Toma
el título este libro de Javier Sánchez Menéndez del Soneto VII de
Garcilaso de la Vega, segundo cuarteto:
 |
Javier Sánchez Menéndez . Libre de la tormenta |
Tu
templo y tus paredes he vestido
de
mis mojadas ropas, y adornado,
como
acontece a quien ha ya escapado
libre
de la tormenta en que se vido.
¿Escribe,
pues, Sánchez Menéndez desde el convencimiento de sentirse
liberado, y ajeno, por distante, de la mediocridad que gobierna los
actos del hombre en la actualidad, en un mundo cada vez más cerrado
en sí mismo, para mostrarnos así, su universo, su único objetivo,
cual es la asunción de la palabra poética como motor de cambio, de
transformación? Que cada cual, después de la lectura, obtenga sus
propias conclusiones. No cabe duda que, ya desde el título, su autor
nos invita a adentrarnos en el mundo que él percibe, a conocer su
particular concepción de la poesía, aunque en el proemio del libro
nos lo confiesa: “La poesía por encima de dios, del
amor y de la propia vida, una forma de búsqueda de la pureza y de la
esencia que llevan al único camino”.
Esta
y no otra va a ser la tónica general de Libre de la tormenta,
y en ella incidiremos en este comentario. Los textos que contiene
Libre de la tormenta, y por lo tanto, los poemas (en prosa),
vienen precedidos por un número, pero no ordenado o correlativo,
produciendo así un caos, una anarquía numeral que viene a
reproducir su creencia de que el “el orden de la vida
es impropio del orden de la creación. El caos nos organiza”.
El
autor, así, tiene la necesidad de ser libre, de no atender a tópicos
o imposiciones de ningún tipo, incluido la ordenación de sus textos
en el libro. En su búsqueda por la esencia poética halla el matiz
como elemento conformador de la verdadera autenticidad de la poesía
(“Por más que existe la poesía acreditada y tenga
acercamiento, si no es auténtica, es injusta e inútil). En
Libre de la tormenta hallamos al Javier Sánchez Menéndez
lector inagotable, pero también al poeta, al escritor, de ahí esa
afirmación suya “Prefiero la lectura a la escritura”
(pág. 96).
Para
Sánchez Menéndez la palabra es la vida, y con ella, en
extraordinaria comunión asciende hasta fundirse en una única voz:
la literatura. Y por ello, nos dice en este libro: “De vez en
cuando pienso que hay que pasar de tanta miseria que rodea la
literatura. Pero no es que la literatura sea mezquina, son los
autores los que la hacen así” (pág. 29).
Como se puede apreciar su interés por el hecho literario es una
constante en este libro, como lo es su preocupación por la crítica
literaria, ese oscuro bosque donde habitan semidioses que escriben
sobre lo ajeno, despreciando o alabando, según sea más o menos
conocido el autor o la editorial: “En España no existe la
crítica literaria. En primer lugar no es literaria y en segundo no
es crítica”. Y ésta búsqueda o viaje Javier Sánchez nos
habla también de sus gustos literarios, de sus lecturas, y lo hace
desde la experiencia y la libertad en suma: “Sí, debo
reconocerlo, prefiero a Platón antes que a Francisco Brines por
ejemplo”, y muestra su admiración en unos casos, como el
de Nicanor Parra: “El poema que leí anoche era de Nicanor
Parra. Se titula “Cartas del poeta que duerme en una silla:
Me
da sueño leer mis poesías
y
sin embargo fueron escritas con sangre
(pág.
47), o en otros, su discrepancia, su crítica más atroz,
como es el caso los Nocilla: “No existe la poesía en ellos.
Nunca existió. Ni cuando eran cosmo o nocillas” (pág. 102).
Pero por encima de todo, Sánchez Menéndez es poeta y la poesía el
centro de la vida, su vida. Solo en ella (la poesía) se reconoce, y
en ella vive, por y para siempre, hasta le extenuación: “El
poeta nunca pela los versos, se los come a bocados si no los ve
claros” (pág. 144). La vida sin poesía no existe, todo
sin ella sería abismo, desvalimiento. La poesía como ente supremo,
como dios al que adorar, aún a pesar de decir que “Escribir
poesía es un juego de alto riesgo, un juego peligroso […] La
poesía es el arte al que no debo jugar pero que no puedo dejar. Nada
es lo que parece ser” (pág. 135), y tal vez no le falte la
razón, por cuanto la poesía remueve las conciencias. Sánchez
Menéndez no deja de indagar, de bucear en los fondos marinos de la
memoria y el alma: “Busco en la poesía lo que roba la vida
mientras sueño” (pág. 128). Para Javier Sánchez Menéndez
la poesía es la vida y sus silencios.
Por
ello nos dice: “El poeta, el
verdadero poeta está solo. Siempre. Busca la soledad, el silencio,
la grandeza del espíritu” (pág. 96), para
a continuación aseverar que: “Sin silencio no
hay poesía”. No ya duda que Sánchez Menéndez, con Libre
de la tormenta (tercera entrega de su proyecto Fábula, que
contendrá 10 libros), nos lega un buen texto, tanto en el fondo como
en la forma, estética y ética al unísono. En este libro hallamos
al lector impenitente, al poeta, desnudo, sincero y crítico a la
vez, contagiado hasta la médula de la poesía como rectora de vida,
o lo que es lo mismo, de la palabra: ”Por encima de dios están
los versos, pero muy por encima la palabra” (pág. 95).
Título:
Libre de la tormenta
Autor:
Javier Sánchez Menéndez
Editorial:
Isla de Siltolá, 2013 10
€
JAVIER
SÁNCHEZ MENÉNDEZ
(Puerto
Real, Cádiz, 1964)
Es
autor de los poemarios Motivos (1983), El violín mojado
(1991), Introducción y detalles (1991), Última cordura
(1993), La muerte oculta (1996), Una aproximación al
desconcierto (2011), que aparecía tras quince años de silencio
poético, Una aproximación al desconcierto (v.2.0) (2011) y
de la plaquette Cartoons (2011). Una selección de su obra se
reúne en Faltan palabras en el diccionario (Poemas escogidos
1983-2011) (2011). Es autor de varios ensayos y antologías. Sus
poemas han sido traducidos al inglés y al italiano.
Fábula
es su proyecto más ambicioso, un conjunto de diez libros sobre la
grandeza de la poesía en la vida, de los que ha visto la luz La
vida alrededor (2010) y Teoría de las inclinaciones (2012).
Libre de tormenta es el tercer libro de Fábula.