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Reseña de José Antonio Santano sobre CONCIERTO DE CONTRARIOS
Reseña de José Antonio Santano sobre CONCIERTO DE CONTRARIOS
CONCIERTO DE CONTRARIOS. Reseña por José Antonio Santano
A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”.
CONCIERTO DE CONTRARIOS. Reseña por José Antonio Santano
A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”.
Yo soy todos los besos que nunca pude darte
Yo soy todos los besos que nunca pude darte
BOABDIL. EL PRÍNCIPE DEL DÍA Y DE LA NOCHE
La exhumación de los reyes se convierte en el hilo conductor de la narración y Boabdil será la voz que nos acerque a su conocimiento. Es el azadón en la tierra húmeda que se hiende para desenterrar el pasado, también su destino: «¿Y qué hacer con tantos muertos; me pregunta alguien; no sé, no los distingo con esta oscuridad. Habría que arrimar el farol a sus caras, y aun así no distinguiría a tantos muertos…Ponen las momias unas sobre otras haciendo pared, una hilera de varios hacia un lado, la siguiente atrevesada. Es un muro compacto; si los dejáramos ahí fermentarían sus huesos y fraguarían en cemento. Me llevo sólo los más ilustres. Los cristianos los profanarían, luego de saquearlos. Los demás mandaré los dispersen por cárcavas del monte, en las cercanías del palacia al-Hijar, Alijares. Estos muertos son míos. Y de Granada». La voz narrativa de la segunda será la del anciano Ibrahim Eleazar al-Sabbagh, quien nada tuvo: «Ni cristiano ni moro soy, como ni hombre ni mujer. Todo me lo quitaron, nada me han dejado. Por esto, sé. Y por saber, soy. Todo me lo quitaron menos el sello que cerraba mis labios. Este sello a mi boca me lo arrebato yo. Yo soy quien se lo quita ahora». Dos enfoques narrativos para una mismo hecho, una misma historia, que hacen de esta novela una obra singular, por cuanto amalgama erudición y emoción, la fuerza indiscutible del lenguaje y una asombrosa capacidad para crear belleza. Una obra magistral que conmoverá sin duda alguna al lector que se acerque a sus páginas. Antonio Enrique ha escrito tal vez la novela de sus sueños, la que habitó siempre en su corazón y en el de la Alhambra, donde un día ya lejano alcanzó la felicidad toda.
BOABDIL. EL PRÍNCIPE DEL DÍA Y DE LA NOCHE
La exhumación de los reyes se convierte en el hilo conductor de la narración y Boabdil será la voz que nos acerque a su conocimiento. Es el azadón en la tierra húmeda que se hiende para desenterrar el pasado, también su destino: «¿Y qué hacer con tantos muertos; me pregunta alguien; no sé, no los distingo con esta oscuridad. Habría que arrimar el farol a sus caras, y aun así no distinguiría a tantos muertos…Ponen las momias unas sobre otras haciendo pared, una hilera de varios hacia un lado, la siguiente atrevesada. Es un muro compacto; si los dejáramos ahí fermentarían sus huesos y fraguarían en cemento. Me llevo sólo los más ilustres. Los cristianos los profanarían, luego de saquearlos. Los demás mandaré los dispersen por cárcavas del monte, en las cercanías del palacia al-Hijar, Alijares. Estos muertos son míos. Y de Granada». La voz narrativa de la segunda será la del anciano Ibrahim Eleazar al-Sabbagh, quien nada tuvo: «Ni cristiano ni moro soy, como ni hombre ni mujer. Todo me lo quitaron, nada me han dejado. Por esto, sé. Y por saber, soy. Todo me lo quitaron menos el sello que cerraba mis labios. Este sello a mi boca me lo arrebato yo. Yo soy quien se lo quita ahora». Dos enfoques narrativos para una mismo hecho, una misma historia, que hacen de esta novela una obra singular, por cuanto amalgama erudición y emoción, la fuerza indiscutible del lenguaje y una asombrosa capacidad para crear belleza. Una obra magistral que conmoverá sin duda alguna al lector que se acerque a sus páginas. Antonio Enrique ha escrito tal vez la novela de sus sueños, la que habitó siempre en su corazón y en el de la Alhambra, donde un día ya lejano alcanzó la felicidad toda.
INGRID VELENCIA. OSCÚRAME
INGRID VELENCIA. OSCÚRAME
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VERSOS CONTRA VIRUS.
SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
ALTA LUCIÉRNAGA. 2021
Dos orillas.2020
Marparaíso.2019
TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014
ISBN: 13: 978-84-942992-3-0
Clasificación: Poesía.
Tamaño: 14x21 cm
Idioma de publicación: Castellano
Edición: 1ª Ed.1ª Impr.
Fecha de impresión: Noviembre 2014
Encuadernación: Rústica con solapa
Páginas: 104
PVP: 12€
Colección: Daraxa
José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.
Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.
José Cabrera Martos