LOS
ÉXODOS, LOS EXILIOS
La
palabra es vuelo en la mirada del poeta, migración continua de un
lado a otro, la patria en sí misma; es tránsito, agitación o
estremecimiento, oscuridad y luz a un tiempo, edén y abismo,
misterio y magia, alma luciérnaga en la noche, canción liberadora,
voz abrazo, eco de nombres, celeste música de madrugada. El poeta es
palabra en su esencia, peregrino siempre, buscador de su brillo,
alfarero de sus silencios, incansable pregonero de sus trinos. Esto
es lo que uno siente cuando se acerca a la palabra poética de
Alfredo Pérez Alencart. Y lo digo sin ambages, pues conocí su
poesía antes que al poeta, advertí en sus versos la pureza, la
esencialidad de la palabra libre y desnuda. Y desnudo me adentré en
los poemas, sin tener en cuenta otros elementos que no fueran los
derivados estrictamente de su lectura.
La creación poética es un
acto de amor, la entrega definitiva al otro a través del yo poético,
una búsqueda incansable de lo desconocido, del misterio latente en
cada palabra, un continuo abismarse en el origen de la nada o el
vacío, del silencio de la oscuridad o el temblor primero de la luz.
“Los éxodos, los exilios (1994-2014)” es la última
entrega del poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart (Puerto
Maldonado, Perú, 1962) y profesor del Derecho del Trabajo en la
Universidad de Salamanca. En “Los éxodos, los exilios” (Libro
primero), el poeta es recurrente con la anáfora (también aparecerá
en los siguientes libros, junto a otros elementos formales como el
encabalgamiento, versolibrismo, riqueza léxica, uso de neologismos,
entre otros) en un deseo continuo de significar la esencia del
discurso poético Toma Pérez Alencart las palabras de Gabriel García
Márquez cuando dijo: “Yo sí me he sentido extranjero en todas
partes”, para dar título al libro segundo: “Extranjero en todas
partes”. Tal vez sea el poema “Doblemundo” la clave de estas
secuencias vivenciales del poeta en este canto segundo al mostrarnos
su visión dual de transterrado, de ese sentirse “de aquí” y “de
allí” a un tiempo, y que viene a confirmar, una vez más, la
universalidad de su palabra poética:
«Aquí como allí /
reconocieron que migré
/ por páramos y selvas
/ con un mismo verbo
/ agradecido».
En el libro tercero, “Brújulas para otra tierra”,
el poeta traza un nuevo itinerario, en el que mantiene un diálogo
permanente con todas las patrias que le habitan y siente poseer como
legado de los ancestros, o así al menos, lo pretende en el poema
“Descubrimiento de España”, cuando escribe: «Me conmueve pisar
un suelo donde no nací / pero cuya pertenencia reivindico / por la
rotunda emigración de los ancestros». Con cita de Rubén Darío:
“Soy un hijo de América, soy un nieto de España”, y del propio
poeta: “Yo mucho los quiero, / pero en Barajas / me llamaron
extranjero”, se inicia la cuarta travesía, el canto cuarto
“Pasajero de Indias”, centrado en la tierra del orbayu y la
bruma, de la manzana embriagadora, del carbón y su luto, de la
piedra y la magia de sus prados, de los atormentados ríos y los
misteriosos bosques, del lugar y la casa del abuelo Alfredo Pérez
Fernández, español de Asturias. Con “Cánticos de la frontera”
(Libro quinto) concluye esta magna obra de Pérez Alencart. En su
poema inicial, una variación de otro incluido en el libro primero,
el poeta vuelve a la idea del “hombre es lobo para el hombre”,
como un eco que se repite constantemente: guerras, persecuciones,
hambre, desesperanza, miedo y desesperación, por no haber aprendido
suficientemente la lección de entrega al otro, del amor sin
condiciones, de la fraternidad y solidaridad humanas. Pérez Alencart
es un soñador que cada día construye sueños sobre la vasta y ajada
realidad, de ahí que vuelva al edén de los sueños, a la inocencia,
al candor de la infancia y el lenguaje: “Mi infancia y madurez /
crecen sobre dos idiomas: / el castellano y el portugués” escribe
el poeta. Clara evidencia la del amor en la poesía de Pérez
Alencart, de un amor que colma con su luz al desvalido, que sana sus
heridas y reconforta su alma como si de un sagrado maná se tratase:
“Creo en el maná que veo en la mano del Amor”, sentencia el
último verso de Los éxodos, los exilios, obra de madurez,
vital, plena, lúcida, inmensa, del poeta peruano-español Alfredo
Pérez Alencart, una de las voces más sólidas y brillantes de la
poesía iberoamericana contemporánea.
Título:
Los éxodos, los exilios
Autor:
Alfredo Pérez Alencart
Edita:
Universidad San Martín de Porres (Perú, 2015)