Tal
y como había dicho en la primera entrega sobre la poesía que hoy se
escribe en tierras de Aragón, continuamos con siete libritos más,
menores solo por su tamaño, pero no por su contenido. Sigue esta
segunda entrega la estela de la primera en cuanto a la importancia de
los autores que reseñamos y de la editorial que publica los textos,
Olifante, en esta ocasión a través de su colección “Papeles del
Trasmoz”. Es la poesía aragonesa actual un oasis entre tanta otra
banal y plana, que deja al lector indiferente, cosa que no pasa con
los poetas y las poetas que a continuación iremos citando. Al menos
la poesía aragonesa objeto de atención determina una reflexión
continua, un pensar incesante hasta construir un discurso poético
dinámico y diferente de la poesía hegemónica actual. Ahondan estos
poetas en el conocimiento y la emoción, produciéndose así aquello
que nuestra María Zambrano llamó el “temblor” necesario de toda
la poesía que así se precie, como sucede con este ramillete de
poetas que hoy traigo a este escaparate. Con un generoso prólogo de
la también poeta Inés Ramón, la propuesta de Juan Alonso
(Zaragoza, 1964) toma por título “Oniros” palabra que en la
mitología griega representa las personificaciones del sueño. Pero
también y según su prologuista los “instrumentos estéticos de
que se vale su autor son dos: el humor y la ironía”. Añade
Mariano Anós (Zaragoza, 1945) a esta poesía aragonesa que se
escribe hoy, rigor y coherencias, contundencia expresiva que se
constata en sus determinantes versos de arte menor, que convierte en
excelencia, en una suerte de mística humanista: «Al
despierto le sobra / la espuma del sueño. / Calcula el hueso, / lo
que perdió, la fábrica / de humo dibujada / por mano ardiendo. / La
noche calla. Música». Nos presenta Mikel Arilla (Tudela, 1987) su
ópera prima “En la
ciudad sin mar”, con prólogo de José Javier Alfaro Calvo quien
nos adelanta que «Mikel Arilla nos acerca muchas de sus inquietudes
y cosmovisiones». Y así es, en esta su primera obra poética
Arilla, en esa búsqueda por una voz personal e intransferible bucea
en la cotidianidad para engrandecerla con la palabra en un tiempo que
se escapa, que huye o se esconde en los silencios: «Un lugar sin
pasado. / Una luz cincelada / con la arenisca de la ciega Historia. /
Y apareciste sola y envuelta al mismo / tiempo».
La poeta Julia Piera (Madrid, 1970) es una de las voces más
interesantes del panorama poético español. En este corto pero
suculento poemario Piera nos propo,ne un viaje a la poesía, esa que
agita y proporciona un continuo despertar de los sentidos, de la
emoción, con sus versos nos obsequia, como estos pertenecientes al
poema “Y abre un texto”, dedicado a la poeta malagueña María
Victoria Atencia: «Unos
acordes de guitara clásica, suaves / y precisos, se escuchan en la
cubierta del / transatlántico. Subimos la escalera atraídas / por
la música. Las notas huelen a mar, / a viento, a sales. Acariciamos
el perfil / de las caracolas, las olivinas que la poeta / consagrada
nos entrega en su diminuto / estuche de coral. Refulgen». De
Colombia nos llega la voz de Lilián Pallares (Barranquete, 1976),
que recibiera en 2017 la XIV distinción Poetas de Otros
Mundos y concedida por el Fondo
Poético Internacional. “Bestial” es el título de su obra y una
muestra singular, y de la fuerza con que escribe esta poeta
colombiana, los siguientes versos: «-Siempre estaré contigo- /
dijiste mientras cruzabas aquel / pasadizo de sombras. / Tu voz me
hablaba, / yo a ciegas la seguía, / como quien persigue un astro /
en la soledad del desierto». Y para concluir este viaje a la poesía
aragonesa o publicada en Aragón, regresamos con la voz del poeta
zaragozano Mariano Zaro, con un texto que titula “Padre Tierra.
Poema en 28 fragmentos”. La obra de Zaro está escrita en lengua
castellana e inglés, ha sido incluidos en antologías tales commo
Monster Verse, Wide
Awake o The Coiled
Serpentregre, además de ser
profesor de español en Rio Hondo Community College (California). En
este regreso a la tierra “padre” Zaro nos devuelve los aromas y
la palabra que aún tiembla en los senderos de la luz y los árboles,
de la casa primigenia, de los objetos, de la vida: «Cañas y árboles
tiemblan, / Padre. Tú nunca dices árboles, / dices cerezo, abedul,
manzano, / roble, castaño. // Cada árbol / tiene su nombre / y su
pena / como los hijos». He querido dejar para el final a quien es
autora del libro “Una carta de amor como un disparo. Moncayo.
Moncayo”, Trinidad Ruiz Marcellán, y también responsable de este
proyecto editorial que ya ha cumplido 40 años de vida bajo la tutela
y esmerado cuidado de su persona. No obstante, solo escribiré de
ella como poeta, aunque conviene antes decir que fue, con Marcelo
Reyes fundadora y directora de los Festivales Internacionales de
Poesía Moncayo y el Premio Internacional de Poesía de Miedo, como
también la creadora de la Casa del Poeta de Trasmoz y la Ruta de los
Hermanos Bécquer. Autora de un libro anterior que comenté en su día
“Traducción del silencio”, en el que una voz segura se adentraba
en el corazón de la soledad y sus silencios para alzar el vuelo
hacia los montes y los prados, los ríos y los bosques que siempre
nacen en el alma del poeta. El que ahora nos presenta, “Una carta
de amor como un disparo”, contiene muchos recursos del anterior, y
siendo la soledad la que nos invita a recorrer una geografía de
árboles, en cada uno la poeta advierte una luz distinta, colores y
silencios diferentes, todo el amor desprendido tras la pérdida, su
gran pérdida. Por ello esta carta: «Toda carta de amor es un
disparo / que da o quita la vida. / Toda carta de amor es un disparo
/ que agita la arboleda de la razón. / Es un trueno de paz, es un
relámpago. / Toda carta de amor es un torrente / que se desborda al
llegar al corazón». Y así su vida en ese territorio que todo poeta
crea en su interior, inexpugnable castillo, sagrado paisaje, como lo
es el Moncayo: «He mirado al Moncayo / y me ha devuelto misterio»,
y por eso se pregunta insistente: «¿Seré capaz de dar a los demás
/ cuanto la vida ha inventado en mí?». En ese territorio misterioso
del Moncayo, donde la vida transcurre plena y el silencio grita entre
todos los árboles existentes, la poeta mira al mundo en su total
desnudez hasta descubrir que de todo solo queda el amor: «Descubro /
la película muda que fui / cuando la montaña y el universo quedaban
atrás. / También el sol quedó atrás. / Y si en la despedida / se
nos lleva el viento / no te atrevas a olvidarme. / Regresa del final
de la tierra / con mirada de océano». Es el triunfo del amor y sus
silencios, el inagotable amor a la vida de Trinidad Ruiz
Marcellán. Buscar este blog
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POESÍA ARAGONESA II
Tal
y como había dicho en la primera entrega sobre la poesía que hoy se
escribe en tierras de Aragón, continuamos con siete libritos más,
menores solo por su tamaño, pero no por su contenido. Sigue esta
segunda entrega la estela de la primera en cuanto a la importancia de
los autores que reseñamos y de la editorial que publica los textos,
Olifante, en esta ocasión a través de su colección “Papeles del
Trasmoz”. Es la poesía aragonesa actual un oasis entre tanta otra
banal y plana, que deja al lector indiferente, cosa que no pasa con
los poetas y las poetas que a continuación iremos citando. Al menos
la poesía aragonesa objeto de atención determina una reflexión
continua, un pensar incesante hasta construir un discurso poético
dinámico y diferente de la poesía hegemónica actual. Ahondan estos
poetas en el conocimiento y la emoción, produciéndose así aquello
que nuestra María Zambrano llamó el “temblor” necesario de toda
la poesía que así se precie, como sucede con este ramillete de
poetas que hoy traigo a este escaparate. Con un generoso prólogo de
la también poeta Inés Ramón, la propuesta de Juan Alonso
(Zaragoza, 1964) toma por título “Oniros” palabra que en la
mitología griega representa las personificaciones del sueño. Pero
también y según su prologuista los “instrumentos estéticos de
que se vale su autor son dos: el humor y la ironía”. Añade
Mariano Anós (Zaragoza, 1945) a esta poesía aragonesa que se
escribe hoy, rigor y coherencias, contundencia expresiva que se
constata en sus determinantes versos de arte menor, que convierte en
excelencia, en una suerte de mística humanista: «Al
despierto le sobra / la espuma del sueño. / Calcula el hueso, / lo
que perdió, la fábrica / de humo dibujada / por mano ardiendo. / La
noche calla. Música». Nos presenta Mikel Arilla (Tudela, 1987) su
ópera prima “En la
ciudad sin mar”, con prólogo de José Javier Alfaro Calvo quien
nos adelanta que «Mikel Arilla nos acerca muchas de sus inquietudes
y cosmovisiones». Y así es, en esta su primera obra poética
Arilla, en esa búsqueda por una voz personal e intransferible bucea
en la cotidianidad para engrandecerla con la palabra en un tiempo que
se escapa, que huye o se esconde en los silencios: «Un lugar sin
pasado. / Una luz cincelada / con la arenisca de la ciega Historia. /
Y apareciste sola y envuelta al mismo / tiempo».
La poeta Julia Piera (Madrid, 1970) es una de las voces más
interesantes del panorama poético español. En este corto pero
suculento poemario Piera nos propo,ne un viaje a la poesía, esa que
agita y proporciona un continuo despertar de los sentidos, de la
emoción, con sus versos nos obsequia, como estos pertenecientes al
poema “Y abre un texto”, dedicado a la poeta malagueña María
Victoria Atencia: «Unos
acordes de guitara clásica, suaves / y precisos, se escuchan en la
cubierta del / transatlántico. Subimos la escalera atraídas / por
la música. Las notas huelen a mar, / a viento, a sales. Acariciamos
el perfil / de las caracolas, las olivinas que la poeta / consagrada
nos entrega en su diminuto / estuche de coral. Refulgen». De
Colombia nos llega la voz de Lilián Pallares (Barranquete, 1976),
que recibiera en 2017 la XIV distinción Poetas de Otros
Mundos y concedida por el Fondo
Poético Internacional. “Bestial” es el título de su obra y una
muestra singular, y de la fuerza con que escribe esta poeta
colombiana, los siguientes versos: «-Siempre estaré contigo- /
dijiste mientras cruzabas aquel / pasadizo de sombras. / Tu voz me
hablaba, / yo a ciegas la seguía, / como quien persigue un astro /
en la soledad del desierto». Y para concluir este viaje a la poesía
aragonesa o publicada en Aragón, regresamos con la voz del poeta
zaragozano Mariano Zaro, con un texto que titula “Padre Tierra.
Poema en 28 fragmentos”. La obra de Zaro está escrita en lengua
castellana e inglés, ha sido incluidos en antologías tales commo
Monster Verse, Wide
Awake o The Coiled
Serpentregre, además de ser
profesor de español en Rio Hondo Community College (California). En
este regreso a la tierra “padre” Zaro nos devuelve los aromas y
la palabra que aún tiembla en los senderos de la luz y los árboles,
de la casa primigenia, de los objetos, de la vida: «Cañas y árboles
tiemblan, / Padre. Tú nunca dices árboles, / dices cerezo, abedul,
manzano, / roble, castaño. // Cada árbol / tiene su nombre / y su
pena / como los hijos». He querido dejar para el final a quien es
autora del libro “Una carta de amor como un disparo. Moncayo.
Moncayo”, Trinidad Ruiz Marcellán, y también responsable de este
proyecto editorial que ya ha cumplido 40 años de vida bajo la tutela
y esmerado cuidado de su persona. No obstante, solo escribiré de
ella como poeta, aunque conviene antes decir que fue, con Marcelo
Reyes fundadora y directora de los Festivales Internacionales de
Poesía Moncayo y el Premio Internacional de Poesía de Miedo, como
también la creadora de la Casa del Poeta de Trasmoz y la Ruta de los
Hermanos Bécquer. Autora de un libro anterior que comenté en su día
“Traducción del silencio”, en el que una voz segura se adentraba
en el corazón de la soledad y sus silencios para alzar el vuelo
hacia los montes y los prados, los ríos y los bosques que siempre
nacen en el alma del poeta. El que ahora nos presenta, “Una carta
de amor como un disparo”, contiene muchos recursos del anterior, y
siendo la soledad la que nos invita a recorrer una geografía de
árboles, en cada uno la poeta advierte una luz distinta, colores y
silencios diferentes, todo el amor desprendido tras la pérdida, su
gran pérdida. Por ello esta carta: «Toda carta de amor es un
disparo / que da o quita la vida. / Toda carta de amor es un disparo
/ que agita la arboleda de la razón. / Es un trueno de paz, es un
relámpago. / Toda carta de amor es un torrente / que se desborda al
llegar al corazón». Y así su vida en ese territorio que todo poeta
crea en su interior, inexpugnable castillo, sagrado paisaje, como lo
es el Moncayo: «He mirado al Moncayo / y me ha devuelto misterio»,
y por eso se pregunta insistente: «¿Seré capaz de dar a los demás
/ cuanto la vida ha inventado en mí?». En ese territorio misterioso
del Moncayo, donde la vida transcurre plena y el silencio grita entre
todos los árboles existentes, la poeta mira al mundo en su total
desnudez hasta descubrir que de todo solo queda el amor: «Descubro /
la película muda que fui / cuando la montaña y el universo quedaban
atrás. / También el sol quedó atrás. / Y si en la despedida / se
nos lleva el viento / no te atrevas a olvidarme. / Regresa del final
de la tierra / con mirada de océano». Es el triunfo del amor y sus
silencios, el inagotable amor a la vida de Trinidad Ruiz
Marcellán. POESÍA ARAGONESA I
MIS COLABORACIONES EN YOUTUBE
VERSOS CONTRA VIRUS.
SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano
ALTA LUCIÉRNAGA. 2021
JOSÉ ANTONIO SANTANO
Dos orillas.2020
Marparaíso.2019
TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014
ISBN: 13: 978-84-942992-3-0
Clasificación: Poesía.
Tamaño: 14x21 cm
Idioma de publicación: Castellano
Edición: 1ª Ed.1ª Impr.
Fecha de impresión: Noviembre 2014
Encuadernación: Rústica con solapa
Páginas: 104
PVP: 12€
Colección: Daraxa
José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.
Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.
José Cabrera Martos
Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.
El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

