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CIUDAD DEL SOL. MIGUEL NAVEROS por JOSÉ ANTONIO SANTANO


Nos queda la palabra. A los poetas nos queda sólo la palabra. Quizá nuestra única patria. Hoy, con la tristeza royéndome la carne y el alma, las palabras son el único refugio ante el dolor que siento por la pérdida y la definitiva ausencia de nuestro amado amigo y escritor Miguel Naveros. Sólo las palabras que afloran en estos versos que ahora reproduzco en homenaje al hombre y al poeta que fue siempre. En la hondura del verso. Por ti, maestro, allá donde te halles.

CIUDAD DEL SOL


A Miguel Naveros, 
 In Memoriam

I

Hubo un tiempo de rosas en la arena

azul de los amaneceres

espuma de pétalos en los labios

y en la sangre

palabras que volaron a las nubes

y allí quedaron al abrigo

de la música y los dones

del agua en las acequias y la mar

como lluvia de voces misteriosas

que blanden las pupilas de la noche

y luego crece hasta la altura misma

del sol y sus silencios

y regresa a la ciudad

que las manos acogen en su seno

y modelan en el aire de una playa

desierta y celestial

solo suya

su nombre en las esquinas

de una calle cualquiera

al fragor de los bares

que sueñan los sueños

que el güisqui espejea en el vaso

sostenido entre los dedos

huesudos y alargados

y penetra hasta las venas tenebrosas

de la noche abierta

en la garganta y el pecho

vagabundo y noctámbulo

al calor de la luna

el eco de su grito

gritando en las auroras

de la mar en los ojos

respirando la vida

la luz inagotable

alma toda en el Cabo

arcángel terreno

de vuelta a los orígenes

de la nada en la arcilla

y los nombres escritos

en la fronda de los árboles

o en el corazón del agua

nutriente

todo verbo numinoso

honda sílaba

en la añil estela de los días

amanecidos al pie del faro

de San Telmo

en el sagrado monte.

II
Hubo un tiempo de rosas en la arena

en la vetusta piedra

alzada sobre el cielo de los sueños

y un estanque de flores amarillas

en el crepúsculo todo

de los ángeles

en la azul memoria

revelada en las páginas de un libro

los libros de la vida

que la muerte devuelve

sanadora

al florido jardín de los deseos

a los convulsos arcoíris

que sestean en la quietud

de la tinta derramada

como sangre en las cunetas

precoz en su alarido

de nombres olvidados

sin memoria ya

puro silencio

en la ciudad del sol.

III
Hubo un tiempo de rosas en la arena

en el blanco desierto de las uñas

hundiéndose en la corteza de los días

tristes y amargos

que el papel desvela

después de haber amado

precoz toda armonía

en arpegios de luna

y soledades

después de que los hombres

surcaran la inmensa mar

los naufragios

al caer la noche en las ventanas

ya sin luz siquiera

sólo sombras

geométricas figuras

en la hora última

un último silencio que se escapa

por la rendija de puerta

cerrada para siempre

a la luz de la palabra

que vuela como un pájaro

feliz y libre

por las húmedas aceras

al despertar del alba

por las calles dormidas

en los brazos del aire

más allá de la muerte.

IV
Hubo un tiempo de rosas

y azules espejos

en la arena y el viento

una voz amorosa

un apátrida silbo

adentrándose hondo

en la luz de la tarde

una estrella marina.

V
Hubo un tiempo de rosas

una lluvia de labios

en la noche secretos

un fértil silencio

recorriendo la tierra

en la ciudad del sol.

© José Antonio Santano



CIUDAD DEL SOL. MIGUEL NAVEROS por JOSÉ ANTONIO SANTANO


Nos queda la palabra. A los poetas nos queda sólo la palabra. Quizá nuestra única patria. Hoy, con la tristeza royéndome la carne y el alma, las palabras son el único refugio ante el dolor que siento por la pérdida y la definitiva ausencia de nuestro amado amigo y escritor Miguel Naveros. Sólo las palabras que afloran en estos versos que ahora reproduzco en homenaje al hombre y al poeta que fue siempre. En la hondura del verso. Por ti, maestro, allá donde te halles.

CIUDAD DEL SOL


A Miguel Naveros, 
 In Memoriam

I

Hubo un tiempo de rosas en la arena

azul de los amaneceres

espuma de pétalos en los labios

y en la sangre

palabras que volaron a las nubes

y allí quedaron al abrigo

de la música y los dones

del agua en las acequias y la mar

como lluvia de voces misteriosas

que blanden las pupilas de la noche

y luego crece hasta la altura misma

del sol y sus silencios

y regresa a la ciudad

que las manos acogen en su seno

y modelan en el aire de una playa

desierta y celestial

solo suya

su nombre en las esquinas

de una calle cualquiera

al fragor de los bares

que sueñan los sueños

que el güisqui espejea en el vaso

sostenido entre los dedos

huesudos y alargados

y penetra hasta las venas tenebrosas

de la noche abierta

en la garganta y el pecho

vagabundo y noctámbulo

al calor de la luna

el eco de su grito

gritando en las auroras

de la mar en los ojos

respirando la vida

la luz inagotable

alma toda en el Cabo

arcángel terreno

de vuelta a los orígenes

de la nada en la arcilla

y los nombres escritos

en la fronda de los árboles

o en el corazón del agua

nutriente

todo verbo numinoso

honda sílaba

en la añil estela de los días

amanecidos al pie del faro

de San Telmo

en el sagrado monte.

II
Hubo un tiempo de rosas en la arena

en la vetusta piedra

alzada sobre el cielo de los sueños

y un estanque de flores amarillas

en el crepúsculo todo

de los ángeles

en la azul memoria

revelada en las páginas de un libro

los libros de la vida

que la muerte devuelve

sanadora

al florido jardín de los deseos

a los convulsos arcoíris

que sestean en la quietud

de la tinta derramada

como sangre en las cunetas

precoz en su alarido

de nombres olvidados

sin memoria ya

puro silencio

en la ciudad del sol.

III
Hubo un tiempo de rosas en la arena

en el blanco desierto de las uñas

hundiéndose en la corteza de los días

tristes y amargos

que el papel desvela

después de haber amado

precoz toda armonía

en arpegios de luna

y soledades

después de que los hombres

surcaran la inmensa mar

los naufragios

al caer la noche en las ventanas

ya sin luz siquiera

sólo sombras

geométricas figuras

en la hora última

un último silencio que se escapa

por la rendija de puerta

cerrada para siempre

a la luz de la palabra

que vuela como un pájaro

feliz y libre

por las húmedas aceras

al despertar del alba

por las calles dormidas

en los brazos del aire

más allá de la muerte.

IV
Hubo un tiempo de rosas

y azules espejos

en la arena y el viento

una voz amorosa

un apátrida silbo

adentrándose hondo

en la luz de la tarde

una estrella marina.

V
Hubo un tiempo de rosas

una lluvia de labios

en la noche secretos

un fértil silencio

recorriendo la tierra

en la ciudad del sol.

© José Antonio Santano



CIUDAD DEL SOL. por JOSÉ ANTONIO SANTANO



Nos queda la palabra. A los poetas nos queda sólo la palabra. Quizá nuestra única patria. Hoy, con la tristeza royéndome la carne y el alma, las palabras son el único refugio ante el dolor que siento por la pérdida y la definitiva ausencia de nuestro amado amigo y escritor Miguel Naveros. Sólo las palabras que afloran en estos versos que ahora reproduzco en homenaje al hombre y al poeta que fue siempre. En la hondura del verso. Por ti, maestro, allá donde te halles.

CIUDAD DEL SOL


A Miguel Naveros, 
In Memoriam

I
Hubo un tiempo de rosas en la arena
azul de los amaneceres
espuma de pétalos en los labios
y en la sangre
palabras que volaron a las nubes
y allí quedaron al abrigo
de la música y los dones
del agua en las acequias y la mar
como lluvia de voces misteriosas
que blanden las pupilas de la noche
y luego crece hasta la altura misma
del sol y sus silencios
y regresa a la ciudad
que las manos acogen en su seno
y modelan en el aire de una playa
desierta y celestial
solo suya
su nombre en las esquinas
de una calle cualquiera
al fragor de los bares
que sueñan los sueños
que el güisqui espejea en el vaso
sostenido entre los dedos
huesudos y alargados
y penetra hasta las venas tenebrosas
de la noche abierta
en la garganta y el pecho
vagabundo y noctámbulo
al calor de la luna
el eco de su grito
gritando en las auroras
de la mar en los ojos
respirando la vida
la luz inagotable
alma toda en el Cabo
arcángel terreno
de vuelta a los orígenes
de la nada en la arcilla
y los nombres escritos
en la fronda de los árboles
o en el corazón del agua
nutriente
todo verbo numinoso
honda sílaba
en la añil estela de los días
amanecidos al pie del faro
de San Telmo
en el sagrado monte.
II
Hubo un tiempo de rosas en la arena
en la vetusta piedra
alzada sobre el cielo de los sueños
y un estanque de flores amarillas
en el crepúsculo todo
de los ángeles
en la azul memoria
revelada en las páginas de un libro
los libros de la vida
que la muerte devuelve
sanadora
al florido jardín de los deseos
a los convulsos arcoíris
que sestean en la quietud
de la tinta derramada
como sangre en las cunetas
precoz en su alarido
de nombres olvidados
sin memoria ya
puro silencio
en la ciudad del sol.
III
Hubo un tiempo de rosas en la arena
en el blanco desierto de las uñas
hundiéndose en la corteza de los días
tristes y amargos
que el papel desvela
después de haber amado
precoz toda armonía
en arpegios de luna
y soledades
después de que los hombres
surcaran la inmensa mar
los naufragios
al caer la noche en las ventanas
ya sin luz siquiera
sólo sombras
geométricas figuras
en la hora última
un último silencio que se escapa
por la rendija de puerta
cerrada para siempre
a la luz de la palabra
que vuela como un pájaro
feliz y libre
por las húmedas aceras
al despertar del alba
por las calles dormidas
en los brazos del aire
más allá de la muerte.
IV
Hubo un tiempo de rosas
y azules espejos
en la arena y el viento
una voz amorosa
un apátrida silbo
adentrándose hondo
en la luz de la tarde
una estrella marina.
V
Hubo un tiempo de rosas
una lluvia de labios
en la noche secretos
un fértil silencio
recorriendo la tierra
en la ciudad del sol.
© José Antonio Santano

CIUDAD DEL SOL. por JOSÉ ANTONIO SANTANO



Nos queda la palabra. A los poetas nos queda sólo la palabra. Quizá nuestra única patria. Hoy, con la tristeza royéndome la carne y el alma, las palabras son el único refugio ante el dolor que siento por la pérdida y la definitiva ausencia de nuestro amado amigo y escritor Miguel Naveros. Sólo las palabras que afloran en estos versos que ahora reproduzco en homenaje al hombre y al poeta que fue siempre. En la hondura del verso. Por ti, maestro, allá donde te halles.

CIUDAD DEL SOL


A Miguel Naveros, 
In Memoriam

I
Hubo un tiempo de rosas en la arena
azul de los amaneceres
espuma de pétalos en los labios
y en la sangre
palabras que volaron a las nubes
y allí quedaron al abrigo
de la música y los dones
del agua en las acequias y la mar
como lluvia de voces misteriosas
que blanden las pupilas de la noche
y luego crece hasta la altura misma
del sol y sus silencios
y regresa a la ciudad
que las manos acogen en su seno
y modelan en el aire de una playa
desierta y celestial
solo suya
su nombre en las esquinas
de una calle cualquiera
al fragor de los bares
que sueñan los sueños
que el güisqui espejea en el vaso
sostenido entre los dedos
huesudos y alargados
y penetra hasta las venas tenebrosas
de la noche abierta
en la garganta y el pecho
vagabundo y noctámbulo
al calor de la luna
el eco de su grito
gritando en las auroras
de la mar en los ojos
respirando la vida
la luz inagotable
alma toda en el Cabo
arcángel terreno
de vuelta a los orígenes
de la nada en la arcilla
y los nombres escritos
en la fronda de los árboles
o en el corazón del agua
nutriente
todo verbo numinoso
honda sílaba
en la añil estela de los días
amanecidos al pie del faro
de San Telmo
en el sagrado monte.
II
Hubo un tiempo de rosas en la arena
en la vetusta piedra
alzada sobre el cielo de los sueños
y un estanque de flores amarillas
en el crepúsculo todo
de los ángeles
en la azul memoria
revelada en las páginas de un libro
los libros de la vida
que la muerte devuelve
sanadora
al florido jardín de los deseos
a los convulsos arcoíris
que sestean en la quietud
de la tinta derramada
como sangre en las cunetas
precoz en su alarido
de nombres olvidados
sin memoria ya
puro silencio
en la ciudad del sol.
III
Hubo un tiempo de rosas en la arena
en el blanco desierto de las uñas
hundiéndose en la corteza de los días
tristes y amargos
que el papel desvela
después de haber amado
precoz toda armonía
en arpegios de luna
y soledades
después de que los hombres
surcaran la inmensa mar
los naufragios
al caer la noche en las ventanas
ya sin luz siquiera
sólo sombras
geométricas figuras
en la hora última
un último silencio que se escapa
por la rendija de puerta
cerrada para siempre
a la luz de la palabra
que vuela como un pájaro
feliz y libre
por las húmedas aceras
al despertar del alba
por las calles dormidas
en los brazos del aire
más allá de la muerte.
IV
Hubo un tiempo de rosas
y azules espejos
en la arena y el viento
una voz amorosa
un apátrida silbo
adentrándose hondo
en la luz de la tarde
una estrella marina.
V
Hubo un tiempo de rosas
una lluvia de labios
en la noche secretos
un fértil silencio
recorriendo la tierra
en la ciudad del sol.
© José Antonio Santano

MIGUEL NAVEROS PARDO


Nació en Madrid en 1956, muere el 29 de marzo de 2017 en Almería, ciudad donde residía desde 1986. Licenciado en Filología Italiana. Escritor, periodista e intelectual comprometido con su tiempo, con la cultura y la vida.

Ha publicado los libros de poesía Óxido en cuerpo (1986), Trifase (1987) y Futura memoria (1998). Ha sido coordinador de la edición de la novela de Carmen de Burgos Puñal de claveles (1991) y de los libros Almería (1994) y Almería pueblo a pueblo (1996). En Alfaguara ha publicado La ciudad del sol (1999) y Al calor del día (2001). Su última novela es El malduque de la luna (Alianza, 2006). Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de La Voz de Almería. Colabora en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.

En su faceta periodística, fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de 'La Voz de Almería'. Colaboraba en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética 'Novosti'. En este sentido, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.

Entre sus reconocimientos, destaca además el haber recibido el premio Fernando Quiñones en 2005 y la mención de honor del premio Ramón Gómez de la Serna por la novela 'La ciudad del sol'.

Naveros fue distinguido el pasado mes de febrero con la insignia de la Junta de Andalucía por su amplia trayectoria y su legado. Nacido en Madrid en 1956, residía desde 1986 en la provincia en la que desempeñó varios cargos, entre ellos director del Instituto de Estudios  Almerienses (IEA) cargo que desempeñó entre 2007 y 2011.

La Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Almería ha trasladado sus condolencias a la familia y amigos. En un comunicado, los socialistas expresan su dolor por la pérdida de un almeriense de adopción, que "siempre se involucró en los sueños y aspiraciones de nuestra
provincia" desde sus distintas responsabilidades en LA VOZ o como director del IEA.

La Asociación de Periodistas-Asociación de la Prensa (AP-APAL) se ha unido al "dolor" por la pérdida, a la vez que han transmitido "su más sentido pésame a la familia y compañeros".


El escritor y periodista Miguel Naveros falleció ayer a mediodía en Almería víctima de un cáncer a los 60 años. La noticia de su fallecimiento causó un profundo impacto en el mundo del periodismo, donde su ingenio, honestidad y rigor le convirtieron en un referente para los profesionales que aprendieron a su lado, en la redacción de La Voz de Almería, los azares de este oficio, pero también en el mundo de la cultura -Naveros tuvo una sólida trayectoria literaria jalonada de premios y éxitos- y de la política.





Los responsables de todas las instituciones, desde la Delegación del Gobierno de la Junta en Almería, al Ayuntamiento de la capital, pasando por la Diputación Provincial o el Instituto de Estudios Almerienses, que dirigió desde 2007 a 2011, se sumaron a las condolencias que, a lo largo de la tarde de ayer, llegaron desde todos los ámbitos. Recientemente, había sido distinguido con la Insignia de Oro de Andalucía.


Trayectoria literaria

08/11/2013




Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de este periódico y nunca abandonó su vinculación con La Voz de Almería que mantuvo, en los últimos años, con colaboraciones
esporádicas. Tuvo una prolífica trayectoria literaria y publicó los libros de poesía ‘Óxido en cuerpo’ (1986), ‘Trifase’ (1987) y ‘Futura memoria'’ (1998). Coordinó la edición de la novela de ‘Carmen de Burgos Puñal de claveles’ (1991) y los libros ‘Almería’' (1994) y Almería pueblo a pueblo’ (1996), editados por La Voz de Almería. Con Alfaguara publicó las novelas ‘La ciudad del sol’ (1999) y ‘Al calor del día’ (2001). Su última novela fue ‘El malduque de la luna’, con la editorial Alianza en el año 2006. 












También colaboró con diversos medios de comunicación españoles y en la década de los ochenta fue corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Durante aquellos años, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo. Sus libros, como recordaba ayer la Asociación de la Prensa, le valieron en 2005 el Premio Fernando Quiñones y en 2000 la Mención de Honor del Premio Ramón Gómez de la Serna por su novela ‘La ciudad del sol’; El malduque de la luna (2006). Alianza. Premio Fernando Quiñones.








MIGUEL NAVEROS PARDO


Nació en Madrid en 1956, muere el 29 de marzo de 2017 en Almería, ciudad donde residía desde 1986. Licenciado en Filología Italiana. Escritor, periodista e intelectual comprometido con su tiempo, con la cultura y la vida.

Ha publicado los libros de poesía Óxido en cuerpo (1986), Trifase (1987) y Futura memoria (1998). Ha sido coordinador de la edición de la novela de Carmen de Burgos Puñal de claveles (1991) y de los libros Almería (1994) y Almería pueblo a pueblo (1996). En Alfaguara ha publicado La ciudad del sol (1999) y Al calor del día (2001). Su última novela es El malduque de la luna (Alianza, 2006). Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de La Voz de Almería. Colabora en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.

En su faceta periodística, fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de 'La Voz de Almería'. Colaboraba en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética 'Novosti'. En este sentido, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.

Entre sus reconocimientos, destaca además el haber recibido el premio Fernando Quiñones en 2005 y la mención de honor del premio Ramón Gómez de la Serna por la novela 'La ciudad del sol'.

Naveros fue distinguido el pasado mes de febrero con la insignia de la Junta de Andalucía por su amplia trayectoria y su legado. Nacido en Madrid en 1956, residía desde 1986 en la provincia en la que desempeñó varios cargos, entre ellos director del Instituto de Estudios  Almerienses (IEA) cargo que desempeñó entre 2007 y 2011.

La Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Almería ha trasladado sus condolencias a la familia y amigos. En un comunicado, los socialistas expresan su dolor por la pérdida de un almeriense de adopción, que "siempre se involucró en los sueños y aspiraciones de nuestra
provincia" desde sus distintas responsabilidades en LA VOZ o como director del IEA.

La Asociación de Periodistas-Asociación de la Prensa (AP-APAL) se ha unido al "dolor" por la pérdida, a la vez que han transmitido "su más sentido pésame a la familia y compañeros".


El escritor y periodista Miguel Naveros falleció ayer a mediodía en Almería víctima de un cáncer a los 60 años. La noticia de su fallecimiento causó un profundo impacto en el mundo del periodismo, donde su ingenio, honestidad y rigor le convirtieron en un referente para los profesionales que aprendieron a su lado, en la redacción de La Voz de Almería, los azares de este oficio, pero también en el mundo de la cultura -Naveros tuvo una sólida trayectoria literaria jalonada de premios y éxitos- y de la política.





Los responsables de todas las instituciones, desde la Delegación del Gobierno de la Junta en Almería, al Ayuntamiento de la capital, pasando por la Diputación Provincial o el Instituto de Estudios Almerienses, que dirigió desde 2007 a 2011, se sumaron a las condolencias que, a lo largo de la tarde de ayer, llegaron desde todos los ámbitos. Recientemente, había sido distinguido con la Insignia de Oro de Andalucía.


Trayectoria literaria

08/11/2013




Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de este periódico y nunca abandonó su vinculación con La Voz de Almería que mantuvo, en los últimos años, con colaboraciones
esporádicas. Tuvo una prolífica trayectoria literaria y publicó los libros de poesía ‘Óxido en cuerpo’ (1986), ‘Trifase’ (1987) y ‘Futura memoria'’ (1998). Coordinó la edición de la novela de ‘Carmen de Burgos Puñal de claveles’ (1991) y los libros ‘Almería’' (1994) y Almería pueblo a pueblo’ (1996), editados por La Voz de Almería. Con Alfaguara publicó las novelas ‘La ciudad del sol’ (1999) y ‘Al calor del día’ (2001). Su última novela fue ‘El malduque de la luna’, con la editorial Alianza en el año 2006. 












También colaboró con diversos medios de comunicación españoles y en la década de los ochenta fue corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Durante aquellos años, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo. Sus libros, como recordaba ayer la Asociación de la Prensa, le valieron en 2005 el Premio Fernando Quiñones y en 2000 la Mención de Honor del Premio Ramón Gómez de la Serna por su novela ‘La ciudad del sol’; El malduque de la luna (2006). Alianza. Premio Fernando Quiñones.








SEPULTA PLENITUD 2023

SEPULTA PLENITUD 2023
José Antonio Santano

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)

SILENCIO [Poesía 1994-2021] (2021)
José Antonio Santano

ALTA LUCIÉRNAGA. 2021

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JOSÉ ANTONIO SANTANO

Madre lluvia. 2021

Dos orillas.2020

Dos orillas.2020

Marparaíso.2019

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Tierra madre.2019

Cielo y Chanca.2019

Antología de poesía.2018

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Iberoamericana actual. 2018

Lunas de oriente.2018

La voz ausente. 2017

Humanismo Solidario.2015

Los silencios de La Cava. 2015

Tiempo gris de Cosmos.2014

TIEMPO GRIS DE COSMOS 2014


JOSÉ ANTONIO SANTANO

ISBN: 13: 978-84-942992-3-0

Clasificación: Poesía.

Tamaño: 14x21 cm

Idioma de publicación: Castellano

Edición: 1ª Ed.1ª Impr.

Fecha de impresión: Noviembre 2014

Encuadernación: Rústica con solapa

Páginas: 104

PVP: 12€

Colección: Daraxa












José Antonio Santano, en Tiempo gris de cosmos, articula un canto para “todos los habitantes del planeta”, una poetización de la realidad actual, de “abisales conductas, de feroces decretos / y sentencias, de gritos que enmudecen / en las paredes de las casas / […] / Pienso en la estricta ley del poderoso / clavándose en la carne como lanza, / en sus manos manchadas de sangre, / en sus actos inmorales, / en su oratoria de muerte”.

Por eso se adentra en la libertad de los fondos marinos de los sueños, de la fraternidad, de los bosques, para hospedarse junto al hombre marginado y ser el otro, el padre de los desheredados en un lorquiano romance sonámbulo donde, intertextualizando al granadino, afirma, superando el egocentrismo y derramándose en la otredad, “y yo que no soy yo”, ni su casa, la Tierra, es ya su casa.

José Cabrera Martos

Memorial de silencios. 2014

Memorial de silencios. 2014
He vuelto, como cada día he vuelto para enterrar los chopos bajo el rostro de los sueños, la estela del pasado, el vuelo de las manos en otoño. He vuelto para hundierme en el sonido desgarrado y monótono de teclas que en el blanco papel se precipitan, o en las horas perdidas, en despachos misteriosos de pálidos sillones. He vuelto como siempre, como siempre, para contar silencios de ultratumba -como siempre- que manchan la memoria de sangre y soledades, como siempre. He vuelto como siempre, como siempre, exhausto, con el drama en las pupilas, borracho de naufragios y derrotas.

Estación Sur. 2012

Caleidoscopio.2010

Razón de Ser.2008

El oro líquido.2008

El oro líquido.2008
El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. 2008 VVAA. El oro líquido. El aceite de oliva en la cultura. Edición de José Antonio Santano. Epílogo de Miguel Naveros. Diputación de Jaén. 2008.

Il volo degli Anni.2007

Trasmar.2005

Las edades de arcilla.2005

Quella strana quiete.2004

La cortaera.2004

Suerte de alquimia. 2004

Árbol de bendición.2001

La piedra escrita.2000

Exilio en Caridemo.1998

Íntima Heredad.1998

Grafías de pasión.1998

Profecía de otoño.1994

Canción popular.1986