerciales estoy solo […], cuando el no de los hombres se consuma / y el sí de Dios es carne aniquilada, / no sé muy bien por qué, / me acuerdo de aquel nido», de la vuelta al hogar (nido) primigenio. Igualmente en “Pájaro de providencia”, el poeta viaja hasta el convento de Santo Domingo (Scala-Coeli) en Córdoba para reunirse con Luis de Góngora y Fray Luis de Granada, y sollozar cuando oye los pájaros, sentir el vaciamiento (Kénosis): «salió del gran silencio para darnos / la eterna condición / que sólo a su bondad pertenecía» o vivir en El tiempo de Planck: «Cero coma (45 ceros) / un segundo después del gran silencio», el tiempo del amor. Praena juega con la palabra y en esa búsqueda incesante prevalecen y se repiten, por su simbolismo: vuelo, pájaros, nido; en otros casos son como luminarias de un tiempo oscuro, o cuando menos, gris. Así en el apartado correspondiente a “Pájaro de esperanza”, la palabra es cercana, cotidiana: «Ha estado en el sicólogo. / Le ha dicho que ya es hora de saltar / del nido, que la vida está en el riesgo, / que rompa el cascarón, estrene alas […] Ha estado en el sicólogo. / Buscaba un poco de aire. // Le ha cobrado 100 euros». Con “El amor a los pájaros”, vuelve a incidir en la necesidad del vuelo (libertad), y con versos heptasílabos nos dice: «Poca cosa es un ala. / Por profundas razones / sabemos todos bien / que sin otra no es nada», en clara correspondencia con su sentido humanista: el hombre solo no es nada, no es si no está en el otro, si no vive en el otro. ¿Es su visión religiosa de la vida o su humano sentir que vive en Dios, la única y verdadera respiración (Ruah)? Praena, de una u otra forma, busca conmoverse en las cosas sencillas que la ciudad ofrece, tal vez una simple grúa: «Me conmueven las grúas en invierno. / Parecen estar vivas y cumplir / su vértigo llenándose de grajos / que bordan en su acero un pentagrama. La esencia de las grúas son las aves / de paso. / Las cruces de este siglo / donde todo se mueve, son las grúas: / inmóviles, calladas, imposibles. […] Las grúas son amigas de los pájaros». Y el recuerdo persiste en salir a la calle, tomar el aire y expandirse desnudo y libre, como así sucede en el poema Tu vientre, que dedica a su madre: ¿Recuerdas la alameda de los pájaros, de los corzos, de Las Vargas, de los años, de tu madre? Conviene señalar de la parte denominada “Stripper” unos versos que nos devuelven al poeta humanista: «aquí soy vuestro hombre porque un hombre / que es pájaro y que es canto y aire mismo / de voces muchas otras y otras alas / concurro a vuestro aliento y me desnudo / de todo lo que soy para ser vuestro». “Écfrasis” sea quizá la parte en la que simbología ocupa un lugar más destacado en poemas como Quizá una golondrina, Anunciación del Prado, Pelícano o :Siempre. Concluye el poemario con un “Prólogo” que es epílogo, o viceversa, y en el que el poeta halla la verdad –su verdad-: «Le aguarda al hombre un tiempo y no depende / de la destreza de sus alas: la más honda / verdad está en el viento». Dos voces en una, la del dominico y la del poeta, el misterio y la cruda realidad son un mismo canto. Y yo añado: también en mis brazos de grúa decenas de pájaros descansan y miran al infinito. La simbología y la mística danzan en el aire, vuelan hacia un cielo azul de mar.
Título: Yo he querido ser grúa muchas veces
Autor: Antonio Praena
Edita: Visor (Madrid, 2ª ed. 2014)





Antonio Praena por José Antonio Santano.


_Por José Antonio Santano

YO HE QUERIDO SER GRÚA MUCHAS VECES

Lo primero que uno se pregunta cuando tienes este poemario entre las manos es la causa, el motivo que llevó a su autor a titularlo así: Yo he querido ser grúa muchas veces. ¿Por qué ese deseo de ser grúa? ¿Qué representa la grúa para el dominico y poeta Antonio Praena, qué proceso de selección le llevó a determinar esa máquina, su simbolismo, por qué esa aspiración, ese anhelo? ¿Qué vio en ella, su altitud paradigma de ascensión al cielo, paraíso, edén celestial? ¿Quizá su función de máquina que soporta la carga –¿de los pecados del hombre en la sociedad actual?- y la traslada hasta el lugar más idóneo; tal vez la idea de refugio y nido de las bandadas de pájaros que vuelan la ciudad en sus migraciones? Por separado o unidos todos los motivos caben en el discurso poético contenido en este poemario galardonado con el XXVI Premio Tiflos de Poesía. El planteamiento textual pasa, inexorablemente, por su carácter místico, quizá no tan hondo y apasionado como lo hallamos en Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús. El misticismo en Praena es más reservado y atemperado, sin negarle su esencia. La cruda realidad que observa a su derredor hace que el verso se revista de humano sentir y vuele trascendido a otros lugares.

De ahí la necesidad del vuelo, de la libertad como el más preciado tesoro; en esa simbología del vuelo, la otredad: «No el ser. / No lo uno. / No lo bello. // Lo otro. // Tú.», en este poema perteneciente a la primera parte del libro “Horas de vuelo”, con referencias constantes y continuadas a los pájaros, cuyo vuelo sigue una vez y otra, en la esperanza del encontrar el camino, o crearlo. Mas el hombre como tal ha de pagar un precio alto en la sociedad actual: conocerá de la soledad y la niebla: «cuando en los centros comerciales estoy solo […], cuando el no de los hombres se consuma / y el sí de Dios es carne aniquilada, / no sé muy bien por qué, / me acuerdo de aquel nido», de la vuelta al hogar (nido) primigenio. Igualmente en “Pájaro de providencia”, el poeta viaja hasta el convento de Santo Domingo (Scala-Coeli) en Córdoba para reunirse con Luis de Góngora y Fray Luis de Granada, y sollozar cuando oye los pájaros, sentir el vaciamiento (Kénosis): «salió del gran silencio para darnos / la eterna condición / que sólo a su bondad pertenecía» o vivir en El tiempo de Planck: «Cero coma (45 ceros) / un segundo después del gran silencio», el tiempo del amor. Praena juega con la palabra y en esa búsqueda incesante prevalecen y se repiten, por su simbolismo: vuelo, pájaros, nido; en otros casos son como luminarias de un tiempo oscuro, o cuando menos, gris. Así en el apartado correspondiente a “Pájaro de esperanza”, la palabra es cercana, cotidiana: «Ha estado en el sicólogo. / Le ha dicho que ya es hora de saltar / del nido, que la vida está en el riesgo, / que rompa el cascarón, estrene alas […] Ha estado en el sicólogo. / Buscaba un poco de aire. // Le ha cobrado 100 euros». Con “El amor a los pájaros”, vuelve a incidir en la necesidad del vuelo (libertad), y con versos heptasílabos nos dice: «Poca cosa es un ala. / Por profundas razones / sabemos todos bien / que sin otra no es nada», en clara correspondencia con su sentido humanista: el hombre solo no es nada, no es si no está en el otro, si no vive en el otro. ¿Es su visión religiosa de la vida o su humano sentir que vive en Dios, la única y verdadera respiración (Ruah)? Praena, de una u otra forma, busca conmoverse en las cosas sencillas que la ciudad ofrece, tal vez una simple grúa: «Me conmueven las grúas en invierno. / Parecen estar vivas y cumplir / su vértigo llenándose de grajos / que bordan en su acero un pentagrama. La esencia de las grúas son las aves / de paso. / Las cruces de este siglo / donde todo se mueve, son las grúas: / inmóviles, calladas, imposibles. […] Las grúas son amigas de los pájaros». Y el recuerdo persiste en salir a la calle, tomar el aire y expandirse desnudo y libre, como así sucede en el poema Tu vientre, que dedica a su madre: ¿Recuerdas la alameda de los pájaros, de los corzos, de Las Vargas, de los años, de tu madre? Conviene señalar de la parte denominada “Stripper” unos versos que nos devuelven al poeta humanista: «aquí soy vuestro hombre porque un hombre / que es pájaro y que es canto y aire mismo / de voces muchas otras y otras alas / concurro a vuestro aliento y me desnudo / de todo lo que soy para ser vuestro». “Écfrasis” sea quizá la parte en la que simbología ocupa un lugar más destacado en poemas como Quizá una golondrina, Anunciación del Prado, Pelícano o :Siempre. Concluye el poemario con un “Prólogo” que es epílogo, o viceversa, y en el que el poeta halla la verdad –su verdad-: «Le aguarda al hombre un tiempo y no depende / de la destreza de sus alas: la más honda / verdad está en el viento». Dos voces en una, la del dominico y la del poeta, el misterio y la cruda realidad son un mismo canto. Y yo añado: también en mis brazos de grúa decenas de pájaros descansan y miran al infinito. La simbología y la mística danzan en el aire, vuelan hacia un cielo azul de mar.
Título: Yo he querido ser grúa muchas veces
Autor: Antonio Praena
Edita: Visor (Madrid, 2ª ed. 2014)





Antonio Praena. Yo he querido ser grúa muchas veces


_Por José Antonio Santano

YO HE QUERIDO SER GRÚA MUCHAS VECES

Lo primero que uno se pregunta cuando tienes este poemario entre las manos es la causa, el motivo que llevó a su autor a titularlo así: Yo he querido ser grúa muchas veces. ¿Por qué ese deseo de ser grúa? ¿Qué representa la grúa para el dominico y poeta Antonio Praena, qué proceso de selección le llevó a determinar esa máquina, su simbolismo, por qué esa aspiración, ese anhelo? ¿Qué vio en ella, su altitud paradigma de ascensión al cielo, paraíso, edén celestial? ¿Quizá su función de máquina que soporta la carga –¿de los pecados del hombre en la sociedad actual?- y la traslada hasta el lugar más idóneo; tal vez la idea de refugio y nido de las bandadas de pájaros que vuelan la ciudad en sus migraciones? Por separado o unidos todos los motivos caben en el discurso poético contenido en este poemario galardonado con el XXVI Premio Tiflos de Poesía. El planteamiento textual pasa, inexorablemente, por su carácter místico, quizá no tan hondo y apasionado como lo hallamos en Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús. El misticismo en Praena es más reservado y atemperado, sin negarle su esencia. La cruda realidad que observa a su derredor hace que el verso se revista de humano sentir y vuele trascendido a otros lugares.

De ahí la necesidad del vuelo, de la libertad como el más preciado tesoro; en esa simbología del vuelo, la otredad: «No el ser. / No lo uno. / No lo bello. // Lo otro. // Tú.», en este poema perteneciente a la primera parte del libro “Horas de vuelo”, con referencias constantes y continuadas a los pájaros, cuyo vuelo sigue una vez y otra, en la esperanza del encontrar el camino, o crearlo. Mas el hombre como tal ha de pagar un precio alto en la sociedad actual: conocerá de la soledad y la niebla: «cuando en los centros comerciales estoy solo […], cuando el no de los hombres se consuma / y el sí de Dios es carne aniquilada, / no sé muy bien por qué, / me acuerdo de aquel nido», de la vuelta al hogar (nido) primigenio. Igualmente en “Pájaro de providencia”, el poeta viaja hasta el convento de Santo Domingo (Scala-Coeli) en Córdoba para reunirse con Luis de Góngora y Fray Luis de Granada, y sollozar cuando oye los pájaros, sentir el vaciamiento (Kénosis): «salió del gran silencio para darnos / la eterna condición / que sólo a su bondad pertenecía» o vivir en El tiempo de Planck: «Cero coma (45 ceros) / un segundo después del gran silencio», el tiempo del amor. Praena juega con la palabra y en esa búsqueda incesante prevalecen y se repiten, por su simbolismo: vuelo, pájaros, nido; en otros casos son como luminarias de un tiempo oscuro, o cuando menos, gris. Así en el apartado correspondiente a “Pájaro de esperanza”, la palabra es cercana, cotidiana: «Ha estado en el sicólogo. / Le ha dicho que ya es hora de saltar / del nido, que la vida está en el riesgo, / que rompa el cascarón, estrene alas […] Ha estado en el sicólogo. / Buscaba un poco de aire. // Le ha cobrado 100 euros». Con “El amor a los pájaros”, vuelve a incidir en la necesidad del vuelo (libertad), y con versos heptasílabos nos dice: «Poca cosa es un ala. / Por profundas razones / sabemos todos bien / que sin otra no es nada», en clara correspondencia con su sentido humanista: el hombre solo no es nada, no es si no está en el otro, si no vive en el otro. ¿Es su visión religiosa de la vida o su humano sentir que vive en Dios, la única y verdadera respiración (Ruah)? Praena, de una u otra forma, busca conmoverse en las cosas sencillas que la ciudad ofrece, tal vez una simple grúa: «Me conmueven las grúas en invierno. / Parecen estar vivas y cumplir / su vértigo llenándose de grajos / que bordan en su acero un pentagrama. La esencia de las grúas son las aves / de paso. / Las cruces de este siglo / donde todo se mueve, son las grúas: / inmóviles, calladas, imposibles. […] Las grúas son amigas de los pájaros». Y el recuerdo persiste en salir a la calle, tomar el aire y expandirse desnudo y libre, como así sucede en el poema Tu vientre, que dedica a su madre: ¿Recuerdas la alameda de los pájaros, de los corzos, de Las Vargas, de los años, de tu madre? Conviene señalar de la parte denominada “Stripper” unos versos que nos devuelven al poeta humanista: «aquí soy vuestro hombre porque un hombre / que es pájaro y que es canto y aire mismo / de voces muchas otras y otras alas / concurro a vuestro aliento y me desnudo / de todo lo que soy para ser vuestro». “Écfrasis” sea quizá la parte en la que simbología ocupa un lugar más destacado en poemas como Quizá una golondrina, Anunciación del Prado, Pelícano o :Siempre. Concluye el poemario con un “Prólogo” que es epílogo, o viceversa, y en el que el poeta halla la verdad –su verdad-: «Le aguarda al hombre un tiempo y no depende / de la destreza de sus alas: la más honda / verdad está en el viento». Dos voces en una, la del dominico y la del poeta, el misterio y la cruda realidad son un mismo canto. Y yo añado: también en mis brazos de grúa decenas de pájaros descansan y miran al infinito. La simbología y la mística danzan en el aire, vuelan hacia un cielo azul de mar.
Título: Yo he querido ser grúa muchas veces
Autor: Antonio Praena
Edita: Visor (Madrid, 2ª ed. 2014)


Antonio Praena. Yo he querido ser grúa muchas veces


_Por José Antonio Santano

YO HE QUERIDO SER GRÚA MUCHAS VECES

Lo primero que uno se pregunta cuando tienes este poemario entre las manos es la causa, el motivo que llevó a su autor a titularlo así: Yo he querido ser grúa muchas veces. ¿Por qué ese deseo de ser grúa? ¿Qué representa la grúa para el dominico y poeta Antonio Praena, qué proceso de selección le llevó a determinar esa máquina, su simbolismo, por qué esa aspiración, ese anhelo? ¿Qué vio en ella, su altitud paradigma de ascensión al cielo, paraíso, edén celestial? ¿Quizá su función de máquina que soporta la carga –¿de los pecados del hombre en la sociedad actual?- y la traslada hasta el lugar más idóneo; tal vez la idea de refugio y nido de las bandadas de pájaros que vuelan la ciudad en sus migraciones? Por separado o unidos todos los motivos caben en el discurso poético contenido en este poemario galardonado con el XXVI Premio Tiflos de Poesía. El planteamiento textual pasa, inexorablemente, por su carácter místico, quizá no tan hondo y apasionado como lo hallamos en Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús. El misticismo en Praena es más reservado y atemperado, sin negarle su esencia. La cruda realidad que observa a su derredor hace que el verso se revista de humano sentir y vuele trascendido a otros lugares.

De ahí la necesidad del vuelo, de la libertad como el más preciado tesoro; en esa simbología del vuelo, la otredad: «No el ser. / No lo uno. / No lo bello. // Lo otro. // Tú.», en este poema perteneciente a la primera parte del libro “Horas de vuelo”, con referencias constantes y continuadas a los pájaros, cuyo vuelo sigue una vez y otra, en la esperanza del encontrar el camino, o crearlo. Mas el hombre como tal ha de pagar un precio alto en la sociedad actual: conocerá de la soledad y la niebla: «cuando en los centros comerciales estoy solo […], cuando el no de los hombres se consuma / y el sí de Dios es carne aniquilada, / no sé muy bien por qué, / me acuerdo de aquel nido», de la vuelta al hogar (nido) primigenio. Igualmente en “Pájaro de providencia”, el poeta viaja hasta el convento de Santo Domingo (Scala-Coeli) en Córdoba para reunirse con Luis de Góngora y Fray Luis de Granada, y sollozar cuando oye los pájaros, sentir el vaciamiento (Kénosis): «salió del gran silencio para darnos / la eterna condición / que sólo a su bondad pertenecía» o vivir en El tiempo de Planck: «Cero coma (45 ceros) / un segundo después del gran silencio», el tiempo del amor. Praena juega con la palabra y en esa búsqueda incesante prevalecen y se repiten, por su simbolismo: vuelo, pájaros, nido; en otros casos son como luminarias de un tiempo oscuro, o cuando menos, gris. Así en el apartado correspondiente a “Pájaro de esperanza”, la palabra es cercana, cotidiana: «Ha estado en el sicólogo. / Le ha dicho que ya es hora de saltar / del nido, que la vida está en el riesgo, / que rompa el cascarón, estrene alas […] Ha estado en el sicólogo. / Buscaba un poco de aire. // Le ha cobrado 100 euros». Con “El amor a los pájaros”, vuelve a incidir en la necesidad del vuelo (libertad), y con versos heptasílabos nos dice: «Poca cosa es un ala. / Por profundas razones / sabemos todos bien / que sin otra no es nada», en clara correspondencia con su sentido humanista: el hombre solo no es nada, no es si no está en el otro, si no vive en el otro. ¿Es su visión religiosa de la vida o su humano sentir que vive en Dios, la única y verdadera respiración (Ruah)? Praena, de una u otra forma, busca conmoverse en las cosas sencillas que la ciudad ofrece, tal vez una simple grúa: «Me conmueven las grúas en invierno. / Parecen estar vivas y cumplir / su vértigo llenándose de grajos / que bordan en su acero un pentagrama. La esencia de las grúas son las aves / de paso. / Las cruces de este siglo / donde todo se mueve, son las grúas: / inmóviles, calladas, imposibles. […] Las grúas son amigas de los pájaros». Y el recuerdo persiste en salir a la calle, tomar el aire y expandirse desnudo y libre, como así sucede en el poema Tu vientre, que dedica a su madre: ¿Recuerdas la alameda de los pájaros, de los corzos, de Las Vargas, de los años, de tu madre? Conviene señalar de la parte denominada “Stripper” unos versos que nos devuelven al poeta humanista: «aquí soy vuestro hombre porque un hombre / que es pájaro y que es canto y aire mismo / de voces muchas otras y otras alas / concurro a vuestro aliento y me desnudo / de todo lo que soy para ser vuestro». “Écfrasis” sea quizá la parte en la que simbología ocupa un lugar más destacado en poemas como Quizá una golondrina, Anunciación del Prado, Pelícano o :Siempre. Concluye el poemario con un “Prólogo” que es epílogo, o viceversa, y en el que el poeta halla la verdad –su verdad-: «Le aguarda al hombre un tiempo y no depende / de la destreza de sus alas: la más honda / verdad está en el viento». Dos voces en una, la del dominico y la del poeta, el misterio y la cruda realidad son un mismo canto. Y yo añado: también en mis brazos de grúa decenas de pájaros descansan y miran al infinito. La simbología y la mística danzan en el aire, vuelan hacia un cielo azul de mar.
Título: Yo he querido ser grúa muchas veces
Autor: Antonio Praena
Edita: Visor (Madrid, 2ª ed. 2014)


SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986