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ALEJANDRO LÓPEZ ANDRADA. "Entre ZARZAS y ASFALTO"


 

Entre zarzas y asfalto




No es fácil hallar en el panorama de las letras españolas voces que se distingan y distingan la literatura actual, voces capaces de alzar el vuelo por los vericuetos de la creación y con especial énfasis en el lenguaje hacer que el lector sienta un cierto temblor, un escalofrío que vaya de los pies a la cabeza. Cada autor posee una voz, sin duda, pero esa voz para ser distinguida del resto ha de tener unas características especiales, sea mediante el uso de un lenguaje brillante, una determinada temática, defensa de los valores humanos, exposición de su mundo interior o cualesquiera otra razón que pueda marcar el estilo, que es a fin de cuentas lo que distingue a uno de otros autores. En el caso que nos ocupa esta semana hallamos dos elementos fundamentales que distinguen al autor de "Entre zarzas y asfalto", Alejandro López Andrada (Villanueva del Duque, 1957): el lenguaje, expresión del conocimiento y la experiencia vital, y, por otra parte, la Naturaleza, su defensa a ultranza del mundo rural, de ese universo que el progreso ha anulado en muchos casos y que López Andrada no está dispuesto a aceptar. La vida, en su conjunto, tanto la personal como la literaria en Alejandro López no puede entenderse sin la Naturaleza y su relación con ella. De tal forma que desde sus inicios y hasta la actualidad no hay página escrita por él que no muestre esa relación casi pasional del hombre con la tierra, del poeta con la Naturaleza: mirlos, acacias, chopos, olivos, viento, ruiseñores, etc, o en el recuerdo trascendido de la infancia: «Se mezclan los olores del silencio, porque el silencio siempre tiene aroma: a veces huele a fruta corrompida en las cenizas del oscurecer. 

ENTRE ZARZAS Y ASFALTO



Otras, en cambio, huele al resplandor feliz de la vainilla en las despensas secretas de la infancia». Ahora en "Entre zarzas y asfalto" ese mundo interior toma la palabra para describir las sensaciones que el poeta y escritor siente cuando opone, consecuencia de otro tiempo vivencial, lo vivido en el pueblo (zarzas, el dolor de las pérdidas) y en la ciudad (asfalto, negritud desesperanzadora). Dos mundos opuestos por naturaleza que López Andrada, con la sensibilidad que lo distingue, nos muestra con asombrosa maestría, incluso con belleza aquello que no la posee, virtud que lo asiste siempre en su ya larga trayectoria literaria. Desde la ciudad, con un tono de nostalgia sobrecogedor el campo, la tierra, los recuerdos familiares en las figuras del padre, de la madre o del abuelo, también de los amigos, se mezclan y complementan en esa visión humanista de la vida que López Andrada no abandona nunca. La ciudad de Córdoba está muy presente en este libro, tanto sus luces: «El cielo en la Mezquita es un violín. Qué paz la de los chopos sobre mi alma. Me acerco al resplandor de la Ribera, llena de cormoranes y grajillas abriendo pasadizos junto al agua, pespunteando el río con su amor», como también sus sombras, la miseria: «Voy por la ciudad como una sombra artrítica y romántica. Circundan mi silencio las farolas. En la sotana lánguida del viento un vagabundo anciano busca abrigo. En un contenedor echo mi olvido, me hundo en mí mismo y vuelvo a caminar». No sé si el autor ha sido consciente o no del hecho de que forman la estructura del libro tres parte diferenciadas: el invierno, el otoño y el verano, y sin embargo olvida la cuarta estación, la primavera, ¿quizá por ese creciente pesimismo que advertimos en su condición de hombre y de poeta ante la realidad que vive? López Andrada evita la primavera, esa estación del nacimiento, de la celebración de la luz y el color, de la vida que palpita en cada ser del universo, pero no por ello asistimos a su total desvalimiento. Aún así, aunque no haya referencia expresa a esa primavera, existe en él su esencia, sobre todo en las cosas sencillas: «Cómo no ser humilde en estos campos. Debajo, entre mis pies, desordenada, huye mi alma, en paz con las hormigas, remonta el vuelo y sube hasta el nogal donde la noche es la viuda de un pastor, el velo angélico de la sencillez». "Entre zarzas y asfalto" no es un libro más, es un libro de madurez, de la experiencia sometida a continua análisis, del dolor de lo ausente y lo presente, del amor, de la vida al fin y al cabo que relumbra en la palabra de López Andrada. El hombre y el poeta, inseparables, regresan al origen, al fuego y a la luz del aire entre los chopos, vuela hacia la altura o desciende hasta el vacío: «…qué enorme es el vacío en que me hallo mientras se alejan solas mis pisadas dentro de mí, hollando la ciudad en el silencio, abriendo en las aceras, viudas de luna, círculos de amor». El amor, siempre esperanza en la singular voz de Alejandro López Andrada.



Alejandro López Andrada. Berenice (Córdoba, 2016)

SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

ALTA LUCIÉRNAGA.  2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

Marparaíso.2019

Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

Antología de poesía.2018
Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986