El tiempo me negó la luz barroca
de tus atardeceres, sus silencios
de piedra y fuego en las más altas cimas
de la memoria y el sueño, soledades
en vuelo mágico de mariposas.
El tiempo que me abrasa los sentidos
cuando paso a tu lado y sigo el camino
como si no me importaras, condena es,
castigo, profunda herida, perpetuo
abismo, amarga sinfonía del bronce.
Olvido es hoy ese tiempo, pues te hallé
en la ardentía del beso y su latido,
en los sempiternos campos de olivos,
en las tórridas tardes de verano
y en el solar océano del cielo.
Entre las altas torres, siempre viva.